Venezuela sigue llamando la atención de la comunidad de usuarios de Bitcoin y las criptomonedas. Esta vez, la razón fue la publicación de un reporte sobre la posibilidad de que el Banco Central de Venezuela (BCV) utilizara bitcoins (BTC) y ethers (ETH) como reservas del país caribeño. El motivo principal sería que la mayor empresa de explotación petrolera del país, Petróleos de Venezuela (PDVSA) podría estar trabajando para pagar a sus acreedores con criptomonedas, para vadear las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos contra el régimen chavista y las instituciones del Estado.

En este artículo hablaré sobre las reacciones suscitadas en torno al reporte de Bloomberg, publicado el 26 de septiembre, las características de Bitcoin que resaltan en medio de estas noticias que vienen desde Venezuela, y finalmente, mi propia opinión sobre la importancia de la resistencia a la censura de Bitcoin para gobiernos autoritarios, pero también -y especialmente- para los ciudadanos.

Para mí, a pesar de que el chavismo es una fuerza política corrupta y autoritaria, la posibilidad de que utilicen Bitcoin no hace más que resaltar su oferta de valor como tecnología: dinero sin autoridades que prohíban su uso. Que en el país el uso de bitcoins sea más común puede ser una ventaja para los ciudadanos en su lucha por sobrellevar los problemas económicos a los que le ha condenado el gobierno.

Reacciones

Las reacciones sobre el tema han sido diversas, y hay opiniones para todos los gustos. Los hay como el jefe de investigación de The Block, Larry Cermark o el influencer de Twitter, BullyEsq que consideran que se trata de malas noticias para Bitcoin. En este caso, el argumento es que si Bitcoin se convierte en una herramienta para sobrepasar las sanciones estadounidenses, el gobierno del país norteamericano puede verse tentado a regular con mayor potencia las criptomonedas y prohibir la tenencia de bitcoins, lo que tendría un efecto negativo inmediato en el comportamiento del mercado.

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“Si esto se convierte en una tendencia, Estados Unidos puede comenzar a regular demasiado el bitcoin hasta el punto de hacer que sea ilegal que la gente lo mantenga. Si eso sucediera alguna vez, sería increíblemente bajista en todos los niveles”, señaló Cermak a través de su cuenta en la red social Twitter. 

Otros, como Nic Carter, señalaron que el hecho de que el régimen venezolano pueda utilizar Bitcoin para esquivar las sanciones no es más que un recordatorio de la propia naturaleza de esta criptomoneda. “Este es su recordatorio diario de que si valora la resistencia a la censura de Bitcoin, tendrá que hacer las paces con el hecho de que las personas que no le gustan usarán la red”, escribió a través de su cuenta.

En mi caso particular, me inclino por la posición de Carter y otros como Matt Odell. Este último expresó su opinión de una manera más radical: si puedes bloquear a un dictador de usar Bitcoin, puedes hacer lo mismo con un refugiado, o con alguien que está huyendo de un régimen. Incluso siendo venezolano y aunque parezca contradictorio, que las instituciones del gobierno chavista valoren Bitcoin me parece algo positivo para Bitcoin.

Esta posible decisión no hace más que demostrar la “resistencia a la censura” de Bitcoin. El gobierno venezolano, a punto de la asfixia por las sanciones impuestas desde Estados Unidos y con algunas granjas gubernamentales en operación, comienza a ver en este instrumento una vía para saltar las sanciones. Se trata de una herramienta mucho más útil y poderoso que su propia pseudo-criptomoneda, el petro, cuya naturaleza es centralizada y cuyo precio se maneja por decreto presidencial.

El problema es que la decisión es de un gobierno autoritario y corrupto, pero eso no es algo que tenga relación directa con Bitcoin.

Bitcoin: dinero resistente a la censura

Uno de los principales objetivos que cumple Bitcoin como proyecto es ser descentralizado. La idea de Satoshi Nakamoto era que los usuarios tuvieran un instrumento con el que poder establecer relaciones económicas entre pares, independientemente de autoridades centrales. Con el crecimiento de la red y el aumento de la robustez de su sistema, esta descentralización de las transacciones se ha hecho resistente a la censura.

No solo se trata de la eliminación de los terceros de confianza, sino que incluso un atacante debería invertir grandes cantidades de recursos para cancelar las transacciones registradas en la cadena de bloques. El registro no puede ser cambiado sin volver a rehacer la prueba de trabajo de los bloques ya procesados.

Dado que ni la emisión ni las transacciones de Bitcoin son controladas por una autoridad central y alterar su funcionamiento para modificar su registro sería sumamente costoso para un atacante, sus transacciones ase consideran resistentes la censura, de manera que quien huye por las fronteras de su país, en las garras de un gobierno corrupto puede favorecerse; lo mismo que el propio gobierno corrupto. En China los ciudadanos siguen utilizando Bitcoin a pesar de la taxativa prohibición del gobierno central; en la isla de Cuba se ha convertido en un instrumento cada vez más utilizado; Palestina. Bitcoin no elige, solo funciona.

La transformación de Bitcoin

Como dijo Ross Ulbricht en un breve ensayo publicado recientemente, Bitcoin se convirtió en dinero. Originalmente fue tomado como un experimento para geeks, pero, poco a poco, se transformó en una red de intercambio de valor, con un precio sumamente significativo pero que emanó exclusivamente de sus usuarios, dándole sentido monetario a sus características.

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“Bitcoin no tenía ningún valor previo, y nadie se vio obligado a usarlo, sin embargo, de alguna manera se convirtió en un medio de intercambio”, explicó el creador de Silk Road, condenado a doble cadena perpetua por operar este mercado de intercambio sin restricciones.

En Venezuela, a pesar de que Bitcoin tomó popularidad cuando ya tenía valor de intercambio, la criptomoneda ha pasado un proceso similar hasta convertirse en un resguardo de valor. De dinero de broma a ocupar líneas en medios de prestigio como El Nacional, y ocupar la agenda económica del gobierno. Los venezolanos cada vez pagan más bolívares por menos bitcoins porque su tecnología es útil para vadear el difícil momento económico que atraviesa el país.

Pero no solo hablamos de los bitcoiners más experimentados, sino personas comunes que empiezan a interesarse en qué es y cómo funciona esta tecnología. Ante la devastación del signo monetario nacional, los ciudadanos van evaluando herramientas para poder resguardar su riqueza. Lo mismo el gobierno. Ante la destrucción que ellos mismos provocaron y las reacciones que han generado a nivel internacional, también encuentran el atractivo de Bitcoin.

¿Y quién tiene la ventaja? Por su envergadura, pareciera que el gobierno, apoderado de la estructura estatal, con mineros decomisados operando a su favor, y con minas instaladas como una solución “creativa” a los problemas de desempleo y ocupación de algunos jóvenes, agrupados en el llamado Plan Chamba Juvenil.

Sin embargo, en el escenario hipotético de una bitcoinización de la economía venezolana ¿qué pasaría cuando se quieran desviar fondos de una dirección asociada al Banco Central de Venezuela? ¿Tendrán los funcionarios venezolanos prácticas de privacidad que garanticen que rastrar los fondos sea difícil? ¿No sería esta una ventana para verificar cómo se utilizan los fondos del Estado?

Y si los ciudadanos están más expuestos a Bitcoin y otras criptomonedas, ¿cuánto tiempo pasará para que se creen grupos de formación y educación en buenas prácticas de privacidad y seguridad para el uso de Bitcoin? ¿Aquellos con conocimiento especializado no se dedicarán a rastrear los movimientos financieros del régimen? ¿Puede el gobierno nacional resistir y controlar la utilización atomizada y descentralizada de Bitcoin?

En dos palabras: ¿podría el régimen sostener el control económico del país que impone con la depreciación del bolívar en el escenario de una bitcoinización nacional? Personalmente creo que no. 

Para mí, ciudadanos educados en buenas prácticas de privacidad y con herramientas para explorar blockchains públicas son más potentes que cualquier gobierno autoritario. Bitcoin también es un territorio para resistir.

 

Las opiniones expresadas aquí son las del autor y no representan necesariamente las opiniones de Cointelegraph.com