Jamie Dimon es un banquero estadounidense. En la actualidad, es el CEO de JP Morgan, el banco más grande de los Estados Unidos y el más grande del mundo en términos de capitalización de mercado. Bien se sabe que Jamie Dimon no tiene pelos en la lengua. De hecho, se podría decir que es su marca personal. No es raro que sus comentarios generen controversia. Estamos hablando de uno de esos sujetos que, con frecuencia, habla sin filtro. En muchos casos, su espontaneidad resulta graciosa. En otros casos, dice algo que al poco tiempo se tiene que retractar.

Ahora bien, es importante señalar la diferencia entre Jamie Dimon (la persona) y JP Morgan (el banco). O sea, Jamie Dimon (la persona), emite opiniones personales todo el tiempo. Estas opiniones pueden o no representar las posturas oficiales de JP Morgan. Por ejemplo. En el 2018, el tema Bitcoin surgía todo el tiempo en las entrevistas y conferencias. En su tono característico, Jamie expresaba sus reservas en torno al futuro de Bitcoin, alegando principalmente trabas regulatorias en el futuro. La idea va algo así: En el futuro, en la medida que Bitcoin se haga demasiado grande, seguramente los gobiernos (usando su poder legislativo) van a frenar su progreso como moneda alternativa o paralela. Y la cosa sigue. Esto seguramente se hará para garantizar la integridad de las monedas de curso legal y la estabilidad de todo el sistema monetario. El escepticismo por parte de Dimon nace de esa suposición.

En lo particular, siempre leo los reportes y las cartas a los accionistas de JP Morgan. El tema regulatorio es una constante. Leyendo esos documentos, de manera frecuente, se puede sentir el peso de la regulación. Y se siente ( leyendo entre líneas) la queja. Lo que no es raro por parte de los bancos reguladores que han perdido bastante pastel debido a los no bancos. En este contexto, no me parece muy extraño que un banco vea la regulación (excesiva) como factor de peso.

JP Morgan (El banco) ahora tiene analistas y personal trabajando en Bitcoin y las criptomonedas. O sea, JP Morgan ya está en el negocio cripto de diferentes formas. Dimon ha suavizado su postura desde el 2018. Pero su escepticismo se mantiene. Claro que el mismo Dimon ha reconocido que sus comentarios en torno a Bitcoin han encontrado resistencia en su propio círculo. No todos dentro de JP Morgan piensan de la misma manera. Entonces, lo mejor es escuchar a los especialistas del departamento encargado. Las opiniones de Jamie Dimon, en temas más allá de su rol como CEO, se deben tomar como las opiniones personales de Jamie Dimon.

Un banco es como un mercado. Ofrece muchos productos y servicios a muchos clientes. Si al dueño o administrador del mercado no le gusta en lo personal un producto en específico, el hecho de que el producto todavía se vende en el lugar no sugiere necesariamente una contradicción. Debemos recordar que el negocio de un banco en el fondo es hacer dinero. Entonces, si el producto tiene clientes, el producto se vende y punto. Las opiniones personales pasan a un segundo plano. Si el producto presenta algunos riesgos, se hace la advertencia. Pero la decisión final recae en el cliente.

La costumbre de montar un escándalo cada vez que alguien dice algo negativo sobre Bitcoin revela la inmadurez y el fanatismo de muchos en el espacio cripto. Hay de todo en la viña del señor. Unos toman cerveza y otros toman vino. No es el fin del mundo. Jamie Dimon no es un “enemigo” de Bitcoin por expresar su escepticismo. Este es un mercado emergente en su etapa temprano. No podemos pretender que todo el mundo se convierta en un apasionado bitcoiner de la noche a la mañana. Lo normal es la pluralidad de opiniones. Esas aspiraciones totalitarias por parte de algunos bitcoiners contradicen directamente el espíritu libertador del movimiento. Bitcoin debe ser una opción. Y su adaptación debe ser voluntaria. De lo contrario, estaríamos hablando de una molesta imposición. 

¿Qué nos dice Jamie Dimon de la economía? Es cierto que en materia crediticia no estamos como en el periodo 2007-2008. Los bancos están en mejor estado debido a una mejor capitalización. Y, por otro lado, hay más dinero en el bolsillo de las personas. Nuestros problemas ahora son diferentes. En un sentido, estamos mejor que antes. Pero, en otros aspectos, estamos mucho peor. Ahora tenemos una guerra en Europa. Tenemos tensiones geopolíticas en más de un lugar. El populismo y polarización política en el contexto de conflictos internos y externos no ayudan en mucho a la hora de encontrar soluciones colectivas. También tenemos problemas en las cadenas de producción y distribución a nivel global. O sea, la globalización está en crisis. Y todas las regiones están buscando retornar a un sistema más regional.

Tenemos inflación y, al mismo tiempo, desaceleración económica. Mejor dicho, estamos entrando en un periodo de estanflación. La Reserva Federal de los Estados Unidos está subiendo los costos del crédito a un paso bastante agresivo. Y no están solos. El Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, entre otros, están tomando acciones similares. Estas medidas reducen la demanda. Lo que, tarde o temprano, traerá una mayor desaceleración económica. Esto normalmente significa menos ingresos, menos inversión y más desempleo. 

Ahora, Jamie Dimon nos advierte de la llegada de una “tormenta”. Claro que Dimon es lo suficiente ducho en la materia como para no dar muchos detalles al respecto. En asuntos de pronósticos y predicciones, la precisión es un error que, por lo general, se paga muy caro. Sin embargo, se hacen las advertencias y se mencionan las probabilidades. 

Jamie Dimon nos advierte que, aunque el tiempo en esos momentos se ve soleado, la llegada de una tormenta es inevitable y que lo que está en juego es si la economía va a enfrentar un huracán categoría 5 o algo más parecido a una tormenta tropical. Palabras más, palabras menos, se nos venía una recesión. Sin embargo, aún está por ver la gravedad de esa recesión. Se podría presentar una recesión técnica con repercusiones moderadas. Podríamos tener una crisis similar en intensidad a la Gran Recesión del 2008. O podríamos tener algo en el medio de estos dos extremos.

Por supuesto que el tiempo pasa y el escenario de un “aterrizaje suave” (Soft landing) va perdiendo seguidores en el campo de las expectativas. Todavía es posible. Sin embargo, todo parece indicar que, por los momentos, no es el escenario más probable. He ahí el problema. Aún no sabemos a ciencia cierta lo que nos viene. Y eso explica el nivel actual de volatilidad e incertidumbre. No hay mucha claridad en torno al futuro. Por ende, lo más prudente es estar preparado para los distintos escenarios asumiendo una actitud defensiva. 

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