Coinbase, uno de los exchanges de criptomonedas más importantes de este espacio, ya se está cotizando en Nasdaq después de una muy esperada oferta inicial. En otras palabras, Coinbase ya es una compañía pública. Es decir, cualquier persona puede comprar sus acciones. Pero, más allá de eso, este evento, indudablemente, tiene varias lecturas. Para algunos es un IPO más. Nada del otro mundo. Pero para otros es un hito de considerable importancia. Podría estar marcando un antes y un después.  ¿Qué significa este IPO realmente? 

El triunfo de Coinbase es, en parte, una derrota para los radicales de la descentralización. Bien sabemos que en este espacio contamos con muchos fanáticos que abogan un individualismo extremo. O sea, nada de intermediarios. Si no tienes la custodia absoluta de tus monedas, no eres el dueño de ellas. En algún punto, “propiedad” y “custodia” se convirtieron en sinónimos. En fin, en algunos círculos de la comunidad cripto, los exchanges centralizados no son muy populares. Sin embargo, estos grupos, aunque bastantes ruidosos, afortunadamente, son una minoría. Es decir, me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que el debut en la bolsa de Coinbase ha sido una gran noticia para la gran mayoría de los criptoentusiastas. 

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El mundo cripto está invadido por un espíritu claramente antisistema. La comunidad, en esencia, es rebelde. En muchos sentidos, se podría decir que esta comunidad es un reflejo de nuestros tiempos. Todos parecen andar molestos, resentidos y en constante protesta. Obvio que no hay mucha confianza en los sistemas tradicionales. Toda autoridad es sospechosa. Y la tradición es la culpable vitalicia de casi todos nuestros males, que, al aparecer, son muchísimos. Sin embargo, esta carga altamente ideológica se percibe principalmente en las redes sociales. Es decir, en el mundo de la retórica. En el mundo de los hechos, las cosas suelen ser muy distintas. 

El criptoentusiasta promedio es un joven millennial molesto de todo, pero con grandes aspiraciones. O sea, Twitter aguanta todo. Eso quiere decir que el mundo en general se somete a unos estándares extremadamente altos, pero el individuo en sí es libre de actuar a placer. Muchos bitcoiners, por ejemplo, hablan muy mal del dólar y apoyan las ideas más radicales en las redes sociales. Sin embargo, en sus vidas, viven como todos los demás. De hecho, el dólar suele ser la divisa preferida. Del mismo modo, muchos hablan pestes de los exchanges centralizados, pero, irónicamente, tienen sus monedas ahí. 

Esta “hipocresía” de la comunidad cripto es muy fácil de verificar. Uno puede hacer una encuesta en las redes sociales para conocer las distintas opiniones sobre los exchanges centralizados. Y, de manera automática, muchos responderán que prefieren los sistemas descentralizados. Pero la verdad es que hay una gran brecha entre lo que se dice formalmente en las redes sociales y lo que realmente se hace. La prueba es el gran número de usuarios de Binance, Coinbase y los demás exchanges. En la práctica, los usuarios han demostrado que usan los servicios centralizados todo el tiempo. Es decir, en Twitter se cita el dogma para poder ser los campeones de la rebeldía en el Internet, pero en la práctica se busca la conveniencia. 

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Coinbase ofrece un producto. Así de sencillo. Si tiene clientes, es porque el producto es bueno. Ahora bien, resulta claro que el entusiasmo que ha despertado este debut de Coinbase en Wall Street presenta un gran desafío para los más dogmáticos. Después de todo, estamos hablando de un intermediario, un ente centralizado, entrando oficialmente en el sistema tradicional. En teoría, esto podría significar un revés, porque podría ser una señal de que la revolución perdió el camino. Sin embargo, ese IPO se está recibiendo como una señal de triunfo. ¿Qué están viendo los inversores que los dogmáticos no? 

Los inversores ven aceptación. Si uno de los exchanges más importantes se está sometiendo a todos los filtros exigidos por las autoridades para cotizarse en bolsa, eso significa que el mercado está madurando. Es decir, se está mejorando en cuanto a la transparencia. Lo que nos pondría un poco más cerca de obtener la aprobación de, por lo menos, un ETF. O, en su defecto, muchos comprarían las acciones de Coinbase como una manera indirecta de invertir en Bitcoin, pero desde un ambiente regulado. En otras palabras, todo esto está directamente relacionado al tema de la regulación en el contexto de la inversión institucional. Y, en consecuencia, se relaciona, obviamente, al precio. Y me temo, que para la gran mayoría de los inversores de criptomonedas, el precio es un asunto mucho más importante que los asuntos de dogma. 

¿Qué tan relevante es el IPO de Coinbase? Es una intención bastante clara por parte de un importante sector de la comunidad cripto de madurar como mercado. Aquí “madurar” significa regulación y compatibilidad con los mercados tradicionales. Por supuesto que Coinbase se está viendo aquí como la primera de una larga lista de criptoempresas que seguirán su ejemplo. Por otro lado, el apoyo de Wall Street se interpreta como un voto de confianza en el futuro de Bitcoin y las criptomonedas en general. En otras palabras, los inversores, grandes y pequeños, tienen fe en el futuro de este espacio. 

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Es evidente que, si nos vamos a los fundamentales, la valoración del Coinbase es algo ridícula. La oferta inicial por encima de los 50 mil millones de dólares parece un tanto excesiva para muchos analistas. Sin embargo, el mercado está respondiendo favorablemente. No me sorprendería que durante los próximos días su capitalización de mercado se logre mantener por encima de los 100 mil millones de dólares. Las acciones abrieron este miércoles 14 de abril a $381 por unidad. Algo costosa, según muchos, pero, cuando hay entusiasmo, hay demanda. Los inversores están comprando y el precio por estos momentos está subiendo. 

Podríamos decir que la superación de nuevos máximos históricos por parte de Bitcoin, días antes del IPO de Coinbase, refleja el optimismo actual de los inversores en torno a las criptomonedas en medio de este gran boom financiero. Todo parece indicar que las motivaciones más importantes en estos momentos son las financieras y las motivaciones políticas están pasando a un segundo plano. Los inversores quieren la subida del precio. Y están dispuestos a tolerar cualquier contradicción doctrinal que pueda ofender a la ortodoxia cripto. En otras palabras, en estos momentos los especuladores están ganando la batalla por el alma de este ecosistema. Hoy somos un poco menos anarquistas. Y nos estamos institucionalizando cada vez más. Nos guste o no.