Nunca el trabajo de un taxista había sido tan glamuroso. Pero Elon Musk lo logró. ¡Ese bendito hijo de su madre lo logró! Su empresa SpaceX trasladó a dos astronautas de la NASA a la Estación Internacional Espacial (EEI). No es la primera vez que los cohetes de la compañía de Musk llevan un encargo de la NASA a la estación, pero sí es la primera vez que llevan personas. Lo curioso de esta misión en particular es que marca un hito para las compañías privadas en el negocio de los vuelos espaciales. El sector privado ha estado interesado en el espacio ya por cierto tiempo y SpaceX ha estado al frente de esta carrera. El propio Elon Musk parece un personaje sacado de una película de ciencia ficción. Con toda seguridad, sería el villano. Visionario para algunos. Lunático para otros.  

La meta es conquistar otros planetas. SpaceX ha sido creada con ese propósito. El espacio. La firma es privada, pero se estima que su valor está cerca de los 40 mil millones de dólares o más. Su trabajo actual es ofrecer transporte de carga hacia el espacio. Estamos hablando de satélites y reabastecimiento para la estación internacional. La compañía no está enlistada en la bolsa, así que no conocemos muy bien sus finanzas, pero cuenta con más de 12 mil millones de dólares en contratos con clientes y un personal de más de 6 mil personas. SpaceX no es la única compañía en la carrera de vuelos comerciales al espacio. Boeing, Virgin y Blue Origen también están en el negocio. 

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Claro que SpaceX parece siempre estar en la delantera. En parte, por lo mediático que es Elon Musk. Y, en parte, porque ha obtenido sus logros. La compañía fue la primera en lograr que sus cohetes regresaran a la Tierra después de un lanzamiento. Eso permite que sean reutilizables, disminuyendo así los costos enormemente. Las misiones “baratas” abren un nuevo mundo de posibilidades. La NASA es un cliente, por ejemplo. Se calcula que la NASA estaría ahorrando 40 mil millones de dólares con su contrato con SpaceX. No hay que ser un genio para saber que en el futuro veremos mucha tercerización.

No caben dudas que Elon Musk es un sujeto interesante. Tiene la capacidad que lograr lo que otros han considerado imposible. Sus hazañas siempre cautivan al público y nos hacen sentir que el futuro que soñamos de niños, mientras veíamos historias del espacio, está cada vez más cerca. Viajes a Marte. La conquista de otros planetas. Vuelos al espacio y la posibilidad de comprar un ticket y ser parte de la gran aventura. Algo claramente de ciencia ficción y Elon Musk es el visionario que lo está haciendo realidad. 

Claro que si volvemos a las películas de ciencia ficción, un personaje como Elon Musk no puede ser el bueno. Un personaje con semejante pasión y determinación seguramente tiene un lado oscuro. Por supuesto que puede resultar muy entretenido escuchar historias de él. Pero de lejitos. ¿Se imaginan ser miembro de la junta directiva de Tesla o SpaceX? Un día llega Elon con su próxima gran idea y nos dice que la iniciativa seguramente fracasará y se perderán millones de dólares en el camino, pero se tiene que hacer porque es lo que soñó de niño. ¡Rayos¡ Y luego se retira porque debe atender a sus otras compañías. Después nos enteramos que anunció la idea en Twitter sin nuestra aprobación. No debe ser fácil lidiar con Elon Musk. 

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La historia del excéntrico y rebelde millonario es genial para leer, pero no debe ser fácil vivirla en carne propia. Su meteórico ascenso, su creatividad y su visión futurista nos deslumbran. Ha alcanzado muchas cosas, pero también ha comentado torpezas absurdas. A veces se le pasa la mano con “travesuras”. 

Ahora cuenta con una fortuna de más 38 mil millones de dólares, pero no siempre fue así. Con 17 años y tan solo 2.000 dólares, dejó su Sudáfrica natal para trabajar como granjero en Canadá.  Eventualmente, se fue a los Estados Unidos para realizar sus estudios universitarios. Su primer proyecto fue Zip2, una compañía de software para construir mapas y directorios. La compañía se fundó con 28 mil dólares de su hermano y 4 años después la firma de computación Compaq la compró por más de 300 millones de dólares, de los cuales Musk se quedó con 22 millones. 

Ese dinero lo utilizó para fundar el banco en línea X.com que a los pocos años se fusionó con la firma de software Confinity en lo que eventualmente se convirtió en PayPal. Claro que PayPal después fue adquirida por Ebay por 1.5 mil millones de dólares. De ese monto, Musk recibió 200 millones. Y ¿qué hizo el emprendedor sudafricano con todo ese dinero? Bueno, se involucró no en una sino en dos empresas nuevas: Tesla y SpaceX. 

Sus empresas han sido un éxito gracias a él y a pesar de él. Su virtud número uno es su ética de trabajo. No hay dudas de que es un trabajador incansable. En su constancia está su éxito. Eso no se puede negar. Luego tenemos su carisma. Es decir, la fuerza de su narrativa. Y esa capacidad que tiene para motivar a los demás. Tesla, por ejemplo, no produce tantos autos al año como otras compañías automotrices. Y, bueno, es cierto, desde el punto de vista financiero la empresa ha perdida mucho más dinero de lo que ha ganado. Sin embargo, las acciones están por las nubes. Al parecer, los inversores siguen confiado en él.  

Su excéntrica persona ha sido una bendición y (en ocasiones) un dolor de cabeza para sus compañías. Su costumbre de primero tuitear y luego pensar le ha causado problemas en el pasado. Por no cerrar su gran boca se metió en problemas con la SEC en una oportunidad. Es más, tuvo que retirarse de su puesto de CEO por un tiempo. En una ocasión, también fue filmado fumando marihuana. Este hecho, inofensivo en apariencia, puso en jaque por un momento su contrato con la NASA, un ente gubernamental.

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Obviamente que aquí estamos ante una figura de la complejidad de un Steve Jobs. Soñador, carismático, innovador. Pero al mismo tiempo algo tiránico e irresponsable. Un genio, pero algo lunático. Siempre ha coqueteado con la comunidad cripto. Le gusta hacer bromas. Sin embargo, sus comentarios están muy lejos de ser concretos. Todo es como un chiste. Le gusta hacer juegos. Y tuitear frases enigmáticas que nos dejan a todos rascándonos la cabeza de intriga. 

¿Cree Elon Musk en Bitcoin? Francamente, no se sabe. Nos gustaría pensar que sí. De hecho, sus comentarios insinúan que sí. Pero honestamente también pueden sugerir que no. Todo es tan ambiguo que puede ser una cosa o la otra. ¿Es un lunático? Un poco. ¿Es un visionario? Mucho. ¿Es un gran empresario? No hay respuesta sencilla para contestar esto. Es interesante y paradójico.