Pese a que nadie tiene mucha fe en el proyecto, el precio de Dogecoin sigue subiendo como la espuma. La criptomoneda del fulano perrito sigue atrayendo compradores, en gran parte, debido a la manipulación constante por parte de personajes como Elon Musk, Mark Cuban y otros. El proyecto como tal es claramente un cascarón vacío. Sin embargo, tiene una nutrida comunidad de fieles. Por muy absurda y ridícula que nos parezca la propuesta, si hay fe, hay congregación. Y si hay congregación, hay valor. No importa lo tonto del credo, siempre es posible encontrar a alguien dispuesto a unirse a una iglesia. En otras palabras, la teoría del más tonto. Siempre es posible encontrar a alguien que pague más por un activo ya sobrevalorado. 

La fe es un componente muy importante en este espacio. Es decir, las criptomonedas son esencialmente activos fiduciarios. No son fiat, pero sí son fiduciarias. Las mercancías son diferentes, porque poseen una realidad física. Si bien es cierto que para determinar su precio también inciden factores subjetivos, la realidad física siempre es un elemento de importancia primordial. La especulación en el mercado de los tulipanes, por ejemplo, depende bastante de las compras de tulipanes por parte del consumidor. Sin esta demanda inicial, una burbuja especulativa no podría darse. De hecho, la burbuja explota cuando la especulación se separa demasiado de la realidad y el mercado se da cuenta de la discrepancia. En el caso de un activo fiduciario, los elementos subjetivos nos pueden llevar al delirio con mayor facilidad. 

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Realizar un avalúo de un activo fiduciario es sumamente complicado. De hecho, es muy sencillo tildar de burbuja a un activo fiduciario debido a que su precio depende mayormente de elementos subjetivos. Entonces, los incrédulos siempre van a considerar al activo como sobrevalorado. La etiqueta de “burbuja” se usa tanto, que ya casi no dice nada. Para los críticos del sistema, la economía estadounidense es una gran burbuja. El dólar es una burbuja. Wall Street es una burbuja. Para los críticos de Bitcoin, Bitcoin es una burbuja. Y, para los críticos de Dogecoin, Dogecoin es una burbuja. Todo es una burbuja, porque se abusa del término. 

Muchos atacan Bitcoin con el término “burbuja”. Pero muchos bitcoiners atacan a algunas altcoins con el término "burbuja", usando los mismos argumentos. El problema es que solemos pensar que nuestras opiniones son valiosas, mientras que las opiniones ajenas no valen nada. Algo así: Si el valor es subjetivo, lo mío vale mucho y lo tuyo no vale nada. En la película, los dioses deben estar locos. El bosquimano pensaba que los “dioses” solo emitían ruidos sin sentido. No se le ocurrió pensar que simplemente estaba hablando otro idioma. En este caso, el inglés. Del mismo modo, los inversores llaman “burbuja” a las inversiones que no apoyan. Como no hay inversión apoyada universalmente, toda inversión es llamada burbuja por alguien. 

Ahora bien, el caso Dogecoin. Nos guste o no, tiene demanda. Es decir, la criptomoneda tiene una iglesia activa. De pronto, no es la iglesia más cuerda de todas. Y, definitivamente, no son mi tipo de locos. Sin embargo, no podemos negar que el activo ha crecido bastante últimamente debido a esa nueva demanda. Los fundadores nunca tuvieron mucha fe en el proyecto. De hecho, la cosa empezó como un chiste sin mayores pretensiones. Es más, muchos de los que hoy invierten tampoco le tienen mucha fe al proyecto. Sin embargo, la mayoría dice, con una fe ciega, que Elon Musk apoya el proyecto y por esa razón la criptomoneda va a subir de precio. Irónicamente, esa creencia, aunque parezca una gran estupidez, se ha convertido en una profecía autocomplida. 

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Aquí no hay que pensar mucho. Todas estas alzas se las debemos a la euforia especulativa del momento. Hay muchísima liquidez circulando y la especulación se está saliendo de control. Tanto los buenos proyectos como los malos han aumentado de precio. Es decir, aquí todo está subiendo. Todos somos unos genios ahora. Todos están insinuando que las alzas son una señal indiscutible de éxito. Sin embargo, bien sabemos que esto no es verdad. Hay muchísima irracionalidad en medio de tanta codicia. Pero sabemos que la prueba de fuego es la próxima temporada bajista. ¿Cómo se comportará Dogecoin en la próxima temporada bajista? 

Cualquier activo puede subir de precio en un momento determinado. Pero no cualquiera sobrevive al paso del tiempo. Dogecoin es un esquema pump and dump. Tiene demanda. Y tiene sus adeptos. Ahora. En pleno periodo alcista con la codicia por las nubes. Pero el proyecto no tiene sustancia. No es un Bitcoin ni un Ethereum. ¿Por qué? Porque no tiene utilidad. Bitcoin es el oro digital apoyado por los grandes capitales. Ethereum es el petróleo del nuevo mundo descentralizado. Dogecoin es una anécdota graciosa y ridícula. 

No soy ningún moralista. Claro que el que quiera hacer dinero con Dogecoin lo puede hacer. Las posiciones a corto plazo son perfectamente válidas. No hay nada malo en aprovecharse de la volatilidad de un mercado en plena etapa alcista. Pero tampoco podemos romantizar un proyecto que en realidad es basura, por el solo hecho de que subió de precio. Todos los personajes públicos que están creando hype en torno a Dogecoin forman parte de un gran esquema de manipulación. Esto no es un secreto. Es una simple artimaña para hacer dinero fácil. 

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¿Cuál es la diferencia entre Dogecoin y Bitcoin? En teoría, no hay mucha. En la práctica, sin embargo, la diferencia es radical. La diferencia está en la construcción social. O sea, en la comunidad. La comunidad Bitcoin es mucho más sólida, madura y comprometida. Y eso se refleja en muchos aspectos. Dogecoin es un barco a la deriva que se está usando como un medio de especulación cortoplacista por un puñado de celebridades oportunistas. Bitcoin es un movimiento mucho más arraigado. Obviamente algo mucho más serio. 

Lo fiduciario crece orgánicamente. Es como las religiones, el arte, la música, los idiomas o los países. Puede llegar a ser lo más ridículo del mundo. Sin embargo, eso no significa que no exista. Puede existir. Y, de hecho, puede llegar a prosperar. Podemos crear el culto más irracional y estupido de la Tierra. Y, seguramente, encontramos a alguien dispuesto a unirse. Podría parecer una locura invertir en Dogecoin. Pero más de un loco está feliz con su inversión en estos momentos.