La comunidad Bitcoin está predispuesta a ver la regulación como algo terriblemente negativo. Pero bien sabemos en el mundo financiero que no toda intervención gubernamental es negativa. El Gobierno puede ser una bendición o una maldición. Todo depende. Es decir, la cosa puede ir en dos sentidos. La negación de una patente puede ser fatal para una compañía farmacéutica. Pero la aprobación de un contrato con la Nasa puede ser la salvación para un fabricante de tecnología. 

En algunos países como China, la regulación no ha favorecido a Bitcoin. Pero, en otros como Malta y Suiza, sí lo ha hecho. Me refiero a que la intención de una regulación no siempre es destruir. En muchos casos, la intención es proteger a los inversores. Claro que, en un mundo de desconfianza absoluta ante toda autoridad, semejantes declaraciones podrían parecer sumamente ingenuas. La norma es pensar que todo regulador es un villano. 

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Christine Lagarde, la directora del Banco Central Europeo, realizó un llamado internacional por la regulación de Bitcoin debido a que es un activo “altamente especulativo”. Muchos interpretaron dichas declaraciones con un ataque del sistema hacia Bitcoin. Pero, ¿Qué significa ser un activo “altamente especulativo”? Se podría decir que es activo altamente volátil y riesgoso en un mercado fragmentado, manipulado, con escasa información confiable y carente de controles. Se podría decir que el mundo del arte es un mercado altamente especulativo. 

En este contexto, el uso de la palabra “especulativo” podría llegar a confundir. La persona que compra una casa esperando que con el tiempo suba de valor es, técnicamente, un especulador. Pero por lo general se usan términos mucho más neutrales. “Especulador” es normalmente una etiqueta peyorativa. El término “inversor” es mucho más noble. El término “trader” es menos despectivo que “especulador”. Lagarde usó la frase “altamente especulativo” claramente en su sentido peyorativo. En el mismo sentido que se podría usar la misma frase para referirse al mundo del arte. Estos mercados “altamente especulativos” son propensos al engaño, al fraude y a crímenes como el lavado de dinero. 

Podríamos hablar mucho de los aspectos negativos de una regulación y podríamos hablar maravillas del sistema de libre mercado. Totalitarismo vs anarquía. La ruina vs el paraíso. En estos debates, cada bando tiende a irse por los extremos. Pero, en el mundo real, hay regulaciones malas. Pero también hay regulaciones adecuadas. Estas regulaciones adecuadas dictan las reglas del juego, aportan legitimidad, y generan confianza. Pensemos por un momento en una organización que quiere invertir en Bitcoin. Se podría hablar de una universidad, una fundación, un sindicato o una alcaldía. Digamos que la propuesta llega a la junta. Por un lado, tenemos a un mercado no regulado y “altamente especulativo”. Y, por el otro, tenemos uno regulado y seguidor de todas las buenas prácticas. El segundo mercado seguramente obtendrá más vistos buenos que el primero. 

Aquí no estoy promoviendo un camino en específico. Pero solo sumo los números y saco cuentas para llegar a mis conclusiones. La llegada del capital institucional a este espacio aumenta la necesidad de una regulación. Debemos recordar que cuando se habla de capital institucional en realidad se está hablando de dinero ajeno administrado por terceros. En este contexto, los inversores exigen ciertas garantías. Aquí la retórica anarquista no sirve de mucho, porque los mismos actores piden ciertas normas. Si se representa una irregularidad, los inversores esperan que las autoridades tomen medidas. En otras palabras, no es la utopía libertaria. Nos guste o no, ese mundo está invadiendo el mercado Bitcoin. Y, en ese mundo, la regulación es un mal necesario.

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Supongamos que, debido a las distintas presiones, se aprueba una regulación global de Bitcoin. ¿Qué significa esto? ¿Su fin? ¿O su legitimidad? Me atrevería a decir que ese paso significaría la madurez de Bitcoin como activo legítimo. Pese a los traumas de la transición y la pérdida de algunos usuarios, unas reglas de juego claras aumentarán el atractivo de Bitcoin en el mundo de los grandes capitales. Esto seguramente implicaría tener un activo más grande, líquido, estable, y aburrido. Es decir, eventualmente obtendremos un activo menos especulativo, pero mucho más confiable. No veríamos los retornos de hoy. Porque los retornos de hoy son propios de activos altamente especulativos. Pero Bitcoin se estaría acercando más a ser un activo mucho más seguro. 

Ahora bien, la pregunta en el titular. ¿Qué pasaría si los bancos centrales comienzan a comprar Bitcoin? Si los bancos centrales comienzan a comprar Bitcoin, eso probablemente significaría que Bitcoin cambiaría por completo su comportamiento. Ya no imitaría el comportamiento de los activos de alto riesgo, sino que se parecería más al oro

Los bancos centrales normalmente compran mercancías u otras divisas para equilibrar su propia moneda. Por ejemplo, compran oro para inyectar liquidez. O venden oro para retirar liquidez. Eso explica la dinámica del mercado de oro. El oro aumenta de precio cuando los Gobiernos comienzan a comprar oro para equilibrar sus desequilibrios. He ahí una diferencia clave entre Bitcoin y el oro. Los bancos centrales compran oro, pero no compran Bitcoin. El precio de Bitcoin aumenta en un contexto completamente diferente. Bitcoin aumenta debido a la especulación en los periodos alcistas cuando los inversores toleran altos riesgos gracias a las políticas monetarias flexibles de los bancos centrales.  En este sentido, Bitcoin es el opuesto al oro. 

Es decir, en un futuro hipotético, donde los bancos centrales compran Bitcoin como un activo para sus reservas, ahí tendremos un Bitcoin como refugio seguro. Bitcoin no es un refugio seguro ahora, pese a lo dicho repetidamente por la propaganda oficial. Pero, si nos dejamos de romanticismos, es claro. Bitcoin es un activo relativamente nuevo y sumamente volatilidad. ¿Cómo puede ser un “refugio seguro” siendo tan inestable? Si de hecho fuera un refugio seguro, no sería tan rentable. Su alta rentabilidad se relaciona estrechamente con su nivel de riesgo. Claro como el agua. 

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Ahora bien, aquí estamos hablando en un principio de los grandes bancos centrales. Y asumimos que estos bancos no van a comprar Bitcoin en estos momentos, sino en una etapa de madurez posterior. Sin embargo, es posible que algunos bancos centrales comiencen a comprar ahora. ¿Cuáles? Dictaduras buscando evadir sanciones. Lo que irónicamente aceleraría el proceso de regulación. 

Claro que seguramente siempre tendremos un Bitcoin regulado y un Bitcoin clandestino. Lo mismo que pasa con el dólar y con el oro. La regulación no siempre impide las actividades criminales. Pero la regulación da legitimidad a los buenos actores. Lo que debemos buscar es una regulación adecuada. Porque, seamos realistas, la no regulación no es una opción. La regulación viene. Nos guste o no. Lo mejor es abogar con una regulación sensata.