En este viaje apasionante del mundo cripto, hay un tipo de activo digital que va con paso firme, ganándose un lugar en el día a día de nuestra región: las stablecoins. Y no es casualidad. En un continente donde la estabilidad económica a veces parece un espejismo y la búsqueda de alternativas al dólar es una constante, estas monedas digitales que buscan mantener su valor anclado a una divisa tradicional están demostrando ser un aliado de peso.
La noticia que nos llega es como agua de mayo: las stablecoins están integrándose cada vez más con las plataformas de pago que ya usamos a diario. Imaginen poder usar sus stablecoins para comprar el pan, pagar el café o hacer las compras del supermercado, ¡como si fuera la moneda local!
Una alianza clave que está marcando la pauta es la unión de un gigante de las tarjetas de crédito, Visa, con una empresa tecnológica llamada Bridge (que ahora forma parte de Stripe, otra peso pesado de los pagos online). ¿El resultado de esta sociedad? La posibilidad de que las empresas de tecnología financiera (fintechs) emitan tarjetas que funcionan con stablecoins. Pero aquí viene lo interesante: estas tarjetas tienen la magia de convertir automáticamente tus fondos en stablecoins a la moneda local del comercio en el preciso momento en que haces la compra.
¡Así de sencillo! Para el usuario, la experiencia es casi transparente, como usar cualquier otra tarjeta, pero por debajo, la potencia de las criptomonedas está funcionando.
Y ya hay pioneros en esta movida. Una plataforma online muy popular en nuestra región, que funciona como una billetera digital, anunció hace poco que lanzará su propia tarjeta Visa vinculada a stablecoins. En la imagen que compartieron, se veía el logo de una stablecoin en particular, lo que nos da una pista de cuál será la principal opción al principio. Sin embargo, no sería extraño que en el futuro se sumaran otras stablecoins a la fiesta, ya que esta plataforma ya permite manejar varias de ellas.
Pero esta empresa no está sola. Parece que otras fintechs de la región también se subirán a este carro de la mano de Visa y Bridge. Esto significa que en varios países de Latinoamérica, como Argentina, Colombia, Ecuador, México, Perú y Chile, pronto podríamos ver proliferar estas tarjetas que hacen mucho más fácil gastar stablecoins en cualquier comercio que acepte Visa. Y la cosa no se detiene ahí, ya que se espera que esta iniciativa se extienda a otras partes del mundo en el futuro.
¿Por qué tanto revuelo con las stablecoins en Latinoamérica? La respuesta es multifactorial. En primer lugar, la creciente demanda de estos activos digitales en la región es innegable. Un informe reciente reveló que, en 2024, ¡más del 40% de todas las operaciones con criptomonedas en Latinoamérica se hicieron con una stablecoin en particular, superando incluso al mismísimo Bitcoin en volumen de transacciones! Esto nos dice mucho sobre la preferencia de los usuarios por la estabilidad que ofrecen estos activos en comparación con la volatilidad de otras criptomonedas.
En segundo lugar, en algunos países de nuestra región, la adopción de stablecoins está llegando incluso a niveles institucionales. Un caso paradigmático es el de Bolivia. Ante una importante escasez de dólares, el gobierno está explorando activamente la posibilidad de usar stablecoins para operaciones clave de importación, como la compra de combustible. Esto demuestra cómo, en situaciones económicas complejas, las stablecoins pueden ofrecer una alternativa para sortear la falta de divisas tradicionales y mantener el funcionamiento de la economía.
Pero las tarjetas vinculadas a stablecoins no son la única novedad en este cruce entre el mundo cripto y los medios de pago tradicionales. También se anunció el lanzamiento de una tarjeta Visa recargable con Bitcoin que tiene una particularidad muy interesante: ¡no requiere los tediosos procesos de verificación de identidad que a veces nos complican la vida! Esta característica la convierte en una opción muy atractiva para aquellos usuarios que valoran su privacidad, especialmente en regiones como Latinoamérica donde el nivel de bancarización aún es limitado.
Entonces, ¿qué significa todo esto para nosotros, los latinoamericanos? Significa que las stablecoins están dejando de ser solo un activo digital para convertirse en una herramienta real para nuestro día a día. Su capacidad para mantener un valor estable, anclado a una moneda que conocemos, combinada con la facilidad de uso que ofrecen estas nuevas tarjetas, las convierte en un aliado potencial para enfrentar los desafíos económicos de la región.
Imaginemos las posibilidades: enviar dinero a familiares en otro país de forma rápida y con comisiones bajas, proteger nuestros ahorros de la inflación local manteniéndolos en una stablecoin referenciada al dólar, o simplemente pagar nuestras compras diarias con la misma facilidad que una tarjeta de débito tradicional, pero con la potencia y la transparencia de la tecnología blockchain por detrás.
Las stablecoins tienen el potencial de democratizar el acceso a servicios financieros, de ofrecer una alternativa más eficiente y económica a las remesas, y de brindar una capa de protección contra la volatilidad de las monedas locales. Su integración con la infraestructura de pagos existente es un paso gigante hacia una adopción más amplia y hacia la normalización del uso de activos digitales en nuestra vida cotidiana.
En definitiva, las stablecoins están demostrando ser mucho más que una moda pasajera en Latinoamérica. Se están consolidando como un aliado valioso, facilitando las transacciones, ofreciendo estabilidad en entornos económicos turbulentos y abriendo nuevas oportunidades para la inclusión financiera. La alianza entre el mundo cripto y los gigantes de los pagos tradicionales es una señal clara de que estos activos digitales llegaron para quedarse y que su utilidad en nuestra región no ha hecho más que empezar a desplegarse. ¡Así que estemos atentos, porque el futuro de los pagos en Latinoamérica podría tener mucho sabor a stablecoin!
Al final, el usuario elige lo útil, lo que resuelve su necesidad, sin importar visiones idealistas. La predicción de Bitcoin como moneda diaria masiva no se concretó. Irónicamente, se atesora, mientras las stablecoins facilitan pagos, paradójicamente afianzando al dólar en la práctica cotidiana. La adopción real se centra en la solución tangible, la herramienta funcional, más allá de la intención original.
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