Opinión de: Reeve Collins, cofundador de Tether y presidente de STBL
Las stablecoins se han convertido en la columna vertebral universal de los mercados digitales. Cada mes, billones de dólares fluyen a través de ellas. A nivel global, liquidan operaciones, saldan remesas y proporcionan un refugio seguro para el efectivo on-chain. Sin embargo, a pesar de su amplia adopción, el diseño original apenas ha cambiado desde 2014.
La primera generación de stablecoins resolvió un problema: cómo colocar un dólar digital fiable en la blockchain. Tether USDt (USDT), y más tarde USDC (USDC), lograron precisamente eso. Simples, totalmente respaldadas y canjeables, le dieron a cripto la estabilidad que necesitaba para crecer. Pero también eran estáticas, como dólares bloqueados en una bóveda. Los tenedores no ganaban nada mientras los emisores captaban todo el rendimiento. Esa estructura encajaba en el mercado hace 10 años. En 2025, ya no es suficiente.
Ahora estamos presenciando un cambio decisivo. Si la primera ola digitalizó el dólar, la segunda lo financiariza. El rendimiento ya no está atrapado en los balances de los emisores. El principal y los ingresos se dividen en dos flujos programables.
El dólar digital permanece líquido y utilizable para pagos o finanzas descentralizadas (DeFi), mientras que el rendimiento se convierte en un activo propio, algo para mantener, comerciar, pignorar o reinvertir. Un simple token de pago se convierte en un instrumento financiero válido, un vehículo de ahorro para la era digital.
Los puntos de prueba
Las primeras pruebas ya están aquí. El fondo del mercado monetario on-chain de Franklin Templeton declara ingresos diarios y paga mensualmente. El fondo BUIDL de BlackRock superó los 1.000 millones de dólares en su primer año, distribuyendo dividendos íntegramente on-chain. Los protocolos DeFi ahora permiten a los prestatarios retener el rendimiento del Tesoro mientras desbloquean liquidez. Esto ya no son experimentos marginales; son los comienzos de un sistema financiero donde la liquidez y los ingresos pueden finalmente coexistir.
Stablecoin 2.0 va más allá con una estructura de doble token. En lugar de incrustar el rendimiento en la stablecoin, el sistema lo separa, tokenizando tanto el dólar como el rendimiento. Un token funciona como el dólar digital gastable, mientras que el otro representa el flujo de ingresos del colateral subyacente.
Esto convierte el rendimiento en una moneda por derecho propio, transparente y transferible, mientras que la stablecoin permanece líquida y utilizable como efectivo. Al mismo tiempo, la base colateral está evolucionando. Ya no se limita a dólares en una cuenta bancaria, sino que puede recurrir a una cesta diversificada de activos del mundo real de alta calidad que ahora están llegando on-chain, incluyendo bonos del Tesoro, fondos del mercado monetario, crédito tokenizado, bonos y otros instrumentos de grado institucional.
Esta doble innovación, al separar el principal del rendimiento y ampliar la gama de colaterales seguros, transforma un dólar digital estático en dinero programable y de propiedad comunitaria con fundamentos más sólidos y una utilidad más amplia.
Por qué importa
Las implicaciones son profundas. Los emisores pueden crear una stablecoin que se gasta como efectivo mientras capturan los rendimientos del colateral que la respalda. Las instituciones pueden ir más allá de simplemente estacionar activos en bonos del Tesoro tokenizados, transformándolos en herramientas dinámicas, transparentes y conformes que brindan liquidez y rendimiento. Los gobiernos y las empresas pueden emitir stablecoins de marca respaldadas por bonos del Tesoro, mercados monetarios u otros colaterales de alta calidad, desbloqueando una nueva fuente de valor que el fiat tradicional nunca podría proporcionar.
Stablecoin 2.0 cambia esa ecuación por completo. Ahora la institución puede emitir su propia stablecoin, decidir qué colateral la respalda y capturar todo el rendimiento de las reservas que circulan dentro de su red. Cada dólar que se mueve se convierte en un medio de intercambio y un activo productivo.
Vientos de cola regulatorios
Los reguladores de todo el mundo están pasando de proyectos piloto a marcos completos. El régimen de Mercados de Criptoactivos de Europa ha entrado en vigor con emisores con licencia, mientras que Hong Kong y Singapur están abriendo la puerta al uso comercial.
En Estados Unidos, las propuestas bipartidistas señalan que la legislación sobre stablecoins ya no es cuestión de si, sino de cuándo. Al mismo tiempo, los mayores gestores de activos están tokenizando reservas, dando a las instituciones una forma de mantener y verificar colaterales on-chain. Estos cambios crean una base de confianza y legitimidad que posiciona a las stablecoins como infraestructura financiera central.
De la misma manera que las tarjetas de crédito remodelaron el comercio y la negociación electrónica remodeló los mercados, las stablecoins están preparadas para redefinir cómo se mueve el dinero y quién cosecha las recompensas.
El panorama general
Para los consumidores, esto significa tener un dólar digital que finalmente funciona para la red, no solo para el emisor. Para las instituciones, significa convertir el efectivo inactivo de sus balances en herramientas transparentes, conformes y generadoras de ingresos. Para los gobiernos, significa emitir monedas nacionales o empresariales que preserven la soberanía mientras retienen valor. Y para el ecosistema DeFi, significa bloques de construcción componibles con rendimiento incorporado, impulsando todo, desde derivados hasta remesas.
La historia de las stablecoins refleja la historia del dinero mismo. El primer capítulo lo digitalizó.
El segundo lo hace productivo, transparente y programable. Ese cambio ya está en marcha.
Opinión de: Reeve Collins, cofundador de Tether y presidente de STBL.
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