Bitcoin al nacer trajo consigo un gran número de dudas para los programadores, criptógrafos, economistas y cualquier persona que alguna vez llegó al menos a escuchar sobre dicha tecnología. No obstante, hay una que quizás jamás vaya a ser respondida: quién está detrás del nombre Satoshi Nakamoto.
Muchas son las hipótesis al respecto, empezando por una simple persona que logró unir los puntos de otros previos trabajos, un grupo de personas que trabajaron en conjunto para desarrollar tal tecnología, o inclusive un proyecto secreto pagado por la mismísima Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los Estados Unidos.
Sea cual sea la respuesta, una cosa es cierta: el seudónimo de Satoshi Nakamoto desapareció hace unos años y entregó Bitcoin a los desarrolladores que venían contribuyendo al crecimiento del protocolo. Un detalle que podemos interpretar de muchas formas, pero si conocemos bien la naturaleza de Bitcoin, jamás como un acto egoísta.
Bitcoin es descentralización
El white paper de Bitcoin no menciona la palabra “descentralización” en todo el documento, y la verdad no hace falta. Al ser una red de pagos persona-a-persona, sin necesidad de una autoridad central para proveer confianza, que funciona en una red de nodos que protegen a la red, y además cuenta con un registro abierto y de libre acceso a cualquiera; esta tecnología deja completamente claro que cada usuario tiene una cuota de poder dentro de ella.
No obstante, Nakamoto buscó siempre la colaboración de otras personas a su proyecto, y posteriormente permitió que cualquier usuario pudiese presentar su respectiva alternativa de mejora al protocolo de Bitcoin con las llamadas Bitcoin Improvement Proposals (BIPs). Ofreciendo con esto un mensaje claro: el desarrollo y evolución de Bitcoin también debe ser descentralizado.
En un mundo donde nos rodea los esquemas jerárquicos, la meritocracia, los gobiernos representativos y muchos otros criterios para establecer autoridades y entes superiores; debemos confesar que no es tan fácil comprender la dinámica de un sistema descentralizado donde cada uno de nosotros como partícipes, tiene voz y voto propio.
Pero Bitcoin se erige como quizás el mejor ejemplo de ello, una herramienta que nos devuelve el poder de nuestras finanzas a cambio de nuestra participación en la defensa y desarrollo de ese sistema descentralizado. Satoshi Nakamoto así lo quiso, así lo anunció en repetidas ocasiones y así lo confirmó al momento de su partida.
Nakamoto paso a paso entregó su creación a la comunidad de los usuarios, porque sabía que si Bitcoin había nacido como una alternativa contraria a los bancos centralizados, él debía dar un paso al costado tarde o temprano en el liderato del proyecto una vez que éste hubiese alcanzado una comunidad y un mercado importante.
Bitcoin no necesita dioses, sino usuarios
La nuevamente fallida y pintoresca aparición de Craig Wright anunciando ser Satoshi Nakamoto puso frente al reflector dos cosas: el gran morbo que existe por conocer quién está detrás del seudónimo japonés y la supuesta importancia de éste para el desarrollo de Bitcoin.
Muchísimos usuarios de Bitcoin aun consideran que el creador de la criptomoneda debe regresar y presentarse como el líder que lleve el desarrollo de Bitcoin. Y Es por ello que cada vez que aparece un “Satoshi Nakamoto”; ya sea un ingeniero desempleado, un criptógrafo famoso o un millonario australiano; muchos usuarios saltan de la emoción por la simple posibilidad de que el verdadero creador vuelva “al rescate” de la criptomoneda.
Pero Nakamoto ya envió su mensaje al respecto con su partida: ahora el desarrollo depende enteramente de nosotros. Bitcoin fue una criatura que en los primeros días necesitó el alimento y la guía de su padre, pero posteriormente nuevas personas fueron contribuyendo a la crianza de éste pequeño ser hasta que se hizo independiente, fuerte y capaz de andar por sí mismo.
Aun sin revelar su identidad, una reaparición de Satoshi Nakamoto como desarrollador líder del protocolo de Bitcoin supondría en estos momentos un retroceso con respecto a la descentralización que ya ha alcanzado la red en todo estos años. Transformaría los focos de veneración a su figura en una concentración de autoridad y poder que, sin importar los resultados, significaría una traición a la naturaleza descentralizada de Bitcoin y las criptomonedas. Una característica clave por la cual el mismo Nakamoto trabajó, defendió y difundió antes de entregarnos esta poderosa herramienta.
Nakamoto entendió mejor que nadie que una criptomoneda con un único líder y responsable tiene altas probabilidades de fracasar a medida que vaya creciendo su comunidad de usuarios. Una red descentralizada debe permitir el aporte de cualquier persona que desee contribuir a ella, puesto que el apoyo de millones de personas en todo el mundo es obviamente mejor que el de solo un puñado, o en el peor de los casos, de solo una de ellas.
Si bien aún falta para lograr la madurez, Bitcoin está completamente en nuestras manos y es nuestra responsabilidad decidir cuál debe ser el camino a seguir de la criptomoneda. Muchos retos han sido superados y muchos quedan por superar, pero ya Satoshi Nakamoto no está con nosotros para sacarnos de apuros, y no porque nos haya abandonado, sino porque ahora todos somos Satoshi.