Este año 2020, el Premio Nobel de Economía recayó en los estadounidenses Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson por la “mejoras en la teoría de subastas y la invención de nuevos formatos de subastas”. Estos economistas trabajan en la Universidad de Stanford (California, EE.UU.) y sus descubrimientos han beneficiado a vendedores, compradores y contribuyentes de todo el mundo. 

Milgrom y Wilson son conocidos por haber creado un formato innovador utilizado en la venta de licencias de frecuencias de telecomunicaciones en los Estados Unidos. Sus conceptos también han sido utilizados en la asignación de las franjas horarias de los aeropuertos. Y tienen aplicaciones en rubros como la electricidad, y la publicidad en línea, entre otros. En términos generales, estos dos profesores de Stanford han creado mecanismos que ayudan a realizar subastas complejas de una manera mucho más efectiva. 

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El Nobel de Economía no es un premio particularmente popular. Sus críticos lo llaman el “falso Nobel” debido a su supuesto sesgo por la corriente ortodoxo y liberal. Siempre se ha especulado que el Premio Nobel de Literatura y el de la Paz se inclinan hacia la izquierda. Pero en el caso del Premio de Economía ocurre lo opuesto. 

El “premio del Banco de Suecia en ciencias económicas” no es parte de los premios originales mencionados por Alfred Nobel. Y ha sido criticado en muchas ocasiones por favorecer a los economistas más ortodoxos, evitando las ideas más innovadoras. Algunos consideran que las concesiones están sesgadas hacia la economía neoclásica, en especial la Escuela de Chicago. De hecho, 10 premiados se identifican como miembros de la Escuela de Chicago. El 65% de los premiados son estadounidenses y el 15% son británicos. 

Wilson demostró que los participantes racionales en una subasta tienden a ofrecer menos de lo óptimo por miedo a pagar en exceso. Paul Migrom, que fue el director de la tesis de Wilson, formuló en los años 1980 una teoría general sobre las subastas que muestra que esta genera precios más altos cuando los compradores obtienen información sobre los valores estimados de unos y otros durante las subastas. 

Claro que cuando las personas piensan en las subastas normalmente piensan en las subastas más comunes y sencillas como las subastas que hacen en la Casa de subastas Christie 's. Pero hay subastas mucho más complejas. He ahí la importancia de los avances de Milgrom y Wilson. 

La Teoría de las subastas es una rama aplicada de la teoría del juego que estudia cómo las personas actúan en mercados de subastas. La idea general es crear diseños (conjuntos de reglas) eficientes para realizar una subasta. Las estratégicas se forman combinando conocimientos obtenidos de elementos matemáticos y conductuales.  

Debido al coronavirus, este año no habrá ceremonia de premiación. Lo que quiere decir que nadie estaría viajando a Suecia en diciembre. Claro que Milgrom y Wilson sí se repartirán el cheque de casi un millón de euros (1,18 millones de dólares). 

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En 2019, el premio se concedió a un trío de investigadores en la lucha contra la pobreza, los estadounidenses Abhijit Banerjee, Michael Kremer y Esther Duflo. Esther Dufleo se convirtió en la segunda mujer en recibir el premio y en la ganadora más joven de la historia del premio. 

En los últimos 20 años, tres cuartas partes de los ganadores del Premio de Economía han sido estadounidenses mayores de 55 años. De hecho, la edad media del premio supera los 65 años. La más alta de los seis premios Nobel. 

Ahora bien, ¿Cómo podemos interpretar estas premiaciones? Creo que no podemos sorprendernos de que los premios vayan dirigidos a la ortodoxia. El Premio Nobel nunca ha sido un premio al oscuro genio incomprendido. El premio es un reconocimiento a trabajos ampliamente reconocidos. Es simplemente la naturaleza del premio. En este sentido, el jurado del Nobel no toma muchos riesgos. 

La entrega de premios siempre ha sido controversial. Unos los consideran justos y beneficiosos. Claro que es válido reconocer los méritos de un individuo por una vida de aportes y determinación. Ahora bien, ¿quién está otorgando el premio? ¿Quién lo recibe? ¿Y cómo se concede? ¿Es lo mismo recibir un premio otorgado por un monarca sueco que un premio otorgado por un dictador? ¿Es lo mismo pertenecer a los premiados de Nobel que a los de cualquier otro premio? ¿Es lo mismo ser reconocido por una vida de logros que por un proyecto innovador, pero de futuro incierto? 

La ironía del premio Nobel es que se lo dan a quien no lo necesita. En el caso del Nobel de literatura, el autor puede vender más libros. En el caso del Nobel de la Paz, la causa que el galardonado defiende puede recibir más atención por parte del gran público. Sin embargo, en el caso del Nobel de economía, es diferente. Claro que los ganadores de un Nobel de economía recibirán seguramente más invitaciones a eventos que antes. Pero, en lo que respecta a sus aportes, la vigencia de sus conceptos en el tiempo es el verdadero premio. 

En términos generales, en lo que se refiere a la economía casi nadie escucha a los economistas. Y esto es particularmente cierto en la comunidad cripto. Entre bitcoiners, el dogma libertario es mucho más importante que la teoría económica. Da la impresión de que ya todo está resuelto. Y el fundamentalismo de libre mercado tiene todas las respuestas. “Bitcoin fix that”. 

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En mi opinión, esto es un grave error. Deberíamos reemplazar el dogma por la duda. Es sano cuestionarlo todo para refinar nuestro saber. La ideología nos ciega. Pero la ciencia puede expandir nuestro conocimiento. En esta era de la posverdad, nadie quiere escuchar a los expertos. El Youtuber ha sustituido al académico. Pero un documental no reemplaza a 20 años de aprendizaje. 

La comunidad Bitcoin debe comenzar a aceptar que no tiene todas las respuestas. Muchos solo escuchan lo que quieren escuchar. Y rechazan lo que no se ajusta a sus deseos. Pero eso es vivir en un mundo de fantasías. En otras palabras, necesitamos más estudio y menos Youtube. Debemos tener la humildad y la sabiduría de escuchar a los expertos. No todos los expertos son conspiradores, defensores del sistema y enemigos del hombre común. La ignorancia está de moda, pero este es el tipo de moda que no deberíamos adoptar.