Según un reciente informe de Bitwise, las transacciones con stablecoins, criptomonedas que buscan mantener un valor estable, pegadito a una moneda tradicional como el dólar, ¡han movido más dinero que el gigante de las tarjetas de pago en lo que va de año! ¡Más que Visa!
Nos habla de un cambio tectónico en cómo se está moviendo el dinero en el mundo digital. Las stablecoins, esas primas hermanas de Bitcoin, pero con la volatilidad bajo control (al menos en teoría), están demostrando ser mucho más que una moda pasajera. Su crecimiento, como bien señala el informe, es sencillamente impresionante.
¿Y cuál es el secreto de este auge? Pues, la eficiencia pura y dura. Imaginen poder enviar dinero a cualquier parte del mundo, las 24 horas del día, los siete días de la semana, y que llegue casi al instante con costos mucho más bajos que las transferencias bancarias tradicionales, esas que a veces parecen viajar en carreta. Las stablecoins ofrecen esa velocidad y esa economía, dejando en evidencia la lentitud y las comisiones de sistemas como el SWIFT. Están, lisa y llanamente, revolucionando la manera en que concebimos el movimiento del valor.
Además, no podemos obviar su papel protagónico en el universo de las finanzas descentralizadas (DeFi). Allí, las stablecoins son como la moneda oficial, el punto de referencia confiable para un sinfín de operaciones financieras: préstamos, intercambios, generación de rendimientos… Sin ellas, el castillo de naipes de las DeFi tambalearía.
Pero como en todo cuento, no todo es color de rosa. Uno de los fantasmas que acechan es la famosa "presión de canje". Imaginen por un momento que la gente empieza a dudar de la estabilidad de una stablecoin. Si muchos usuarios deciden vender sus monedas al mismo tiempo, temiendo que pierdan su anclaje al dólar, se puede generar una estampida. Esto podría poner en aprietos serios a quienes emiten estas monedas, especialmente a las stablecoins algorítmicas, esas que dependen de complejos algoritmos para mantener su valor, o a las que no tienen un respaldo sólido. La desestabilización de un emisor importante podría tener un efecto dominó en todo el mercado.
Otro punto crítico es la gestión de las reservas. ¿Qué respalda realmente a estas stablecoins? Si las empresas que las emiten no tienen suficientes activos para cubrir el valor total de las monedas en circulación, o si esas reservas no son transparentes, la confianza se evapora. Y en este negocio, la confianza es oro. Una gestión opaca o insuficiente de las reservas puede generar un contagio peligroso si un emisor grande falla. La falta de supervisión regulatoria en algunas jurisdicciones no hace más que agravar este problema.
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar estos escenarios catastróficos? Se han propuesto varias soluciones que suenan bastante lógicas. Primero, la transparencia total: una prueba de reservas en tiempo real, directamente en la blockchain, sería ideal. Y que esas reservas estén en activos seguros, como bonos del Tesoro de EEUU o incluso en las arcas de los bancos centrales.
Segundo, una regulación robusta es fundamental. Necesitamos reglas claras que garanticen la separación de los fondos de los usuarios, una gestión transparente por parte de los emisores y auditorías rigurosas de los contratos inteligentes que hacen funcionar estas stablecoins.
Y tercero, los propios protocolos deben incorporar mecanismos de defensa. Cosas como "cortocircuitos" automáticos para detener operaciones sospechosas o límites a la cantidad de stablecoins que se pueden canjear en un período corto podrían ayudar a gestionar las salidas masivas en momentos de pánico y evitar una desestabilización repentina.
Es interesante notar que, aunque el volumen de transacciones de stablecoins experimentó un descenso en 2024, el crecimiento a largo plazo sigue siendo innegable. En apenas cinco años, estas monedas digitales acortaron una brecha enorme con Visa, cuyo volumen era diez veces mayor en 2020. Esta demanda creciente no ha pasado desapercibida para las instituciones financieras tradicionales e incluso para estados como Wyoming en EEUU, que están considerando seriamente emitir sus propias stablecoins.
Aquí se abre otro debate interesante: ¿cómo serán esas stablecoins emitidas por los bancos y otras entidades tradicionales? ¿Seguirán el modelo descentralizado de las USDT y USDC, operando en blockchains públicas sin permisos? ¿O se inclinarán por blockchains privadas con permisos, controlando quién puede participar? Algunos expertos se hacen esta pregunta. De hecho, se cree que la banca tradicional preferirá los modelos con permisos, lo que podría generar fricciones con la filosofía de descentralización que impulsa a muchas stablecoins.
La verdad es que la forma final que adopten estas stablecoins "tradicionales" dependerá en gran medida de la legislación que se apruebe en lugares como el Congreso de EEUU y la Unión Europea. Hasta hace poco, la emisión de stablecoins era un terreno pantanoso sin muchas reglas claras, pero los incidentes de desvinculación y colapso han puesto en alerta a los reguladores a nivel global.
En este sentido, la certeza regulatoria es clave. Leyes como la STABLE Act en EEUU podrían ser el catalizador para un crecimiento aún mayor, al ofrecer un marco legal claro que proteja a los usuarios y fomente la adopción.
Finalmente, no podemos olvidar la dimensión internacional. La coordinación entre organismos como el Banco de Pagos Internacionales (BIS) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) será crucial para establecer estándares para los pagos transfronterizos con stablecoins.
Y, no menos importante, los reguladores deberán encontrar un equilibrio delicado entre la necesidad de cumplir con las normas contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, y el respeto a la privacidad de los usuarios. ¿Cómo se verificará la identidad y se rastrearán las transacciones sin pisotear los derechos individuales? La respuesta a esta pregunta será determinante para la adopción masiva de las stablecoins.
En definitiva, el panorama es fascinante. Las stablecoins están demostrando ser una fuerza disruptiva en el mundo de las finanzas, superando incluso a gigantes como Visa en volumen de transacciones. Su eficiencia y su papel en las DeFi son innegables.
Sin embargo, los riesgos sistémicos son reales y deben abordarse con seriedad a través de una regulación inteligente y mecanismos de seguridad robustos. El futuro de las stablecoins, y su impacto en el sistema financiero global, dependerá en gran medida de las decisiones que se tomen en los próximos años en materia regulatoria y de la capacidad de la industria para autogestionar los riesgos inherentes a esta tecnología. Estaremos atentos a este apasionante pulso entre la innovación y la precaución.
Ahora bien, estas "monedas estables" que buscan la solidez del dólar, ¡superando al mismísimo Visa! Pero ojo, que esa estabilidad prometida coquetea con riesgos de desestabilización y reservas opacas. Un mundo fascinante donde la búsqueda de la calma financiera digital puede desatar sus propios huracanes.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
