Uno de los aspectos más interesantes de Bitcoin es su escasez. El suministro del dinero fíat no tiene límites. Es controlado a discreción, pero, técnicamente hablando, no tiene límites. El oro, por otro lado, es escaso, pero por voluntad divina. Bitcoin es escaso por voluntad de Satoshi Nakamoto, su creador. ¿Por qué 21 millones? ¿Por qué no más? ¿Por qué no menos? El código contempla solamente 21 millones de bitcoins, divisibles en 100 millones de “satoshis”, la unidad más pequeña. Hablemos del número 21 millones. ¿Qué tiene de especial? 

La escasez de algo está directamente vinculada a su valor. Es curioso, pero, en la mayoría de los casos, la escasez es mucho más importante que la utilidad a la hora de determinar el valor de las cosas. Uno podría asumir que el valor nace primordialmente de la necesidad, pero los hechos tienden a contradecir esa suposición. Pocas cosas son tan necesarias como el aire y el agua, pero extrañamente su valor monetario es muy bajo. Por otro lado, artículos como joyas u obras de arte que, más allá de su valor estético, no sirven en realidad para nada, por lo general, cuestan muchísimo dinero. Obviamente que la manera cómo cotizamos las cosas en muchas ocasiones parece no tener sentido. Por ejemplo, muchos critican el hecho de que un futbolista gane muchísimo más que un agricultor. Aquí el problema radica en que asociamos valor monetario con importancia. Entonces, nos parece injusto darle tan poco valor monetario a algo tanto importante. Del mismo modo, nos cuesta trabajo aceptar que algo tan banal como la industria de los deportes o la del entretenimiento puede ser más importante que el sector que produce nuestros alimentos. Los guerreros de la justicia culpan al sistema de superficial por esto. Sin embargo, tal vez la responsabilidad no yace en la forma cómo la sociedad está organizada. De pronto, es pura física o pura biología. Es decir, todo el asunto es un hecho natural. Y hasta sentido tiene. 

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Me refiero a la teoría de la utilidad marginal. ¿De qué se trata? Supongamos que tenemos mucha sed. Entonces, ese primer vaso de agua vale oro. El segundo no se siente tan bien, pero se puedo disfrutar. Sin embargo, ya un tercero tal vez es demasiado. Y si por casualidad tomamos un cuatro es probable que nos resulte desagradable. Es más, si seguimos tomando agua sin parar el abuso podría ser mortal. Nos podría dar un paro en los riñones y de ahí al cementerio en un viaje sin retorno. Todo esto nos demuestra la importancia de la cantidad en relación al valor de las cosas. Después de cierto punto, si la cantidad no es la adecuada, lo necesario podría llegar a tener un valor negativo. El vaso de agua numero 20 no solo es menos valioso que el número uno, es que no lo queremos ni gratis. 

Con objetos como una pieza de oro, sucede justo lo contrario. Es decir, a pesar de no satisfacer ninguna necesidad básica, el oro es sumamente valioso en gran parte debido a su escasez. Su valor estético es en parte responsable, pero muchísimo menos de lo que comúnmente se piensa. Es un hecho perfectamente demostrable que las cosas bellas pero comunes no tienen mucho valor. Es obvio que Satoshi Nakamoto pensaba que la inflación, tan posible y frecuente en un sistema monetario basado en dinero fíat, es un gran problema para la economía. Sobre todo, si esta inflación se produce por el exceso de liquidez que causa el crédito. ¿La solución? Volver al oro. O, mejor aún, crear un oro digital. 

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Lo cierto es que Bitcoin es escaso y eso, por lo menos en teoría, lo convierte en mejor resguardo de valor que el dinero fíat. La política monetaria de Bitcoin es sumamente peculiar. No se trata solamente de escasez. También es cuestión de que hay que trabajar para obtener uno. Obtener un Bitcoin requiere equipos especializados, electricidad, tiempo y trabajo. No es casualidad que a esta actividad la llamamos minería, en clara referencia al oro. Existe mucha sabiduría en un sistema así. Y considero que muchas altcoins cometen un grave error al no reconocer el valor de esto. El suministro limitado, la minería, y los halvings no son aspectos técnicos solamente. Son partes fundamentales de lo que le da valor a Bitcoin. Ahora bien, ¿por qué 21 millones exactamente?

Bueno, en realidad no se sabe. Satoshi nunca lo explicó. Entonces, lo único que nos queda es especular. Existen explicaciones meramente técnicas. Una de estas se basa en el estándar del IEEE para aritmética en coma flotante. Según entiendo, y tomen en cuenta que mis conocimientos técnicos en esta materia son sumamente limitados, esto es una norma que se utiliza para hacer las cosas más simples y eficientes. Entonces, según algunos expertos, todo se trata de precisión computacional. Existe también una teoría que explica el asunto desde el punto de vista de las matemáticas. 6 bloques por hora, 24 horas, 365 días, ciclos de 4 años. Luego, 50 +25.5 +12.5 +6.25 +3.125… De alguno modo, el número 21 millones se ajusta perfectamente a este esquema. Pues, no me convence mucho esta explicación para ser franco. En cierto sentido, es como decir que utilizamos la palabra “manzana” para las manzanas porque en el diccionario esa palabra en especial, “manzana”, define perfectamente a las manzanas. Claro que el número 21 millones cuadra divinamente en un código diseñado en torno a ese número. Pero, ¡vamos, hombre!, es una explicación absurda. Su lógica es falaz por ser circular. No satisface para nada la inquietud. 

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No sé, pero estas explicaciones técnicas no iluminan mucho el horizonte. Parece que están viendo lo que quieren ver. Como las personas que ven figuras religiosas en un árbol y aseguran que son pruebas de un gran milagro. ¿En serio? Bueno, no sé. Pero si algún día decido fundar alguna especie de comuna utópica en una isla o en otro planeta, seguramente crearemos nuestra propia moneda para tener una economía funcional. En el debate sobre el suministro del dinero, una de las preguntas más importantes sería: ¿cuál es el número mágico para que pueda funcionar? Yo pensaría en el dinero también como unidad de cuenta y prefería tener números manejables. Es decir, ¿cuánto cuesta un café? 1, 2 o 3 unidades. Honestamente, no quisiera pagar por un café con, por ejemplo, 345.698.564 millones de unidades o 0.000023545. Sería un infierno contable. Lo que quiero decir es que cuando hablamos de números y dinero es importante tomar en cuenta a la economía real y a la psicología humana. Este factor, por encima de cualquier otro factor técnico, es probablemente el más importante. El dinero como unidad de cuenta debe manejar números sencillos para que sea más útil. 

Según un correo electrónico compartido por Hearn, Satoshi tenía la intención de eventualmente alinear el precio de la unidad con las monedas tradicionales. No excelentemente, pero sí en un rango aceptable. Esto solo se podría lograr sabiendo el tamaño de la comunidad Bitcoin. En el correo, Satoshi reconoce la dificultad de poder predecir eso. “Si Bitcoin se mantiene como un nicho pequeño, costará menos por unidad que las monedas existentes”, escribió. Pero luego prosigue y menciona que si Bitcoin toma una porción importante del comercio mundial valdría mucho más. Al final, admite que, ante la enorme dificultad que significa poder predecir esto, escogió un punto medio. Es decir, 21 millones bitcoins (por 100 millones satoshis).  

Después de leer esos escritos de Satoshi, llegué a la conclusión que él subestimó su propia creación. Realizó una estimación, pero se equivocó espectacularmente. Definitivamente, la creación superó a su creador. Muchos de nosotros todavía pensamos que Bitcoin es un movimiento todavía muy pequeño. Es decir, Bitcoin tiene más futuro que pasado. Pero me atrevo a decir que su tamaño actual habría sorprendido enormemente a Satoshi. Según el precio de hoy, un dólar es aproximadamente 0.0001 BTC. Es posible que en 10 o 20 años un satoshi valga más que un dólar. Eso no es muy práctico a nivel contable para una moneda. Y no creo que haya sido la intención de Satoshi algo así. Pero, bueno, nadie sabe exactamente las razones de ese número mágico de los 21 millones. Satoshi nunca explicó esto en detalle. Lo único que nosotros podemos hacer es especular.