El sector fintech está muy interesado en la inteligencia artificial (IA). ¿Por qué? La respuesta es simple: porque les ayuda a ganar más dinero.
La IA es una herramienta que permite automatizar procesos, analizar datos, predecir comportamientos y ofrecer servicios personalizados. Todo esto se traduce en mayor eficiencia, menor coste y mayor satisfacción de los clientes. Y, por supuesto, en mayores beneficios para las empresas.
Pero no todas las empresas fintech usan la IA de la misma manera. Dependiendo del sector en el que se especialicen, pueden aplicarla a diferentes ámbitos. Por ejemplo, las que se dedican a los pagos pueden usar la IA para detectar fraudes, las que se dedican a los préstamos pueden usarla para evaluar el riesgo crediticio, y las que se dedican a los seguros pueden usarla para ajustar las primas.
Lo que está claro es que el impacto de la IA en el sector fintech será, sin lugar a dudas, significativo. Tanto que quizás algún día no necesitemos a los bancos tradicionales, ni a los asesores financieros, ni siquiera al dinero en efectivo. Solo necesitaremos a nuestros amigos los algoritmos.
Dicho de forma sencilla, la fintech es la aplicación de la tecnología a las finanzas. Con ella, se pueden hacer cosas como pagar, ahorrar, invertir, o evitar estafas, de modo más rápido, fácil y seguro.
Las personas de fintech son optimistas por naturaleza. Creen que la tecnología puede resolver todos los problemas de los servicios financieros, desde las altas comisiones hasta las largas esperas. Piensan que, con un clic, un algoritmo o una aplicación, pueden hacer la vida más fácil a millones de personas.
En especial, las personas de fintech adoran la inteligencia artificial (IA). La ven como la clave para ofrecer una experiencia del cliente única y personalizada. Con la IA, esperan conseguir clientes felices y fieles, que no se dejen seducir por la competencia.
Las personas de fintech también tienen una visión social. Creen que la tecnología puede ayudar a reducir la brecha financiera que existe en el mundo. Con la tecnología, pueden llegar a personas que no tienen acceso a los servicios financieros tradicionales, como los bancos o las tarjetas de crédito. Así, pueden contribuir a la inclusión financiera y a la igualdad de oportunidades.
¿Qué es mejor, un banco o una fintech? Esta es una pregunta que muchos se hacen hoy en día, y que no tiene una respuesta fácil. La banca tradicional y fintech son dos formas distintas de ofrecer servicios financieros, y cada una tiene sus ventajas y desventajas.
La banca tradicional es la que todos conocemos. Es la que tiene sucursales físicas, cajeros automáticos, tarjetas de débito y crédito, y una larga historia. La banca tradicional ofrece seguridad, confianza y estabilidad, pero también puede ser lenta, cara y burocrática.
La fintech, por otro lado, es la que tiene aplicaciones móviles, plataformas digitales, pagos electrónicos y soluciones innovadoras. La fintech ofrece rapidez, comodidad y ahorro, pero también puede ser riesgosa, volátil y poco regulada.
En teoría, la tecnología financiera (fintech) es una industria que ofrece servicios financieros innovadores y accesibles mediante el uso de la tecnología. La banca tradicional es la industria que ofrece servicios financieros convencionales y seguros mediante el uso de instituciones físicas y reguladas.
Ambas industrias compiten por el mercado financiero, pero también pueden cooperar y enriquecerse mutuamente. Los bancos tradicionales pueden aprovechar las ventajas de la tecnología para mejorar sus servicios y reducir sus costes. Las fintech pueden beneficiarse de la confianza y el alcance de los bancos tradicionales para ampliar su clientela y sus recursos.
Hoy en día, los bancos tradicionales están invirtiendo mucho en la tecnología para adaptarse a las nuevas demandas y tendencias. Por eso, en muchos casos, la distinción entre la banca tradicional y fintech se está difuminando. Muchas fintech cuentan con el apoyo o la participación de los bancos. Y muchos bancos ofrecen servicios digitales y personalizados. En muchos casos, la separación no tiene sentido.
Claro que la opinión de los bancos sobre las fintech ha cambiado en los últimos años. Al principio, se veían como competidores que amenazaban su negocio tradicional. Pero ahora, se ven como colaboradores que pueden aportar innovación, eficiencia y nuevos servicios a los clientes. Según un informe de Funcas, por ejemplo, la banca española participa a nivel global en compañías fintech valoradas en más de 65,000 millones de euros. Además, más del 75% de las fintech españolas colaboran activamente con empresas del sector financiero y bancario tradicional.
Santander, por ejemplo, usa la IA para analizar las tendencias del mercado y ofrecer información de inversión a sus clientes. BBVA tiene una división dedicada a desarrollar productos basados en IA, como alertas de anomalías financieras o cálculos de huella de carbono. Bankinter crea su propia IA para optimizar la gestión interna, como la lectura de documentos o el reconocimiento facial. CaixaBank colabora con Microsoft para implantar la IA en su negocio, como en la gestión de devoluciones de recibos.
El banco JPMorgan, al parecer, está muy contento con la IA, porque resulta que le está haciendo ganar mucho dinero. No solo eso, sino que también espera ganar más en el futuro con esta tecnología.
El banco dice que la IA le ayuda a ofrecer mejores servicios a los clientes, como recomendaciones personalizadas y atención al cliente inteligente. Pero no solo eso, sino que también le ayuda a ahorrar costes, a optimizar procesos y a reducir riesgos. JPMorgan tiene un objetivo de generar $1,500 millones de valor empresarial con la IA en 2023. De hecho, ya tiene miles de personas trabajando en ello y algunos de los mejores científicos del mundo. ¿Qué puede salir mal? El CEO del banco, Jamie Dimon, dijo que la IA podría aplicarse a todos los procesos del banco. ¿Todos? Dimon dice que hay que aceptar el cambio y adaptarse.
La IA es real y está aquí para quedarse. ¿Y nosotros? ¿Qué papel tenemos en este nuevo escenario? ¿Somos clientes, socios o competidores de la IA? ¿O somos simples espectadores de un futuro que se nos escapa de las manos?
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