La semana pasada, justo después de ese apagón general que dejó a España a oscuras (literal y figurativamente), me puse a reflexionar en un artículo sobre la aparente fragilidad del euro digital frente a estos colapsos eléctricos y la ausencia de internet. Y ojo, que mi intención no era tanto demonizar al euro digital en sí, sino más bien poner el dedo en la llaga de nuestra creciente dependencia tecnológica y recordarnos que, señores, ningún sistema es infalible. La posibilidad de que las cosas fallen es tan real como un billete de cinco.

Ahora bien, la gente del euro digital, o allegados al proyecto, me hicieron llegar un correo que me puso a pensar un poco más en el asunto. Parece que, efectivamente, el equipo detrás de esta moneda digital del Banco Central Europeo (BCE) ha estado considerando escenarios como estos y, ¡sorpresa!, tienen bajo la manga algunas soluciones para que los pagos sigan fluyendo incluso cuando la luz se va y el Wi-Fi se esfuma. Hablamos, ni más ni menos, que de la funcionalidad offline del euro digital.

Y a ver, seamos claros, nunca dije que no existieran soluciones. Lo que sí sostengo, con la convicción que me da vivir en carne propia los vaivenes de un país como Venezuela, es que siempre es bueno tener un plan B, C y hasta la Z. Porque sí, el euro digital puede tener su modo offline, pero seamos realistas: si la cosa se pone fea de verdad y todo colapsa, hasta la batería de nuestros flamantes teléfonos inteligentes se va a agotar más rápido que un helado en pleno verano.

Pero vamos a desglosar esta funcionalidad offline que nos presentan. La idea central es que, incluso sin conexión a internet o redes de telecomunicaciones, los usuarios podrían seguir pagando con sus euros digitales. ¿La clave? Que tanto el dispositivo del pagador (ya sea un móvil con una app especial o una tarjeta inteligente) como el terminal de pago del comercio tengan batería. Sí, así de sencillo (y a la vez, potencialmente complicado).

Porque pensemos un momento: durante un apagón generalizado, ¿cuántos comercios realmente mantienen sus puntos de venta con baterías operativas por un tiempo prolongado? En el caso de España, parece que algunos sí, lo cual es una buena señal. Pero depender enteramente de que ambos extremos de la transacción tengan suficiente carga eléctrica en medio de un caos no me termina de convencer del todo.

Sin embargo, hay que reconocer el esfuerzo por diseñar una infraestructura que sea lo más resiliente posible. También se menciona que el BCE está trabajando en una redundancia geográfica de los servicios del euro digital. Esto significa que los sistemas correrían simultáneamente en varias regiones. Si falla un centro de datos por un problema técnico (o, digamos, un apagón masivo en una zona específica), las solicitudes de pago se redirigirían automáticamente a otras regiones operativas. En teoría, esto minimizaría las interrupciones para el usuario final, que ni siquiera se daría cuenta del problema. ¡Ojalá funcione tan fluido como lo pintan!

Y aquí es donde entra en juego esa vieja confiable que todos conocemos: el efectivo. Hoy por hoy, el efectivo es nuestro principal salvavidas cuando las cosas se tuercen. Y en ese sentido, el euro digital, con su funcionalidad offline, busca ser un complemento, otra línea de defensa para esos momentos de crisis. No se trata de reemplazar al billete y la moneda física por completo, sino de ofrecer una alternativa digital que también pueda funcionar en escenarios adversos.

Ahora, permítanme insistir en mi punto, con la sabiduría que me ha dado vivir en un país donde las fallas de todo tipo son el pan de cada día. Sí, tener soluciones offline y una infraestructura redundante para el euro digital es un avance importante. Pero la realidad es terca. Las baterías se agotan, las fallas técnicas ocurren, y la dependencia excesiva de un solo sistema, por muy robusto que parezca, siempre conlleva riesgos.

Por eso, mi humilde consejo, basado en la experiencia venezolana, es que nunca pongamos todos los huevos en la misma canasta digital. Tengamos nuestras soluciones online, sí, aprovechemos la tecnología. Pero no olvidemos las soluciones offline, las de toda la vida. Y, sobre todo, cultivemos esas otras "medidas de seguridad" que no dependen de un enchufe o una señal de internet: la buena relación con el vecino, la confianza con el señor del supermercado de la esquina. Porque a la hora de la verdad, cuando todo falla, mientras más recursos tengamos a mano, mejor. Y menos dependemos de que nuestro celular tenga la batería al 100%.

El euro digital con su funcionalidad offline es una propuesta interesante que busca abordar una de las principales preocupaciones sobre las monedas digitales de banco central. Pero no olvidemos que la tecnología, por más avanzada que sea, no es infalible. Así que, celebremos las soluciones, pero mantengamos la sensatez y la previsión. Porque más vale prevenir que lamentar, y tener un billete en el bolsillo y un buen vecino nunca está de más.

Y es que esta fe ciega en la tecnología, esta asunción de que "siempre estará ahí", puede jugarnos una mala pasada cuando menos lo esperamos. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, a la conexión constante, y olvidamos que detrás de cada transacción digital hay una compleja red de energía, servidores y comunicaciones que, como cualquier creación humana, es susceptible a fallos. Depositar toda nuestra confianza en un sistema, por sofisticado que sea, sin tener alternativas sólidas, es como construir un castillo de arena frente a la marea.

Por eso, cuando alguien nos dice con total certeza que "todo está garantizado" y que "no hay riesgo", una dosis saludable de escepticismo nunca está de más. La historia está plagada de sistemas que parecían invencibles y terminaron colapsando. La promesa de una continuidad de pagos sin fisuras es atractiva, pero la realidad siempre encuentra maneras de sorprendernos. Mantener algunas reservas al margen, ya sean en efectivo o en otras formas de valor tangibles, no es ser anticuado, es ser previsor. En un mundo cada vez más digitalizado, recordar la importancia de lo analógico puede ser nuestra mejor póliza de seguro.

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