Robert Shiller es un economista muy interesante porque coloca a la economía en el diván. Es decir, es un economista con vocación por la psicología. En sus ideas, que según los suecos merecieron un premio Nobel, ha unido elementos psicológicos en el análisis de la volatilidad de los mercados financieros. Sí, señores, el amigo Bob es fanático de los vaivenes y de los altibajos. Es un pionero en el estudio de burbujas financieras. Se la pasa pensando en un tulipán. Recientemente, ha compartido sus opiniones sobre la crisis del coronavirus

Robert Shiller es la autoridad mundial en burbujas financieras. He ahí la razón por la cual no es bienvenido en las fiestas y pizza parties de la comunidad cripto. Ha tenido la osadía de llamar a Bitcoin una “burbuja” en más de una ocasión. Y por ese pecado se ha ganado otro premio, la etiqueta de persona no grata en la esfera Bitcoin. Pero, ¿qué es una burbuja? Una sobrevaloración temporal del precio. Y, nos guste o no, Bitcoin ha tenido de esos. 

Como Bitcoin es algo relativamente nuevo, es natural que muchos bitcoiners canalicen la inseguridad con un grado extra de altanería. Es una batalla entre la rebeldía de la novedad y la resistencia de lo establecido. Entonces, como somos el chico nuevo de la escuela, debemos golpear en la cara al primer bravucón que se meta con nosotros para enviar un fuerte mensaje al resto del grupo. Si no impones la imagen de chico rudo desde el primer día, nos podemos convertir en la víctima favorita de los bullies del lugar. Debido a eso, la comunidad cripto es en extremo sensible con las críticas. El asunto es el siguiente: Si no estás conmigo, estás en mi contra. 

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La etiqueta de burbuja nunca ha caído bien en la esfera cripto. La reacción normalmente ha sido la defensa devolviendo el ataque con frases como “la verdadera burbuja es el dólar”. Claro que parte del problema es que la palabra “burbuja” tiene una connotación peyorativa muy fuerte. Cuando escuchamos “burbujas”, en realidad escuchamos: -Ese activo es basura. Se cotiza a precios estúpidamente altos porque eres un tonto. Pero pronto va a colapsar. Perderás todo tu dinero por idiota-. Naturalmente ante semejante acusación, el instinto de conservación nos induce a responder: -El idiota eres tú-. Esa conversación no se da textualmente, pero sí habita en el subtexto. Hay que saber leer entre líneas. 

Claro que si un influencer de moda envía un tuit en criptotwitter diciendo que, después de que el FOMO lleve a Bitcoin a nuevos máximos históricos, debido al FUD el precio seguramente verá una corrección de más de 80%, algo que es normal en el histórico de Bitcoin, esta declaración no causaría mucho rechazo entre los cripto entusiastas. Sin embargo, lo que en realidad se está describiendo es la formación y eventual colapso de una burbuja causada principalmente por factores psicológicos. Robert Shiller se refirió al Bitcoin de finales del 2017 como una burbuja. Y fue desestimado por casi todos los criptoexpertos que para entonces hablaban de nuevos paradigmas. Muchos decían que Bitcoin terminaría el 2018 a, por lo menos, 50 mil dólares por unidad.  ¿No lo recuerdan? Si buscamos las predicciones del precio realizadas en el enero-febrero del 2018, encontramos a todos los grandes nombres de la comunidad cripto hablando de grandes números. Y todos conocemos muy bien el desenlace de ese año. 

En relación a esta crisis, en una entrevista publicado por BBC Mundo, Robert Shiller comparte sus opiniones sobre la crisis de coronavirus. Comienza hablando del miedo y otros factores irracionales que están tomando lugar. La cuestión con el miedo es que se magnifica y se esparce por todos lados. Una vez que llegan las nubes del miedo, todo se vuelve gris. El miedo puede ser causado por cualquier cosa. Un desastre natural, una quiebra importante o una pandemia. Pero la sociedad humana pasa de lo racional a lo irracional en un instante. Cuando el miedo invade, todo se sobredimensiona. El pánico se genera al exagerar el peligro. Pero lo curioso es que el pánico en sí empeora las cosas y todo el asunto se convierte en una profecía autocumplida. Es decir, en la estampida se mueren más personas que con el incendio. 

Ahora bien, el colapso de Wall Street y el de los demás mercados ocurrieron a finales del mes de marzo. La caída se dio por preocupaciones, no por reportes, porque la economía se vio golpeada realmente fue en abril y mayo. Los mercados financieros se anticiparon. Ahora los reportes son espeluznantes, pero los mercados han estado en recuperación gradual desde finales de marzo. Esto ocurre porque hay pánico en la calle, pero optimismo en los mercados financieros. Este optimismo se debe a las posibilidades de una vacuna, los planes de desconfinamiento y los anuncios de los estímulos económicos por parte de las autoridades. Los inversores no se quieren perder la ola de la recuperación. La creencia generalizada es que esta crisis podría ser una V o una U. Caída y recuperación. Los mercados están subiendo, incluido Bitcoin, porque los inversores están pensando que lo peor ya pasó y el piso lo vimos a finales de marzo. Ahora el camino es una subida. 

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El pequeño problema con esto es que podríamos tener una crisis W. Porque este optimismo es un optimismo ansioso. La cosa todavía está muy frágil como para cantar victoria. Las cosas están relativamente bien en los mercados financieros porque los inversores están disfrutando de su V. Pero un par de malas noticias y algunos reveses podrían ser suficientes para que se produzca otra caída como la vivida en marzo. Es obvio que Warren Buffett está apostando por la hipótesis de una crisis en W. 

Buffett normalmente realiza adquisiciones durante una crisis. En la última crisis, compró muchas acciones en el sector bancario. Pero en este momento para la sorpresa de todos, está vendiendo. No hay que ser un genio para saber que si Warren Buffett está vendiendo en una crisis es porque está pensando que la cosa se pondrá peor. El hombre que adora comprarles a los pesimistas, el que baila en la oficina cuando los precios bajan porque puede comprar más, el codicioso en tiempos de miedo, está vendiendo. ¡Sálvese quien pueda!

Aquí volvemos a la irracionalidad humana de la que tanto nos habla el profe Bob. El miedo distorsiona la realidad viendo las cosas peor de lo realmente son. Pero lo mismo pasa con el optimismo. El optimismo sufre de demasiada confianza y subestima el peligro. Piensa que lo peor ya pasó y que el futuro será glorioso. Los mercados financieros están en una fase optimista. La caída de marzo ya se nos está olvidando y estamos disfrutando de nuestro modesto boom. En el espacio cripto, está pasando lo mismo. Hay más optimismo que en los demás mercados incluso, debido al halving. Y estamos confiados. La posibilidad de un Bitcoin a 5 mil en estos momentos nos parece algo totalmente absurdo. Claro que esta suposición es sumamente peligrosa. 

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El problema con este optimismo que invade a todos los mercados, pero especialmente al mercado Bitcoin, es que, si el precio por cualquier razón colapsa, la comunidad entrará en shock, porque es lo último que se imaginaba. Todos quedarán desconcertados con esa “caída extraña”.  Ese hecho “extraño” se contradice con todas las expectativas y generará un pánico muy fuerte que generará una peor caída. En el 2018, mientras los Bitcoiners estaban molestos con el profesor Shiller por atreverse a llamar al Bitcoin de esa época una posible burbuja y los criptoexpertos estaban hablando de grandes pronósticos para el fin de año, la comunidad no salía de un shock con el descenso constante del precio. Todas las caídas causaban sorpresas y pánico.

He ahí el peligro de la confianza extrema. Porque es confianza con ansiedad. Es una confianza insegura. Como la confianza del que adopta una nueva religión o la confianza de la persona que se cree empresario porque se metió en un marketing multinivel. Al principio, todo es una gran fiebre. Habla de eso hasta por los codos y atormenta con el mismo tema a todos sus familiares y amigos. Se molesta con la gente que no lo sigue, pero en el momento que el pastor es acusado de abusar a un menor o su multinivel resulta ser una pirámide. Entra en shock. Y pasa del amor al odio en un instante. En conclusión, esta pandemia de ansiedad, como la llama el profesor Shiller, es territorio peligroso.