El sector bancario, con su larga historia y su profunda dependencia de la confianza y el cumplimiento normativo, se encuentra inmerso en una de sus transformaciones más profundas. La presión por modernizar los servicios, reducir costos operativos y mejorar la experiencia del cliente es inmensa. 

Sin embargo, este proceso no implica un simple reemplazo de lo antiguo por lo nuevo, sino una integración estratégica de tecnologías avanzadas como la blockchain y la computación en la nube (cloud computing). El objetivo no es otro que mantener la competitividad en un entorno donde los nuevos actores del mundo digital amenazan con desplazar a los gigantes de siempre.

La clave de este movimiento es la adaptación, no la sustitución. La banca tradicional está utilizando las herramientas disponibles para optimizar lo que ya hace bien, pero con mayor eficiencia. No se trata de eliminar los sistemas centrales que han funcionado durante décadas, sino de construir sobre ellos una capa digital más ágil y transparente.

Para cualquier institución financiera, la regulación no es un obstáculo a sortear, sino el marco fundamental de su existencia. Los bancos operan bajo normas estrictas de prevención de lavado de dinero, conozca a su cliente (KYC) y protección de datos. Aquí es donde la nube juega un papel fundamental.

Inicialmente, hubo escepticismo sobre mover datos sensibles a servidores externos, pero hoy, las nubes privadas y los modelos híbridos han ofrecido una solución robusta. La computación en la nube permite a los bancos acceder a capacidad de procesamiento y almacenamiento masivo sin necesidad de invertir fortunas en infraestructura propia. Esto se traduce en la posibilidad de ejecutar análisis de riesgo más complejos y rápidos, actualizar servicios casi de inmediato y escalar sus plataformas digitales sin comprometer la seguridad.

Las grandes plataformas de nube han trabajado estrechamente con los reguladores para certificar que sus entornos cumplen con los estándares de seguridad y soberanía de datos requeridos en las diferentes jurisdicciones. En este sentido, la nube es la autopista digital que hace posible cualquier modernización bancaria a gran escala, incluyendo la integración de la tecnología blockchain.

La tecnología blockchain (cadena de bloques) no ha sido adoptada por la banca con la intención de crear monedas descentralizadas, sino para aprovechar sus características intrínsecas de inmutabilidad y transparencia distribuida. Los bancos no están buscando deshacerse del control; al contrario, buscan una forma más eficiente y segura de mantenerlo.

Donde esta tecnología brilla es en los procesos internos y de interbancarios, especialmente en áreas donde la confianza es costosa de verificar:

Pagos transfronterizos: El sistema tradicional es lento y costoso, involucrando múltiples intermediarios. Las redes blockchain privadas o consorciadas permiten liquidar transacciones internacionales de manera casi instantánea y con un costo operativo mucho menor. Esto es especialmente cierto en los pagos mayoristas entre bancos centrales y grandes instituciones.

Financiamiento al comercio: La gestión de cartas de crédito y documentos de envío es un proceso propenso a errores y fraudes. Al digitalizar y registrar estos activos en una cadena de bloques, todos los participantes (bancos, navieras, importadores) tienen una única versión de la verdad en tiempo real, lo que acelera el comercio global.

Conozca a su cliente (KYC) y Antilavado (AML): Una identidad digital verificada y gestionada en una blockchain permitiría a los bancos compartir de forma segura la información de los clientes ya verificados. Esto elimina la necesidad de que cada institución repita el mismo proceso, reduciendo costos de cumplimiento y mejorando la experiencia del cliente al abrir una nueva cuenta.

Es importante notar que la mayoría de los esfuerzos bancarios con blockchain se centran en las cadenas de bloques permisionadas (privadas). Esto significa que solo las partes autorizadas y reguladas pueden participar, manteniendo la arquitectura de cumplimiento que es sagrada para la banca. La descentralización total no es el objetivo, sino la eficiencia y la seguridad de un registro compartido.

Paradójicamente, el área donde la industria cripto y la banca están trabajando más estrechamente es en torno a los activos digitales más tradicionales: las stablecoins (monedas estables).

Las stablecoins son vistas por muchos bancos no como un competidor, sino como una herramienta de liquidación de activos digitales. Una stablecoin respaldada por dinero fiduciario es, esencialmente, una representación digital de una moneda centralizada, lo que la hace menos volátil y más atractiva para el uso bancario.

La colaboración con empresas cripto permite a los bancos explorar el potencial de la tokenización de activos. Convertir bonos, acciones o bienes raíces en tokens digitales negociables en una blockchain abre nuevas avenidas de liquidez y fraccionamiento para la banca de inversión y la gestión de activos.

Vemos a empresas de pagos globales (como Visa o Mastercard) integrando stablecoins para ofrecer a sus clientes empresariales una forma de mover valor rápidamente, aunque la financiación inicial de esas transacciones provenga de la moneda tradicional. Este es un claro ejemplo de integración donde la blockchain actúa como una tubería de alta velocidad para el dinero de siempre.

En resumen, la transformación digital de la banca no es un cuento de hadas donde el dragón blockchain quema todos los viejos castillos. Es un proceso de adaptación pragmática. La nube proporciona la infraestructura flexible, mientras que la tecnología blockchain ofrece el método para hacer transparentes y eficientes ciertos procesos, todo bajo la atenta mirada de la regulación. El sector bancario utiliza estas herramientas para mantener su posición, ofreciendo mejores productos y servicios de manera más económica y veloz.

El sector bancario, al adoptar las blockchains permisionadas y las stablecoins ligadas al dinero fiduciario, demuestra que su principal objetivo sigue siendo la preservación del control y la minimización del riesgo dentro del sistema financiero existente.

Sin embargo: si bien la banca está integrando estas tecnologías por motivos de eficiencia y competencia, esta misma integración, a largo plazo, podría tener un efecto inesperado. Al familiarizar a los usuarios, a los reguladores y a los propios empleados bancarios con la mecánica de la tecnología blockchain y la tokenización, la banca está, sin quererlo, legitimando y normalizando la infraestructura tecnológica que sustenta a los ecosistemas descentralizados que originalmente buscaban hacerla obsoleta. 

Al pavimentar el camino para sus propias versiones privadas de la tecnología, las instituciones tradicionales están educando al mundo para la adopción de las versiones públicas y abiertas. Es decir, la banca está mejorando su juego, pero a la vez, está haciendo más digerible la alternativa a sus propios cimientos.

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