En México, millones de personas aún no tienen acceso a los servicios financieros tradicionales. Esta situación, conocida como informalidad financiera, limita las oportunidades de desarrollo económico y social de grandes sectores de la población. Las causas de esta problemática son diversas y van desde la falta de documentación oficial hasta la desconfianza en las instituciones bancarias.

La ausencia de “acceso” impide a muchas personas obtener a créditos, seguros y otros productos financieros que podrían mejorar su calidad de vida. Además, los pagos se realizan principalmente en efectivo, lo que dificulta el control de los gastos y aumenta el riesgo de fraudes. En otras palabras, la informalidad es común, pero no es un paraíso terrenal. No es el infierno, pero es un mundo muy limitado para sus habitantes.

Ante este panorama, las fintech surgen como una alternativa prometedora para brindar soluciones innovadoras y accesibles a las personas no bancarizadas. En este artículo exploraremos brevemente las causas de la informalidad financiera en México y cómo las fintech pueden contribuir a crear un sistema financiero más inclusivo y eficiente.

México: Un mosaico de realidades económicas

México es un país de contrastes, donde la riqueza y la pobreza coexisten en un mismo territorio. Esta disparidad económica se manifiesta de manera particular en la dicotomía entre la ciudad y el campo. A lo largo de su historia, México ha sido un país predominantemente rural, con una población dispersa en comunidades agrícolas y pueblos pequeños. Sin embargo, el desarrollo industrial y la urbanización han concentrado la riqueza y las oportunidades en las grandes ciudades. Esto no es un problema exclusivamente de México. En realidad, es un fenómeno mundial.

La desigualdad regional es una característica intrínseca de la economía mexicana. Las condiciones geográficas de México también han influido en la desigualdad económica. Muchos asentamientos rurales se encuentran en zonas de difícil acceso, lo que limita el desarrollo de infraestructura y dificulta la integración de estas comunidades al mercado nacional. La falta de carreteras, puentes y otros servicios básicos impide el flujo de bienes y servicios, lo que a su vez restringe las oportunidades económicas de los habitantes de estas regiones.

En este contexto, la economía informal se presenta como una estrategia de supervivencia para muchos mexicanos. La falta de oportunidades laborales formales, los bajos salarios y la necesidad de generar ingresos para subsistir han llevado a un gran número de personas a participar en actividades económicas no reguladas, como el comercio ambulante, la agricultura de subsistencia y los servicios domésticos.

Desde la perspectiva de quienes viven en la economía informal, esta existe por una serie de razones profundamente arraigadas en sus realidades. En muchos casos, la informalidad es una cuestión de falta de oportunidades. Cuando las oportunidades de empleo formal son escasas o requieren de una educación y capacitación que no se posee, la economía informal se convierte en una salida para generar ingresos y mantener a la familia. Las barreras de entrada al mercado formal, como la falta de documentos oficiales, los altos costos de registro de empresas y los trámites burocráticos engorrosos, desalientan a muchos a formalizarse. Además, la incertidumbre económica y la falta de seguridad social en el empleo formal hacen que la informalidad parezca una opción más estable y confiable para algunos.

La realidad de las personas que trabajan en la economía informal es compleja y multifacética. Por un lado, enfrentan una gran precariedad laboral, sin contratos, prestaciones sociales ni protección legal. Sus ingresos suelen ser bajos e inestables, y están expuestos a riesgos laborales y accidentes sin ningún tipo de cobertura. Por otro lado, la economía informal les brinda cierta flexibilidad y autonomía, permitiéndoles adaptar sus horarios y actividades a sus necesidades y circunstancias personales. Sin embargo, esta flexibilidad tiene un costo: la falta de acceso a servicios básicos como salud, educación y seguridad social.

Costo-beneficio

Ciertamente, la informalidad es un problema que preocupa a gobiernos y economistas en todo el mundo. Si bien se han implementado diversas políticas para combatirla, la economía informal persiste y, en algunos casos, incluso se expande. Una de las razones principales de esta persistencia es la falta de incentivos para que las personas se formalicen. Los costos de la formalización, tanto económicos como burocráticos, suelen ser elevados y desproporcionados en relación con los beneficios que se obtienen. Además, las empresas formales a menudo enfrentan una carga impositiva y regulatoria significativa, lo que las desincentiva a contratar trabajadores informales.

Ahora bien, la inclusión financiera es clave para combatir la informalidad. Al brindar acceso a productos y servicios financieros como préstamos, tarjetas de crédito, seguros y pensiones, se empodera a las personas y se les permite participar de manera más activa en la economía formal.

Si las personas tienen acceso a productos y servicios que les permitan mejorar su situación económica, podrán salir por sí mismos de la informalidad.

Sin embargo, las empresas privadas, en busca de mayores ganancias, suelen enfocarse en los segmentos de mercado más rentables, es decir, en los grandes clientes de las ciudades. Los segmentos más vulnerables, como los trabajadores informales, suelen ser considerados como un mercado menos atractivo.

Para que la formalización sea una opción viable para las personas en la economía informal, es necesario diseñar políticas públicas que reduzcan los costos de formalización, simplifiquen los trámites burocráticos y brinden incentivos fiscales y financieros a las empresas que contraten trabajadores formales. Además, es fundamental desarrollar productos y servicios financieros adaptados a las necesidades y características de los segmentos más vulnerables de la población.

Es cierto que esto se dice a menudo, pero no justifica la falta de acción ante cualquier excusa. Parece que falta convicción real.

¿Es la tecnología la respuesta?

En parte. La tecnología puede desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la informalidad dadas la condiciones. Las plataformas digitales y las aplicaciones móviles permiten ofrecer servicios financieros de manera más eficiente y a menor costo, facilitando el acceso de las personas no bancarizadas. Asimismo, la tecnología puede utilizarse para digitalizar los pagos y las transacciones, lo que reduce la informalidad y mejora la transparencia.

Reflexión final

La informalidad, lejos de ser un problema, es una oportunidad para que la fintech y las criptomonedas, a través de la innovación tecnológica, desarrollen soluciones rentables para las empresas y, al mismo tiempo, generen un verdadero impacto positivo en las vidas de quienes más lo necesitan.

La democratización de las finanzas requiere voluntad, creatividad y colaboración. Solo así podremos construir un sistema financiero inclusivo y accesible para todos.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.