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La verdadera autonomía es la única forma en que las máquinas pueden realmente pertenecernos

Los robots teleoperados ofrecen la ilusión de autonomía mientras requieren controladores humanos. El progreso real exige procesamiento local, propiedad de datos cifrados e independencia.

La verdadera autonomía es la única forma en que las máquinas pueden realmente pertenecernos
Opinión

Opinión de: David Tomasian, CEO de Curious

Cuando 1X Technologies reveló su robot humanoide, Neo, los titulares llegaron rápidamente. Una máquina elegante respaldada por OpenAI, comercializada como el primer humanoide listo para el hogar y disponible para preordenar por alrededor de 20.000 dólares.

La idea es sencilla pero asombrosa: un asistente físico que puede limpiar, transportar y aprender. Neo es, sin duda, un paso fascinante en la dirección correcta, pero no el gran avance que hemos estado esperando. El futuro aún no es completamente autónomo.

Los humanos todavía lo están manejando. Cuando la máquina en tu hogar todavía depende de una persona detrás de una pantalla, la pregunta es más importante que cuán inteligente sea: se trata de a través de los ojos de quién está viendo y cuán segura es realmente tu información personal.

Las habilidades de Neo, por impresionantes que sean, dependen en gran medida de la teleoperación. Los controladores humanos guían muchos de sus movimientos en tiempo real, ayudando al robot a navegar entornos, manipular objetos y completar tareas que no ha aprendido a hacer por sí solo. Este enfoque ayuda a las empresas de robótica a entrenar sistemas de IA a través de la imitación y el refuerzo. También significa que tu asistente personal no es verdaderamente personal y no obtendrás la privacidad que deseas con él. Son herramientas avanzadas que aún dependen del razonamiento humano y están conectadas a un sistema que no solo aprende el interior de tu hogar, sino que también es propietario de esos datos.

El auge de los robots

Esa realidad se vuelve aún más importante cuando consideramos dónde los humanoides podrían tener el efecto más significativo, como en el cuidado de personas mayores. Robots como Neo podrían ayudar con las rutinas diarias, brindar compañía o incluso monitorear la salud de las poblaciones que envejecen. En Japón, Corea del Sur y partes de Europa, los proyectos piloto ya están probando este futuro.

En esos contextos, la distinción entre asistencia y cuidado genuino es crucial. Los robots pueden levantar a un paciente, detectar una caída o entablar una conversación, pero no entienden el contexto, la intención o la emoción de la misma manera que lo hacen las personas. Pueden detectar tu ritmo cardíaco, tus movimientos e incluso tu voz, pero no pueden sentirte a ti. Si esa información no está completamente contenida y cifrada dentro de tu propio sistema personal, entonces no es verdaderamente tuya.

La ilusión de autonomía

La ola actual de proyectos humanoides, desde Figure 02 de Figure AI hasta Optimus de Tesla, promete una nueva era industrial donde las máquinas se encargarán de trabajos aburridos, sucios o peligrosos. Neo, sin embargo, acerca esa visión al hogar. Se trata de algo más que productividad: se trata de compañía y asistencia.

Este cambio hacia el uso por parte del consumidor hace que las preguntas sobre confianza, capacidad y preparación sean imposibles de ignorar. Una vez que un robot entra en tu sala de estar, no solo se encarga de tus tareas; es testigo de tu vida. Incluso cuando Neo sea completamente autónomo y ya no necesite supervisión humana, ¿qué pasa con los datos que almacena mientras trabaja para ti?

En entornos industriales, se espera una monitorización constante. En un hogar, especialmente para alguien que depende de asistencia diaria, las apuestas son diferentes. El hogar es donde se encuentran el cuidado, la atención y la dignidad. Las máquinas necesitan navegar emociones, tiempos y necesidades humanas. Lo más importante, deben garantizar discreción y propiedad completa, no solo del robot en sí, sino también de los datos que recopila. Cuando los sensores, cámaras y micrófonos de ese robot transmiten datos a través de redes controladas por su fabricante, no por ti, la autonomía se convierte en la diferencia entre ayuda y vigilancia.

Lo que necesitaremos para lograr un progreso real

Para que la IA encarnada alcance el tipo de salto que los modelos de lenguaje han logrado para el texto, necesitará dominar la intención, la emoción, el contexto y, lo más importante, la discreción.

Comprender lo que una persona quiere no es lo mismo que seguir instrucciones. Significa leer el tono, el entorno y el momento, las señales y pistas invisibles que guían la interacción humana.

El progreso dependerá de avances en la percepción multimodal y el razonamiento basado en dispositivos. Los modelos de lenguaje pueden simular conversaciones, pero la inteligencia física requiere una base, que es la capacidad de conectar la percepción con la acción de manera segura y ética. Esa base también debe extenderse a los datos mismos. La IA que actúa en tu nombre debe almacenar y proteger tus datos en lugar de utilizarlos como material de entrenamiento para otra persona.

Hasta que los robots puedan interpretar por qué una persona da una orden (y no solo cómo), la supervisión humana seguirá siendo esencial, especialmente en el cuidado, donde los errores pueden tener consecuencias reales.

El contrato social de vivir con máquinas

Antes de que los humanoides puedan formar parte de la vida diaria, la sociedad deberá redefinir sus zonas de confort. El cambio de pantallas a inteligencia encarnada se sentirá mucho más personal que el salto del escritorio a los dispositivos móviles. Los robots que conviven con las personas verán lo que vemos, escucharán lo que escuchamos y, en cierto modo, nos conocerán mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos.

Sus beneficios potenciales son enormes. Pueden ayudar a abordar uno de los desafíos más apremiantes del mundo: proporcionar atención donde el apoyo humano es escaso, ayudar a las personas a mantenerse independientes y aliviar el aislamiento. Esa cercanía también expone un nuevo tipo de vulnerabilidad. Hasta que tus dispositivos operen localmente, piensen de forma independiente y mantengan tu información cifrada por defecto, servirán a dos amos: a ti y a la red que los construyó.

Esa misma intimidad muestra lo que estas máquinas aún no pueden hacer. No comprenden todos los matices de atención y compasión que definen el cuidado. Hasta que puedan hacerlo, su valor reside en asistir a los humanos, pero no en reemplazarlos. La primera generación de robots domésticos serán herramientas potentes. Siguen siendo herramientas guiadas por manos y decisiones humanas.

La autonomía es lo que convierte la tecnología de algo que usas en algo que realmente te sirve. Hasta que los robots puedan pensar y protegerse tan independientemente como actúan, el futuro seguirá siendo manejado por personas.

Opinión de: David Tomasian, CEO de Curious.

Este artículo tiene fines de información general y no pretende ser, ni debe tomarse como, asesoramiento legal o de inversión. Las opiniones, pensamientos y puntos de vista expresados aquí son únicamente del autor y no necesariamente reflejan ni representan las opiniones y puntos de vista de Cointelegraph.