El coronavirus sigue haciendo de las suyos y los mercados financieros en todo el mundo han reaccionado fuertemente. Las bolsas cayeron. El petróleo cayó. Y el oro subió debido a los miedos. Las preocupaciones de una pandemia están teniendo claras consecuencias económicas. Muchas industrias ya se han visto directamente afectadas con las medidas preventivas que se han tomado. El turismo en Italia y España, por ejemplo, se ha sido golpeado. El sector manufacturo en China, pues, ni hablar. ¿Se podrá contener la propagación del virus en un futuro cercano? La incertidumbre está causando estragos. Los inversionistas se están protegiendo y están buscando un refugio seguro. Mientras todo esto pasa, ¿qué es de la vida de nuestro querido amigo Bitcoin?
Bueno, Bitcoin se fue en picada, poniendo en duda la teoría que imperó a principios de año. ¿Recuerdan? ¿No? Les recuerdo. Muchísimos analistas gritaron a los cuatro vientos que el precio de Bitcoin subió dramáticamente debido a las preocupaciones en torno al coronavirus y esto, según los mencionados analistas, era una prueba “irrefutable” que las personas consideraban a Bitcoin con un oro digital en tiempos de crisis (falso dogma). A pesar de que los datos han confirmado en innumerables ocasiones que Bitcoin en realidad es un activo no correlacionado. ¿Entonces? Ahora bien, hablemos de las criptonoticias más leídas de la semana.
Dos órdenes de venta de Bitcoin por USD 10 millones sugieren que las ballenas anticipan una corrección severa en el precio de BTC
Siempre caemos en la tentación de crear complejas teorías de conspiración para explicar las cosas que no entendemos. Los mercados financieros son especialmente vulnerables a estas tentaciones porque su complejidad es tal que todo es un gran misterio. Los variables son tantas que es casi imposible determinar a ciencia cierta los cómos y los porqués de su comportamiento. Claro que las cosas suceden por una razón. Obviamente que existen causas. Pero el hecho es que no contamos con toda la información necesaria para formar una teoría mediamente creíble para todos los días. Entonces, caemos atrapados en el mundo infinito de las supersticiones. Como no sabemos toda la historia y eso es simplemente insoportable para nuestros sensibles corazones, inventamos una historia. Es decir, recurrimos a la fantasía para que nos consuele.
La triste realidad es que rara vez conocemos todos detalles de lo que realmente ocurre tras bastidores. Las noticias no nos cuentan todo. El mundo está demasiado fragmentado como para que la prensa haga público todo lo que sucede. En el espacio cripto, tenemos como tradición la creación de elaboradas teorías sobre las ballenas. No conocemos ni los nombres de estas benditas ballenas y pensamos que sabemos todo sobre sus intenciones y maniobras. Esa es una mentira que ni nosotros creemos. Un par de órdenes en un exchanges no nos dicen mucho porque desconocemos el contexto. No son suficientes para sacar tantas conclusiones. Muchos de nosotros no sabemos todo lo que pasa en nuestras propias casas. No podemos predecir lo que haremos con nuestra pareja durante el fin de semana, pero pretendemos comprender con todo lujo de detalles un mercado compuesto por millones de personas, desconocidas y profundamente irracionales.
Un narcotraficante irlandés le dice a la policía que se perdieron las claves privadas de 56 millones de dólares en Bitcoin confiscados
Ciertamente que existen personas que nos recuerdan al pato Lucas. Son personajes que simplemente carecen de suerte. Parecen haber nacido sin ángel de la guarda y sus vidas intentan imitar las historias del coyote y el correcaminos. “Salados” en Venezuela. “Mufa” en Argentina. Sujetos con mucha mala suerte. Y tenemos la trágica historia del dublinés Clifton Collins. ¡Pobre Cliff! El amigo Cliff fue encarcelado recientemente por tráfico de drogas y el Tribunal Supremo Irlandés dictaminó la confiscación de sus 56 millones de dólares en Bitcoin. Resulta ser que Cliff no puede dar sus BTCs a las autoridades competentes. Él afirma que perdió las claves.
Como hombre precavido vale por dos, Cliff decidió crear 12 cuentas distintas para almacenar sus bitcoins en una cruzada heroica contra los hackers. Transfirió 500 BTCs a cada una de ellas. Luego, imprimió todos sus claves prudentemente en un trozo de papel que colocó estratégicamente en un envase de aluminio ubicando dentro de su equipo de pesca. Hasta aquí vamos bien. Pero cuando fue arrestado por tráfico de cannabis en 2017 hubo un allanamiento de morada en el lugar. Después, el dueño del lugar (porque Collins vivía alquilado) solicitó limpiar la casa y en el proceso desecharon las pertenecías de nuestro acontecido amigo Cliff. Sí, todo, caja, caña, anzuelos, mosquitos de goma, papelitos con claves privadas y sueños dorados. El fruto de años de trabajo en el mundo del crimen se despareció mágicamente al ritmo una canción de Bob Marley. ¡Puff!
Los criptomonedas aparecen en Los Simpsons donde Jim Parsons explica que son “el dinero del futuro”
Los antiguos griegos tenían el Oráculo de Delfi. En el medioevo, las personas acudían a los gitanos para describir su futuro. Nosotros tenemos a Los Simpsons. El emblemático programa televisivo no solo es un inventario de la sociedad actual, también es una ventana hacia el futuro. En Los Simpsons, tenemos de todo. Es un reflejo de nuestro mundo. Entonces, podemos decir que si algo aparece en Los Simpsons, ese algo oficialmente existe. Es un verdadero ritual de paso para una celebridad o una idea importante. En cierto modo, es una forma de reconocimiento. El solo hecho de que los Simpsons hayan explicado las criptomonedas como el “dinero del futuro” es un gran avance para nosotros. No es algo trivial. De hecho, es un acontecimiento sumamente significativo.
¿Qué es e-krona? ¿Y por qué nada será como antes?
Por supuesto que siempre vemos con recelo todos los anuncios relacionados a las criptomonedas estatales. Los bitcoiners caemos en el error de ver al dinero fíat como una competencia. Y solo la idea de que los bancos centrales utilicen nuestra tecnológica para “criptonizar” sus monedas nos hace explotar de la rabia. Es lo mismo que sintió Steve Jobs cuando descubrió que Bill Gates había copiado descaradamente el sistema operativo de su Macintosh. Pero, nos guste o no, debemos aceptar la realidad. La ola viene y no la podrá parar nadie. En el futuro, todas las monedas fíat serán criptomonedas estatales. Y no es cosa del otro mundo.
A veces se nos olvida que el dinero fíat es prácticamente todo dinero electrónico. Entonces, la utilización por parte de los bancos centrales de la tecnología blockchain es básicamente una actualización. Es un cambio de forma, pero no de fondo. Seguirá siendo dinero fíat. Solo que un poco más eficiente, digitalmente hablando. Francamente, no veo que esto sea perjudicial para Bitcoin. Todo lo contrario. Las criptomonedas estatales y Bitcoin podrían complementarse en sistemas híbridos. E-krona es un proyecto serio que podría llegar a ser sumamente influyente por la credibilidad que disfrutan sus ejecutores. Todos los bancos centrales del mundo están muy atentos con e-krona.
¿Cuántos Bitcoins necesitamos tener para formar parte del grupo del 1% más rico?
Todos queremos ser parte del club. El problema es que nos desagradan los clubes demasiado accesibles. Preferimos siempre los grupos más exclusivos. Si es difícil para entrar, tal vez vale la pena tener una membresía. El club más valioso es siempre aquel que no nos acepta como miembros. O sea, el club inalcanzable. El titular de esta criptonoticia en particular nos resulta muy atrayente por el asunto de los clubes exclusivos. Pero luego cuando nos enteramos que solamente necesitamos 0.28 BTC para ser parte del 1%, nos invada la desilusión. Es muy fácil ser miembro de este club. Tal vez que mejor ser parte del 0.001%.
Lo curioso aquí es que, según ese dato, resulta evidente que la concentración de Bitcoin en pocas manos es abismal. La desigualdad en este espacio es incluso mayor que en el resto de la sociedad. Eso nos lleva a un problema existencial muy hondo. ¿Qué pasó con la descentralización? ¿Es puro discurso? Claramente un tema complicado.