El humor en Wall Street ha cambiado mucho durante las últimas semanas. Después de cerrar en rojo por varias sesiones, el mercado ahora está anticipando nuevas y duras caídas. Las bolsas estadounidenses están experimentando fuertes correcciones. Y los compradores se están retirando gradualmente cansados de esperar por nuevos estímulos y preocupados por los escándalos de varios bancos presuntamente involucrados en el movimiento de dinero ilícito. ¿Terminó La la land?
Este ha sido un año excepcional para los mercados. Nadie ha podido predecir un comportamiento tan extraordinario. Entre febrero y abril, cuando la pandemia comenzó a causar estragos en Europa y los Estados Unidos, el S&P 500 cayó en un histórico 35%. Los inversores entraron en pánico. Y se respiraba un aire del fin del mundo. La crisis se comparaba con la Gran Depresión de los años 1930s. Y esto nos preocupó mucho, porque aquella crisis no fue fácil de superar.
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Sin embargo, los bancos centrales actuaron sumamente rápido y comenzó la recuperación. Hoy, tan solo 6 meses después, estamos próximos a los máximos históricos. Hemos vivido una recuperación explosiva. De hecho, durante 5 meses, obtuvimos los mejores meses de los últimos 80 años. Es decir, este ha sido un año hiperbólico. Todo ha sucedido en superlativo. El peor crash y la mejor recuperación.
La crisis económica generada por la pandemia obligó a la Reserva Federal y al Gobierno de los Estados Unidos a inyectar miles de millones de dólares en la economía. Los estímulos fueron implementados para subir la demanda y reanimar la economía. La pandemia generó un cuadro deflacionario. Eso fortaleció demasiado al dólar. Lo que implica un problema, porque la caída de los precios causa desempleo. El paquete de estímulos ayudó muchísimo a Wall Street.
La Reserva Federal, como parte del plan de rescate, comenzó a comprar activos financieros. Esas compras invadieron al mercado de liquidez y subieron los precios. La Fed bajó las tasas de interés a niveles cercanos a cero. Y el Gobierno repartió millones de dólares en subsidios y préstamos. Pero lo que realmente impulsó a los mercados bursátiles fue la expansión cuantitativa. Es decir, la compra de activos financieros. En especial, bonos del tesoro y bonos corporativos.
La Reserva Federal se convirtió en el gran inversor de las grandes compañías. Con este dinero, muchas compañías comenzaron a comprar su propia acción (buybacks). Naturalmente, las acciones comenzaron a subir velozmente. Irónicamente, los estímulos han beneficiado más a Wall Street que a la economía en general.
Solo debemos estudiar los números para saber la razón. El dinero de la Reserva que ha ido a Wall Street es astronómico. Sin embargo, los subsidios dados por el Gobierno a la ciudadanía han sido muy conservadores. Varios billones, por un lado, medio billón por el otro.
Lo otro es la velocidad del dinero. Es decir, el dinero que llega a Wall Street se está quedando en Wall Street. No está llegando a la economía porque no se está gastando en la economía. La liquidez se ha usado para la especulación, no para la inversión. En otras palabras, las grandes corporaciones han usado los fondos de los estímulos principalmente para su ganancia. O sea, no han usado este dinero para crear nuevos puestos de trabajo o realizar grandes inversiones en infraestructura. Buybacks y adquisiciones. Todo se queda arriba y muy poco baja a la economía real.
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Este boom ha sido inducido artificialmente. No tiene mucho que ver con los fundamentales o con los activos subyacentes. Todo se ha originado en el mercado de capitales y la Reserva Federal ahora posee el control absoluto de este mercado.
Es relativamente sencillo saber que estamos ante una burbuja. Hay dos indicadores particularmente útiles en esta tarea. No nos pueden decir cuando explota una burbuja. Pero sí nos pueden dar una idea general de la situación. Por un lado, podemos comparar el precio de la acción en relación a los ingresos de la compañía. Luego, podemos estudiar la situación del mercado en general.
El otro indicador es la comparación de toda la capitalización del S&P 500 con el Producto Interno Bruto. Este indicador se conoce como el Indicador Buffet, en honor a Warren Buffett que lo ha citado en varias ocasiones.
En estos momentos, ambos indicadores nos revelan que estamos en medio de una enorme burbuja. Muchos de nosotros llevamos meses advirtiendo sobre un segundo crash. La famosa recuperación en W. Sin embargo, el segundo crash no ha llegado aún. Claro que eso no implica que no estamos en una burbuja y los precios seguirán aumentando indefinidamente. Lo que realmente quiere decir es que los estímulos han pospuesto lo inevitable.
Ahora bien, el boom no solo se debe a las inyecciones de liquidez. Es decir, no todo es aire. También hay algo de realidad. En muchos sentidos, la pandemia ha beneficiado a las compañías tecnológicas. El confinamiento y las restricciones no han perjudicado al Internet. De hecho, las ventas han aumentado. Y compañías como Amazon, Facebook, Netflix, Apple y Google han incrementado su influencia.
Hay otro fenómeno de este boom que debemos destacar. Me refiero a la llegada de nuevos inversores minoristas en grandes números. Los Robinhood traders. Muchos jóvenes han llegado al mundo de las inversiones y la especulación mediante a nuevas plataformas digitales. Estas aplicaciones como Robinhood no cobran comisiones y ofrecen una gama muy amplia de productores financieros. Bueno, estos jóvenes han generado un revuelo especulativo.
El sector tech (FAANG) está experimentando retrasos en estos momentos. Y los inversores están comenzando a dudar sobre las valoraciones. Es decir, la luna de miel está terminando. Tesla, para sorpresa de muchos, aún está arriba. Al parecer, muchos inversores todavía están bajo el hechizo de Musk.
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Los inversores han estado a la espera de más estímulos por parte de la Reserva Federal. Pero Powell en su última reunión decepcionó a los mercados. En realidad, no dijo nada malo. La estrategia se mantiene. Pero Wall Street quería un gran anuncio. Los inversores quieren más lluvia de dinero para finalizar las campañas electorales con un gran rally. Pero, al parecer, nos tendremos que conformar con una ligera llovizna.
Es posible que el mercado siga en su caída gradual por más tiempo. Algunos esperan un descenso de por lo menos 20% en un periodo lleno de volatilidad. En estos momentos, hay mucha incertidumbre debido a la política. Las elecciones en Estados Unidos preocupan. Si la victoria del bando ganador es muy amplia, todo estará bien. Pero si la contienda se vuelve muy reñida, se nos puede complicar el asunto. Por ende, Wall Street está en modo cautela.