El temido criptoinvierno llegará tarde o temprano. Nos guste o no. Los ciclos financieros son parte de la vida. Un ciclo alcista puede durar poco tiempo o mucho tiempo. Pero nunca es eterno. Han pasado más de 3 años desde que Bitcoin tocó el piso de $3.2K. Durante un largo periodo, el precio se mantuvo muy por debajo de su máximo histórico, alcanzado en diciembre del 2017. En retrospectiva, para muchos, el criptoinvierno anterior representó la oportunidad de comprar en descuento. Sin embargo, para los que compraron caro, fue una gran tragedia. ¿Se repetirá la historia? 

Volvamos en el tiempo por unos minutos. Recuerdo como ayer aquel diciembre de 2017. La euforia estaba por las nubes. El precio comenzó a bajar con la venta de la noticia de los futuros de bitcoin. Pero medio mundo quería comprar la caída. La abrumadora mayoría de los analistas eran alcistas. La mayoría de las predicciones eran optimistas. Se decía que en cuestión de meses Bitcoin alcanzaría los $50K. Entonces, mucha gente compró en $14K, $16K, $12K. Ripple había alcanzado su máximo histórico, 3$. También fue el boom de la minería. Todo el mundo quería armar su granja. 

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De pronto, comenzaron a llegar las malas noticias. Todo llegó junto. Comenzó por el tema regulatorio. Durante este periodo, muchas figuras del mundo político y empresarial expresaron su escepticismo en torno a Bitcoin. Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, por ejemplo, dijo que Bitcoin era un “fraude”. Charlie Munger dijo que era “veneno para ratas”. En fin. El primer semestre del 2018 fue fatal para Bitcoin. ¿Cómo respondió la comunidad? Con negación y arrogancia. 

Debemos recordar que en aquel entonces nuestros “representantes” eran personajes como John McAfee, Roger Ver, y Max Keiser. ¡Dios, apiádate de nosotros! En otras palabras, los liberatorios tenían el monopolio de la narrativa. Bitcoin, por supuesto, no era un activo para la inversión. Y, mucho menos, un mercado especulativo. Al parecer, todos éramos unas monjas descalzas y nuestra intención era salvar al mundo del temido sistema fiat. La ideología hacía fiesta. Y la narrativa era más fantástica que pragmática. 

Según la ideología, Bitcoin es una moneda maravilla que nos salvará a todos. En primer lugar, es “no confiscable”. Eso implica que el malvado Gobierno no te puede expropiar. Y eso es exactamente lo que el pueblo está buscando. El problema es que antes no existía la tecnología. Pero Satoshi Nakamoto lo hizo posible. ¿Qué significa esto? Bueno, significa que Bitcoin es un “refugio seguro”. Bitcoin, entonces, es un instrumento económico y político. Es libertad personal en su máxima expresión. Lo más importante, entonces, es ser el dueño absoluto de tu dinero. O sea, solamente tú debes tener tu llave privada y nunca debes depender de sistemas centralizados. Si hacemos esto, estaremos salvados. 

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Ahora bien, en la práctica, muchos no quieren ser salvados. Lo que quieren es hacer dinero. Escucharon por casualidad un activo que subió como la espuma. Y eso despertó su curiosidad. Fue la codicia y no la ideología lo que atrajo a millones de inversionistas en el boom del 2017 y en el boom actual. Bitcoin, activo de riesgo y oportunidad. En este caso, sí somos víctimas de los ciclos financieros. La política monetaria sí es importante. La economía importa. La macroeconomía importa. En otras palabras, somos parte del sistema de mercados globales. En este caso, Bitcoin es un instrumento financiero como una acción bursátil, un bono, o una mercancía. 

De hecho, es sumamente fácil demostrar la correlación entre Bitcoin y los mercados bursátiles. No se trata de una correlación perfecta. En efecto, se podría argumentar incluso que Bitcoin es un activo bastante no correlacionado. Sin embargo, en la práctica, Bitcoin como activo se parece más a Tesla que al oro. En su comportamiento, Bitcoin se comporta como una tecnológica. Sin lugar a dudas, es un activo de alto riesgo (alta volatilidad). Definitivamente, no es un “refugio seguro” en el sentido financiero y no libertario del término. No es un bono-T, por ejemplo. Un mercado preocupado se vuelve conservador y normalmente se refugia en activos estables. Durante una crisis financiera, el fiat sube y los activos riesgosos se desploman. 

¿Qué tiene que ver todo esto con la llegada del criptoinvierno? Mucho. La Reserva Federal de los Estados Unidos es la gasolina de los mercados. En términos generales, una política monetaria laxa significa un ciclo alcista para los mercados. Y una política no laxa significa un ciclo bajista. Ahora bien, tenemos más de 10 años con una muchísima liquidez. Y, durante la pandemia, la liquidez ha sido épica. La semana pasada la Reserva anunció que esto comenzaría a cambiar debido a la inflación y las mejoras en el mercado laboral. Es decir, la Reserva comenzará a retirar liquidez del sistema para el próximo año. ¡Adiós, lluvia de dinero!

Ahora bien, el ambiente es demasiado mixto como para hablar de un fin definitivo del ciclo alcista y declarar la llegada del nuevo ciclo bajista. ¿Por qué? Bueno, la Reserva sí subirá las tasas. Pero, no ahora en este preciso momento. Eso, por un lado. Por otro lado, no estamos hablando de una subida muy dramática. Técnicamente, tendremos un incremento. Pero, igualmente, todavía podríamos decir que las tasas están por el suelo. Adicionalmente, es muy probable que el fin definitivo de la pandemia marque un aumento del gasto privado al estilo de los “locos años 20”. Y no podemos olvidar del gasto fiscal: El plan de Biden. 

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Cierto, la deuda global está en la estratosfera. Cierto, tenemos problemas en todos los flancos. Cualquier economista podría anticipar una crisis de estanflación para la próxima década. Porque, ciertamente, las condiciones están dadas. Pero no podemos descartar la tercera opción. Si los ingresos corporativos son buenos, los inversores pueden recuperar la confianza. Y se podría tener crecimiento, pese a una política monetaria menos laxa. Por supuesto que no a unos niveles tan exuberantes como los registrados durante la pandemia. Pero sí un crecimiento moderado. 

La intención de este artículo no es predecir. Ni loco me abarco en esa tarea imposible. Solo planteo aquí varios escenarios posibles. Lo más seguro es que el resultado sea mixto. Un modo híbrido. En el peor de los casos, sin embargo, dudo mucho que Bitcoin colapse tanto como en anteriores ciclos bajistas. Con los años, hemos ganado liquidez y estabilidad. Lo que implica que las caídas ya no son tan fuertes como en el pasado. En lo personal, no voy a vender. En todo caso, voy a seguir comprando. La fortuna favorece a los pacientes. La marea puede bajar o puede subir. Lo más importante es seguir nadando.