¿Por qué tenemos Bitcoin? ¿Cuál es el propósito de esa compra? Si compramos un automóvil, podríamos decir que el propósito de la compra es el transporte. Si compramos un inmueble, podríamos decir que es la vivienda. En fin, la ropa, la comida, Netflix, el seguro de salud, y además cosas por el estilo. Gastamos dinero en todo esto por valor de uso. Ya sea un bien o un servicio. El consumo es el propósito final. Claro que nuestras compras no siempre cumplen un propósito práctico en el sentido más estricto. En muchos casos, una compra también sirve un propósito social. Suelen ser símbolos de estatus. Pero, en términos generales, podríamos decir que la mayoría de nuestros gastos satisfacen una necesidad práctica. ¿Qué necesidad satisface Bitcoin? ¿Cuál es la intención detrás de esta compra? 

Bitcoin es un código. En otras palabras, es una abstracción en la misma categoría que el idioma, las matemáticas, y el tiempo. De hecho, el dinero es el verdadero responsable por la creación de la escritura. El contador es el primer escritor. En fin, la civilización le debe mucho a las primeras ciudades comerciales. 

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El regalo es el antepasado prehistórico del dinero. En el paleolítico, las sociedades humanas funcionaron bajo una economía de regalo. Sin embargo, en la medida que el intercambio se volvió más impersonal surgió la necesidad de crear un nuevo mecanismo. ¿Qué es el dinero? El dinero es un contrato. Una promesa, un pacto, un acuerdo. Carece de valor de uso, pero posee valor de intercambio dentro de un grupo social determinado. He aquí el truco. Al igual que el idioma, el grupo debe aceptar ese contrato para que pueda funcionar. 

Bitcoin es un cochinito de ahorro. Lo que normalmente llamamos una alcancía. O, en términos más elegantes, una reserva de valor. El Club Bitcoin es un lugar pequeño y exclusivo. Entonces, el precio de la acción sube con la llegada de nuevos miembros. Ahora bien, se compra Bitcoin para obtener un beneficio económico. La idea es comprar barato y luego vender caro, aprovechando las fluctuaciones del precio. Damas y caballeros, esto es lo que normalmente llamamos “especulación”. Bitcoin es un activo especulativo. Duélale a quien le duela. 

Ah, pero, ¿por qué nos molesta tanto la palabra “especulación? Bueno, porque el término normalmente se usa en su connotación peyorativa. Se asocia con la falta de ética. Específicamente con la codicia, la ignorancia, la impaciencia, y la irresponsabilidad. Sin embargo, me temo que todos somos especuladores. Lo que ocurre es que al especulador inmaduro se le suele llamar “especulador” y al especulador serio se le suele llamar “inversor”. En el caso del especulador cortoplacista se usa el término “trader”. 

Un especulador, en el sentido coloquial del término, compra un negocio para venderlo lo más pronto posible, obteniendo una ganancia con el cambio del precio de mercado. Un inversor compra un negocio con la intención de recuperar su capital con los dividendos que genere el negocio en el tiempo. 

Los activos no productivos no aportan ganancias o dividendos. Esos activos se conocen como “activos especulativos”, porque el beneficio proviene únicamente de su apreciación. El inmueble que habitamos es esencialmente un pasivo. Tiene un valor de uso, porque provee un techo para nosotros. Si tenemos un inmueble y lo damos en alquiler a un tercero, ese activo productivo sería una inversión. Por otro lado, si compramos un inmueble a muy buen precio y luego pretendemos venderlo pronto al mejor postor, aprovechando la volatilidad del mercado, esta es una operación meramente especulativa. 

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De hecho, todo comerciante es un especulador. Compra barato y vende caro. De ese modo, obtiene sus ganancias. Es una operación de arbitraje. En el comercio, normalmente no hay creación de riqueza sino transferencia de riqueza. En este sentido, una granja, o una fábrica es diferente, porque hay creación de riqueza. Una compañía normalmente crea riqueza. Y activos especulativos como el oro, una antigüedad, o una obra de arte son en fondo transferencia de riqueza.  

Si eliminamos por un momento la connotación negativa de la palabra “especulación”, y nos centramos en los temas de reserva de valor y transferencia de riqueza, estamos hablando básicamente de beneficio económico por la apreciación de activos. La idea de tener un cochinito del ahorro no es un acto inmoral. No hay nada malo con comprar un activo que pensamos que subirá de precio en el futuro para obtener una ganancia. El dinero no es impuro. Es un instrumento de intercambio. Ese cochinito podría estar garantizando la educación de un hijo, nuestro retiro, o nuestra libertad financiera. 

Ahora bien, ¿por qué es importante saber diferenciar un activo especulativo de un activo productivo? Cuando la ganancia de nuestra inversión depende exclusivamente de la apreciación de un activo, estamos dependiendo principalmente de factores externos. En este caso, del mercado. Es muy difícil predecir la demanda futura. Lo que quiere decir que los activos especulativos, como norma general, son más arriesgados que los activos productivos. 

Con los activos especulativos, normalmente estamos más expuestos a lo impredecible. El dueño de una panadería puede hacer muchas cosas para aumentar la productividad de su empresa. Ciertamente, muchas cosas están fuera de su control. Pero muchas sí lo están. No ocurre lo mismo con los activos especulativos. En estos casos, el mercado tiene la última palabra. 

En el caso de Bitcoin, nosotros podemos comprar, vender o mantener. Pero no tenemos control directo sobre el precio. Podemos hacer predicciones y estimados. Pero estas predicciones no dejan de ser suposiciones nuestras. Son contemplaciones personales de un futuro probable, pero no tendrán un efecto concreto en el precio. 

En el caso de los activos productivos, por ejemplo, se crea riqueza, normalmente, dominando un mercado. Apple en el mundo de los teléfonos inteligentes. Google en motores de búsqueda. Amazon en el comercio en línea. En el caso de los activos especulativos, la transferencia de riqueza se da gracias a la confianza del público y al capital disponible. Es un entorno más emotivo, incierto e irracional, porque la subjetividad es lo más importante a la hora de fijar un precio. No hay reportes de ventas o cosas por el estilo. Solo alta demanda o baja demanda.

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Los activos especulativos más seguros son los tienen su demanda garantizada. El oro tiene posibles compradores, por ejemplo: La joyería, la industria y los Gobiernos. Los diamantes, por otro lado, son inversiones mucho más arriesgadas. El arte también es un activo complicado. Claro que estos activos pueden ser sumamente rentables, porque la falta de liquidez a veces dispara el precio hacia arriba con bastante agresividad. Eso implica grandes oportunidades. 

Pero sería un error idolatrar a los activos especulativos, porque la transferencia de riqueza tiene sus límites. Hace poco vi un documental sobre una familia que recorre el mundo en una van promoviendo Bitcoin. De modo muy ingenuo, el padre relató un futuro donde nadie tendría que trabajar gracias a Bitcoin. Asumo que estaba exagerando a propósito para crear un efecto dramático en la filmación. Pero podemos usar esto como un ejemplo de pensamiento fantástico. Bitcoin no crea nada. El código no se come. Los activos especulativos solo pueden existir en un mundo con producción. Hay que trabajar. Podemos especular. Pero no podemos olvidar que el mundo también requiere creación de riqueza. No podemos olvidar eso a la hora de invertir. No hay reemplazo al trabajo duro. Esa es la salsa secreta del dinero.