Nuestra pequeña tribu ya no es tan pequeña. Al principio, este movimiento era tan solo un grupito de libertarios y aficionados a la programación. Me atrevo a decir que en sus inicios Bitcoin no pasaba de ser una curiosidad y nada más. Algo así como un juego. Sin embargo, esto ha cambiado. Bitcoin ha evolucionado y ha crecido mucho con el tiempo. Hoy la comunidad Bitcoin es mucho más diversa. En un grupo pequeño, es muy fácil que se desarrollen ideas radicales. Cuando el futuro es un sueño, todo es más rígido y severo. Es decir, la utopía es diseñada de principio a fin. Pero en la medida que el movimiento está teniendo un impacto real en el mundo, los radicales se convierten en minoría y el pragmatismo impera. El capital institucional está llegando. El “enemigo” ahora es nuestro nuevo mejor amigo. ¿Qué significa esto? ¿Quién es Paul Tudor Jones II? 

La revolución Bitcoin: El pueblo contra los bancos y los Gobiernos. La criptomoneda disruptiva que viene a cambiar al mundo como lo conocemos. Como toda autodenominada revolución, hay una batalla. Una especie de lucha de clases. Por un lado, están los héroes. Ellos defienden a los oprimidos. Y, por otro lado, están los villanos, los opresores en el poder. Hay un profeta. En nuestro caso, es el omnisapiente e invisible Satoshi Nakamoto. Y una causa. Bitcoin. Y, por supuesto, el día de la victoria final. Este es el paraíso. Todo el mundo bajo una misma moneda. El fin de los bancos. La separación de la economía y el Estado. Y el fin de las crisis económicas. Y todos nadando en prosperidad para siempre. En otras palabras, la caída de sistema actual y la hegemonía de Bitcoin. 

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Bitcoin se forjó con un fuerte elemento político. Su creador y sus primeros conversos provinieron del sector liberatorio. Entonces, la narrativa Bitcoin se inspiró en el discurso libertario. Esta ideología política es particularmente fuerte en los Estados Unidos. Incluso, hay un partido libertario que presenta candidatos en cada elección presidencial. Es un grupo minoritario, pero influyente. Sobre todo, porque la ideología atrae a muchos empresarios. O sea, empresarios que se hacen libertarios. Y libertarios que se hacen empresarios. Aquí el enemigo es el Gobierno como opresor de la libertad económica y personal. 

Los libertarios se inspiran en figuras como Thomas Jefferson, pero sobre todo en economistas que apoyan al libre mercado. Los bancos y los Gobiernos son los grandes distorsionadores de la economía. Claro que lo ideal sería una moneda como el oro o Bitcoin (el oro digital), porque el dinero fiat es central en esta política intervencionista del Estado. Según los libertarios, eso es origen de todos los males. El libre mercado es la salvación. 

Pero ahora Bitcoin está en el mundo y no en los libros. Se topa a diario con los reguladores y quiere atraer a más compradores. La comunidad se hace cada vez más grande y entran otros actores. De pronto, los libertarios ya no son la gran mayoría de la comunidad. Surgen nuevas voces. Voces más moderadas y menos ideológicas. Es decir, Bitcoin se vuelve un poco más pragmático. Para algunos, eso significa claudicar los ideales. Para otros, un mal necesario. Algo que exige la realidad. Tal vez, simplemente es un poco de sensatez. Sensatez que nos hará crecer. 

Bitcoin está en una nueva fase. Los bancos quieren invertir y ser parte de la tribu. Los Gobiernos quieren regular a Bitcoin. Y los grandes jugadores de la comunidad cripto están a la cabeza de este proceso. Las principales empresas del sector Blockchain están haciendo alianzas con el “enemigo”. Y el “enemigo” quiere entrar a jugar con nosotros. No es una guerra de clases. Es una nueva industria que está emergiendo. 

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Cada vez que alguien como Warren Buffett o Jamie Dimon crítica a Bitcoin, se despierta en la comunidad cripto la vena libertaria y comienzan a sonar los tambores de la revolución. Sin embargo, cada vez que aparece JP Morgan, Fidelity, Goldman Sachs o Banco Santander expresando su interés en cripto, se nos dilatan las pupilas y se nos bajan las orejitas como un cachorrito con hambre. Se nos olvida la revolución, y ponemos las galletas y el café para atender a nuestro nuevo mejor amigo. 

¿Quién es Paul Tudor Jones II? Nuestro nuevo mejor amigo. Unos de los hombres más ricos del mundo, y el gran jefe de unos de los fondos de cobertura más exitosos en Wall Street, Tudor Investment Corporation. O sea, el malvado, obtuso y usurero sistema en carne y hueso. Wall Street, capital institucional, bancos, etc. Donante de Barack Obama, John McCain, Rudy Giuliani y demás. Y, bueno, ahora un ángel porque está invirtiendo en Bitcoin. 

Nuestro amigo Paul no es el primero multimillonario que se convierte en Bitcoiner. El asunto es que nuestros multimillonarios han sido en su mayoría capitalistas de riesgo como Tim Draper y Mike Novogratz. Y los capitalistas de riesgo son diferentes. Ellos son los aventureros del mundo financiero. Su juego es muy particular. Pero los grandes fondos son otra cosa. Ellos manejan dinero de otras personas. Sus portafolios siempre están bajo la lupa y deben tener rendimientos todos los años. Es un negocio muy delicado, porque los reguladores están muy pendientes de todos sus movimientos. Para tomar decisiones, deben consultar con sus equipos y tomar en cuenta a su clientela. Algo puede ser muy bueno y rentable, pero si genera mucho rechazo, en ocasiones se descarta. 

La inversión de Tudor es muy relevante porque aporta mucha credibilidad a Bitcoin. Wall Street funciona como un colegio. Si los demás chicos lo hacen, hay que hacerlo. En el mundo de los grandes fondos de cobertura, Tudor está abriendo un camino que otros seguramente seguirán. Esto es dinero institucional entrando al ecosistema. Algo que mejora el precio, pero también da poder político. En estos fondos, hay dinero de todo el mundo. Bitcoin dejaría de ser algo de una minoría. Se convertiría en algo de interés público. Demasiado grande para fracasar. Aquí el juego cambia y Bitcoin se convierte en parte del Establishment

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En su carta a sus inversionistas, Tudor explica que Bitcoin en estos momentos está infravalorado. Anticipa que la liquidez de los estímulos económicos por la crisis del coronavirus y para la recuperación podría eventualmente tener un efecto muy positivo en el precio de Bitcoin. En mi opinión, una lectura muy acertada de la situación. 

Al parecer, Bitcoin en el portafolio de Tudor pasó de 0% a 1%. Este número es muy revelador. Y yo diría que ese es el número mágico que van a escoger la mayoría de los fondos que inviertan en Bitcoin en el futuro. ¿Por qué? Bueno, primero debemos recordar que los fondos no tienen nada que ver con el tema ideológico tan presente en el Bitcoin promedio. Aquí no hay sentimentalismos que valgan. Bitcoin es un activo sumamente volátil. Es decir, es un activo muy riesgoso. Más de 1% es demasiado riesgo para un gran fondo. Bitcoin puede caer en un día más de 40% y eso sería fatal para un fondo. Pero 1% o 2% está bien. Porque el portafolio puede perder medio punto debido a una caída de Bitcoin, pero puede ganar potencialmente 2, 3 o hasta mucho más. Hay riesgo, pero hay oportunidad. Y 1% es un número que permite perder poco en las malas y ganar lo suficiente en las buenas. Se vería hermoso en el reporte anual. 

Querido amigo, Paul: ¡Bienvenido!