Más allá de los análisis políticos y económicos que podamos hacer sobre Latinoamérica, el pensar no es suficiente. Es decir, sentarse en un computador a criticar a los políticos no pondrá comida en la mesa. Si te sientes como un héroe por haber visto un par de documentales conspirativos en Youtube, estamos muy mal. Jugar el papel de víctima no le queda bien a nadie. La crítica es saludable, pero solo cuando nos lleva a la acción. O sea, lo que en realidad necesitamos es una estrategia. Si tu plan es esperar que cambie el Gobierno, entonces estamos en graves problemas. El problema no es el Gobierno. El problema eres tú. La gran pregunta: ¿Cómo generar más dinero en medio de este desastre?
En lo personal, no conocí a Cristóbal Colón. Pero yo pienso que ya es momento de dejar al hombre en paz. Seguramente que no fue una monjita de la caridad, pero ya culparlo por los problemas es simplemente ir demasiado lejos. Lo que estoy diciendo aquí es que esa costumbre latinoamericana de culpar a poderes externos por los fracasos es patética. Una vez que comencemos a asumir nuestra responsabilidad, podremos mejorar. Es decir, en algún punto debemos entender que somos los amos de nuestro destino. En nosotros está el poder para transformar nuestra realidad.
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Según todos los estimados, Latinoamérica cerrará este año en peor forma que otras regiones. Y hemos sido particularmente afectados por esta crisis debido a nuestras muchas vulnerabilidades. La pandemia no creó las vulnerabilidades. Únicamente las reveló. Nuestras debilidades nos indican el camino a seguir. Al tener clara la raíz del problema, será más sencillo encontrar la solución. Además, este análisis macroeconómico regional nos podría ayudar a diseñar una estrategia personal.
¿Por qué la crisis ha tenido efectos tan devastadores para Latinoamérica? En tope de la lista, tenemos el desplome de los principales socios de la región: China y Estados Unidos. Los países que tienen una relación comercial más estrecha con China sufrirán un poco menos y los que tienen una con los Estados Unidos un poco más. China crecerá en un 1% este año. Pero no estará importando como antes porque su economía ha evolucionado y ahora está más enfocada en los servicios. Por otro lado, tenemos el tema de las remesas. Los latinos en Estados Unidos y Europa no enviarán tanto dinero a sus familias en sus lugares de origen porque las cosas están duras.
La caída de los precios de las materias primas es una estacada en el corazón para Latinoamérica. Casi todo ha bajado de precio –el cobre, el hierro, la soja, el maíz, las carnes y los cereales-. Y, por supuesto, la Gran Mamá de las caídas: El petróleo. El precio del petróleo está por el suelo por la caída de la demanda y por la sobreproducción. Esto no es bueno para Venezuela, Colombia, Ecuador y México.
Y, bueno, a esto se le suma la interrupción de las cadenas de producción a nivel mundial, el cierre de fronteras, la menor demanda del turismo y los factores relacionados a las restricciones propias del tema salud. Esto no es algo particular para Latinoamérica.
Pero hablemos un poco de los políticos. El problema es que no inspiran confianza debido a la falta de claridad y a la falta de unidad. Además, gastan mucho para complacer a la gente. ¿Y qué significa esto a nivel económico? Bueno, fuga de capitales, devaluación de la moneda e inflación. ¡Bienvenidos a Latinoamérica!
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Muchos en Latinoamérica piensan que quejarse es un acto patriótico y atacar a los demás es valentía. Es decir, todos somos héroes de la razón. Y nos encanta pelear por política. He ahí nuestro problema. La política es el arte del acuerdo. El mejor político es el que sabe trabajar con los demás.
Ahora bien, ¿cómo llevamos este análisis a la acción? ¿Cómo sobrevivir en medio de este desastre? Lo primero es mantener la calma. Primera ley de sobrevivencia. No entrar en pánico. Porque eso te convierte en el eslabón más débil de la cadena, una presa fácil para los predicadores.
Luego, hay que ir a lo básico. Gastar menos y producir más. Los latinoamericanos son adictos a gastar. Todo es “necesario”. Y la prioridad es “disfrutar la vida”. O sea, pasarla bien. No pueden dejar de salir con los amigos y la familia. La fiesta, la televisión y el asado. Eso no ayuda mucho. El gran sueño es una vida de lujos. La camioneta, la casa y el último iPhone. Comenzar a eliminar de nuestra mente todas estas ridiculeces de querer vivir como un narco es un buen primer paso.
Organizar nuestro tiempo es un buen segundo paso. Ser puntual, disciplinado, y ordenado. Que la palabra empeñada sea un contrato. No perder el tiempo en tonterías. No llegar tarde a los compromisos. Construir un sistema de eficiencia para ser una máquina de productividad. Colocar más horas de trabajo y aumentar la productividad de esas horas. En Latinoamérica, las reuniones de trabajo son eternas. Entre risas y copas, pasan horas y casi nunca se llega a nada. Lo que realmente queda es una gran cuenta por pagar. Hay que rodearse de gente metódica, precisa, responsable y concreta. Hay que enfocarse. Ser como un águila, no como un mono loco.
Ahora bien, ya sabemos que tenemos que ser como el águila. Pero, ¿qué podemos cazar? He aquí la buena noticia: Pese a que las economías latinoamericanas no salen de una crisis, nosotros en lo personal no tenemos que estar en crisis permanente. Es más, vivir en un país latinoamericano puede ser una gran ventaja. El mercado latino es inmaduro, subdesarrollo y escaso de capital. No es una región particularmente próspera. Sin embargo, debido a su condición, ofrece (potencialmente) mayores retornos. Es decir, hay muchas oportunidades. O sea, se puede ganar mucho dinero.
La inmadurez ofrece muchas oportunidades de arbitraje (comprar aquí y vender allá). En Venezuela, por ejemplo, un euro normalmente vale un dólar. Pero vas a una casa de cambio en Colombia y los euros se cotizan a precios internacionales. Pero algo similar ocurre con los alimentos, un kilo de maíz, por ejemplo, en una región cuesta X y en la capital cuesta 10X. La informalidad puede ser una ventaja en muchos aspectos.
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El subdesarrollo implica que hay muchas cosas por hacer y el público quiere vivir como los países ricos. En el proceso de globalización, hay muchas oportunidades. Rappi y MercadoLibre son un ejemplo. Rappi (Colombia) está llevando la cultura del delivery a la región. Y MercadoLibre es el eBay latino. ¿Qué aplicación o servicios aún no ha llegado y por qué no estás trabajando en ello? Todo lo que tiene que ver con la economía digital, criptomonedas, blockchain, fintech y el desarrollo informativo es excelente cacería.
La escasez de capital (por devaluación, falta de inversión y fuga de capitales) implica que el capital se vuelve más valioso. Y eso significa retornos más elevados. Las economías latinas no están generando muchas divisas, porque no exportan lo suficiente. La falta de dólares implica volatilidad y distorsiones. En este escenario, el capital es rey y los márgenes de ganancias pueden ser mayores. Los precios normalmente son un gran caos debido al desorden de los mercados. Encuentra la falla y aporta la solución.
En conclusión, las crisis son una gran oportunidad. No son para quejarse. Son para trabajar más. Claro que es posible sobrevivir en medio de esta crisis. Es más, se puede sobrevivir a lo grande.