El panorama financiero en Colombia está experimentando una transformación notable, impulsada por la creciente adopción del comercio de criptomonedas Peer-to-Peer (P2P). Este fenómeno no es un mero capricho tecnológico, sino una respuesta pragmática y necesaria de los ciudadanos ante las complejidades del sistema bancario tradicional y las presiones económicas locales y globales. Los colombianos están buscando activamente alternativas para dos necesidades fundamentales: el eficiente envío de remesas y la protección del valor de su capital ante la devaluación de la moneda local.

El auge de las plataformas P2P en el país es un claro indicio de que las formas de pago han evolucionado hacia una mayor pluralidad. Si bien esta diversificación ofrece un abanico más amplio de opciones, también genera desafíos significativos, principalmente en el ámbito de la interoperabilidad. La coexistencia de múltiples sistemas, cada uno con sus propias reglas y tecnologías, puede dificultar las transacciones fluidas y sin fricciones. A esto se suman las restricciones impuestas por los gobiernos en el movimiento de capitales y las limitaciones técnicas que aún persisten en muchas instituciones bancarias convencionales, las cuales a menudo luchan por modernizar su infraestructura para satisfacer las demandas de velocidad y alcance del mundo digital.

En este contexto, las plataformas P2P emergen como espacios de encuentro sumamente populares. Su versatilidad les permite operar fuera de las fronteras institucionales rígidas, ofreciendo a los usuarios una vía directa para intercambiar valor sin un intermediario centralizado. Este modelo descentralizado se alinea perfectamente con la necesidad de los colombianos de realizar transacciones rápidas y, crucialmente, con costos más bajos en comparación con los servicios de transferencia de dinero internacionales o los bancos.

El envío de remesas constituye uno de los motores principales de esta adopción P2P. Un gran número de colombianos que viven en el exterior buscan enviar dinero a sus familias de manera segura y económica. Los métodos tradicionales a menudo implican altas comisiones y tiempos de espera prolongados. Las criptomonedas, intercambiadas directamente entre personas a través de plataformas P2P, eliminan gran parte de estos costos y aceleran el proceso. Un familiar en el extranjero puede adquirir una criptomoneda y enviarla a su par en Colombia, quien luego la vende por pesos colombianos directamente a otro usuario dentro de la misma plataforma. Este circuito no solo reduce las tarifas, sino que también ofrece un grado de privacidad y autonomía financiera que resulta muy atractivo.

El segundo gran motor es la necesidad de protegerse de la devaluación. La historia económica de muchos países latinoamericanos, incluyendo a Colombia, está marcada por períodos de inestabilidad monetaria. Los ciudadanos buscan activos que sirvan como una reserva de valor más estable que su moneda fiduciaria local. Las criptomonedas, en particular las que están vinculadas a monedas estables como el dólar estadounidense, se han convertido en una herramienta preferida para este fin.

Al utilizar las plataformas P2P, los colombianos pueden convertir sus ahorros de pesos a criptomonedas estables de forma sencilla, resguardando así su poder adquisitivo frente a la inflación o las fluctuaciones cambiarias adversas. Este proceso es accesible para cualquier persona con una conexión a internet, democratizando la capacidad de preservar el capital y ofreciendo una alternativa a los mecanismos tradicionales de ahorro o inversión que a menudo requieren grandes montos iniciales o trámites complejos. La facilidad de acceso y la liquidez que ofrecen estas plataformas han cimentado su popularidad como un refugio financiero.

La descentralización inherente al modelo P2P es lo que le otorga su atractivo y resiliencia. En lugar de confiar en una única entidad que podría ser susceptible a fallas técnicas, cierres regulatorios, o presiones políticas, el comercio se basa en la confianza mutua y en sistemas de reputación dentro de la plataforma, respaldados por la tecnología subyacente de la cadena de bloques. Los depósitos de garantía, o escrow, utilizados por muchas de estas plataformas, aseguran que los fondos se liberen solo cuando ambas partes confirman la finalización de la transacción, mitigando el riesgo de fraude.

Colombia, por su parte, se ha convertido en un testigo prominente de este fenómeno. El espíritu emprendedor y la adaptación rápida a las soluciones tecnológicas han caracterizado la respuesta del país a los desafíos económicos. El volumen de operaciones P2P refleja esta tendencia, consolidando al país como uno de los mercados más activos en la región. El ecosistema se nutre de la necesidad de sortear las dificultades de la integración financiera a la que se enfrentan amplios sectores de la población, muchos de los cuales están sub-bancarizados o directamente excluidos del sistema formal.

La naturaleza de las transacciones P2P favorece la inclusión financiera al permitir que individuos sin cuentas bancarias formales participen en el comercio global de activos digitales. Un teléfono inteligente y una conexión son suficientes para entrar en el ecosistema, superando las barreras burocráticas y de infraestructura que los bancos tradicionales no han logrado franquear completamente.

La versatilidad de las plataformas P2P no se limita a la compra y venta de activos; también fomenta la creación de comunidades y mercados informales que son cruciales para la economía cotidiana. Al funcionar como un puente entre el dinero fiduciario y el mundo digital, estas plataformas facilitan un flujo constante de capital que alimenta desde pequeños negocios hasta grandes operaciones de comercio exterior, sin depender de los horarios bancarios o de las aprobaciones institucionales.

El aumento del comercio P2P en Colombia, impulsado por la búsqueda de soluciones para remesas y protección de valor, es innegablemente un signo de la innovación financiera y de la adaptabilidad ciudadana. No obstante, una evaluación objetiva requiere considerar la otra cara de la moneda.

Si bien la descentralización es a menudo celebrada como el pilar de la libertad financiera, también trae consigo una serie de riesgos inherentes que deben ser mitigados. La falta de un intermediario centralizado y las complejidades regulatorias aún en desarrollo en muchos países, incluyendo Colombia, plantean interrogantes importantes sobre la seguridad del consumidor. En un entorno menos supervisado, los usuarios están más expuestos a estafas o a la pérdida irreversible de sus fondos si cometen errores en el proceso de una transacción. 

Además, la promesa de la inclusión financiera a través de estas herramientas se topa con la realidad de la brecha digital; el acceso a internet y la alfabetización digital siguen siendo obstáculos para vastos sectores de la población, lo que limita la universalidad del P2P como solución. La eficacia del P2P como salvaguarda ante la inestabilidad económica depende intrínsecamente de la solidez de la criptomoneda elegida y de la liquidez del mercado en un momento dado, factores que pueden ser volátiles y están sujetos a las dinámicas del mercado global que el usuario individual no puede controlar. Es crucial reconocer que la popularidad del P2P no erradica las necesidades fundamentales de educación financiera y de una infraestructura digital robusta y equitativa para garantizar que esta alternativa sea una solución sostenible y segura para todos los colombianos

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.