En Colombia, a pesar de que cada vez se usan más tarjetas y aplicaciones para pagar, la mayoría de las personas siguen prefiriendo el dinero en efectivo.
Aunque muchos países están cambiando a formas de pago digitales, en Colombia, el efectivo sigue siendo el rey. Según algunos reportes, el 85% de lo que gastan los colombianos en sus casas se paga con billetes y monedas. Esto se nota mucho cuando se paga el bus, se va al médico o se hace las compras del supermercado.
¿Qué es el problema central?: La exclusión financiera
La exclusión financiera priva a millones de personas de las oportunidades para prosperar, limitando su acceso a servicios básicos como créditos, seguros y cuentas bancarias. La tecnología, especialmente los pagos digitales, se vislumbra como una herramienta clave para superar la exclusión financiera. Por ende, al democratizar el acceso a servicios financieros, se abre la puerta a un mundo de oportunidades para millones de personas. Bueno, esa es la idea general.
Ciertamente, el cambio no es inmediato. La transición hacia lo digital es un proceso gradual. Se requieren múltiples ajustes para que las personas se adapten a este nuevo entorno. Además, es necesario que la oferta de productos y servicios digitales se expanda y se adapte a las necesidades reales de toda la población.
El efectivo aún es muy útil en muchos entornos
El uso del efectivo se sustenta en diversas razones. En primer lugar, es un medio de pago ampliamente aceptado y práctico en numerosos contextos. Sin embargo, en muchos casos, la persistencia del efectivo se debe a la falta de alternativas accesibles y seguras.
El término 'accesible' debe entenderse en su sentido más amplio, abarcando no solo la disponibilidad física de servicios financieros, sino también factores como la falta de familiaridad con las tecnologías digitales, la escasez de educación financiera, y la desconfianza en las instituciones financieras.
La Persistencia del efectivo en Colombia: Un análisis
La persistencia del efectivo como principal medio de pago en Colombia es un fenómeno complejo, resultado de una confluencia de factores socioeconómicos, culturales y tecnológicos. Si bien la digitalización financiera ha avanzado en los últimos años, el efectivo sigue siendo ampliamente utilizado, especialmente en ciertas regiones y sectores de la población.
Una de las principales razones detrás de la popularidad del efectivo en Colombia es la limitada accesibilidad a servicios financieros formales, especialmente en zonas rurales y áreas de difícil acceso. La falta de sucursales bancarias, cajeros automáticos y agentes corresponsales dificulta la apertura y el mantenimiento de cuentas bancarias, lo que limita el uso de tarjetas de débito y crédito. O sea, es un problema, en gran parte, de infraestructura.
En otras palabras, la baja bancarización impulsa el uso del efectivo. Paradójicamente, esto frena la adopción de soluciones digitales más convenientes, como las billeteras virtuales, a pesar de que estas suelen presentarse como alternativas más accesibles a los bancos tradicionales.
La escasez de crédito formal es otro factor que incentiva el uso del efectivo. Muchos colombianos, especialmente aquellos con ingresos bajos o informales, enfrentan dificultades para acceder a préstamos bancarios. Esto los obliga a recurrir al efectivo para financiar sus gastos y actividades económicas. El acceso al crédito es un incentivo para que salgan del efectivo.
Además, el envío de remesas desde el exterior es una fuente importante de ingresos para muchas familias colombianas. Debido a la informalidad de este sector, una gran parte de las remesas se recibe en efectivo, lo que refuerza su uso en la economía.
También, las preocupaciones sobre la seguridad cibernética y los fraudes electrónicos han llevado a muchos colombianos a preferir el efectivo, que perciben como un medio de pago más seguro. La falta de confianza en los sistemas digitales y la complejidad de algunos productos financieros también contribuyen a esta preferencia.
Y, por supuesto, los hábitos y costumbres arraigados en la población son otro factor a considerar. El uso del efectivo ha sido durante mucho tiempo la forma más común de realizar transacciones, y cambiar estos hábitos requiere tiempo y esfuerzo.
La brecha digital, es decir, la desigualdad en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, limita la adopción de servicios financieros digitales. La falta de conocimientos y habilidades digitales, especialmente en poblaciones vulnerables, dificulta el uso de aplicaciones y plataformas de pago electrónico.
La coexistencia del efectivo y lo digital
Los colombianos está cambiando la forma en que se paga, pero poco a poco. Aunque los jóvenes (centennials) usan mucho efectivo, las generaciones mayores, como la Generación X, prefieren cada vez más las tarjetas de débito.
Si bien el efectivo sigue siendo el rey, los pagos con tarjeta y aplicaciones digitales están creciendo, sobre todo entre quienes ganan menos. Las billeteras digitales, como las apps de celular para pagar, también están ganando terreno, pero su crecimiento es lento.
Colombia se está moviendo hacia un mundo donde pagamos más con tarjetas y celulares. Sin embargo, este cambio no es rápido. Por ahora, se sigue usan tanto efectivo como métodos digitales, porque cada persona tiene sus preferencias.
Estamos en un momento de transición. El efectivo y los pagos digitales convivirán por un tiempo, ofreciéndonos diferentes opciones para comprar lo que necesitamos.
Conclusión
Para promover la inclusión financiera y la adopción de métodos de pago digitales, es necesario implementar políticas públicas que aborden las causas subyacentes de esta problemática. Esto implica mejorar el acceso a servicios financieros en zonas rurales, fortalecer la educación financiera, promover la confianza en los sistemas digitales y desarrollar productos financieros innovadores que se adapten a las necesidades de la población.
La innovación es clave. Si las empresas fintech y cripto logran crear productos y servicios significativamente mejores que los ofrecidos por la banca tradicional, como créditos y seguros, las personas eventualmente migrarán hacia lo digital, atraídas por estos beneficios. En caso contrario, si se percibe como una mera novedad sin utilidad práctica para la mayoría, excepto para los jóvenes tecnófilos, surgirá una resistencia al cambio y las personas tenderán a aferrarse a lo conocido y familiar.
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