¿Qué quiere un inversor? Pues ganar dinero, claro. Pero no solo eso, sino ganarlo sin arriesgar demasiado, sin sufrir sobresaltos, sin tener que estar pendiente de las noticias económicas. En definitiva, lo que más le gusta a un inversor es que todo vaya sobre ruedas, que la economía crezca sin inflación, que los bancos centrales no suban las tasas de interés, que los mercados financieros no se desplomen. Lo que más le gusta a un inversor es que todo sea mantequilla.

Pero claro, eso es pedir demasiado. La economía es un sistema complejo, dinámico y cambiante, que está sujeto a múltiples factores internos y externos, que a veces se comporta de forma previsible y otras de forma sorprendente. La economía no es una máquina perfecta, sino un organismo vivo, que respira, que crece, que se enferma, que se cura. La economía no es una mantequilla, sino un volcán.

Por eso, los inversores tienen que conformarse con lo que hay, con lo que se puede. Claro que, de todos los escenarios posibles, el más favorable de todos para los inversores es el soft-landing, o aterrizaje suave. ¿Qué significa esto? Pues que la economía se enfríe lo justo para evitar el sobrecalentamiento, pero no tanto como para entrar en recesión. Que la inflación se mantenga bajo control, pero no se convierta en deflación. Que los bancos centrales actúen con prudencia, pero no con pánico. Que los mercados financieros se ajusten, pero no se hundan.

¿Y cómo se consigue esto? Pues con mucho arte, con mucha habilidad, con mucha suerte. Porque no es fácil lograr el equilibrio perfecto entre el crecimiento y la estabilidad, entre la oferta y la demanda, entre el riesgo y la rentabilidad. Porque no es fácil anticiparse a los shocks, a las crisis, a las burbujas. Porque no es fácil acertar con las medidas, con los tiempos, con los efectos. Porque no es fácil pilotar un avión que vuela a gran altura y velocidad, que tiene que sortear las turbulencias, que tiene que aterrizar sin daños.

Pero hay quien lo intenta, y hay quien lo consigue. Y ese es el caso de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el banco central más poderoso e influyente del mundo. La Fed lleva mucho tiempo tratando de lograr un soft-landing para la economía estadounidense, que es la locomotora de la economía mundial. Y, al parecer, lo está logrando con firmeza y flexibilidad, con rigor y sensibilidad, con ciencia y arte.

La Fed ha subido las tasas de interés de forma gradual y moderada, para evitar el exceso de liquidez y el endeudamiento. La Fed ha reducido su balance. La Fed ha comunicado sus decisiones de forma clara y transparente, para generar confianza y credibilidad. La Fed ha reaccionado ante los cambios en el entorno económico, para adaptarse a las circunstancias y a las expectativas.

Y todo parece indicar que los resultados están a la vista. La economía estadounidense crece a un ritmo sólido. La inflación se está acercando cada vez más al 2%, el objetivo de la Fed. El desempleo no se ha disparado. Los salarios aumentan de forma moderada, sin presionar tanto los costes. Los beneficios empresariales se mantienen elevados, impulsando la inversión. Los consumidores gastan con confianza, sosteniendo la demanda. Los inversores aprovechan los rendimientos en el mercado de bonos corporativos de alta calidad, que ofrecen seguridad y rentabilidad.

En definitiva, los inversores están optimistas sobre la capacidad de la Fed para controlar la inflación sin provocar una recesión económica. Los inversores confían en que la Fed logre un aterrizaje suave. Creen que la Fed les está dando lo que más les gusta, que todo sea una mantequilla. Los inversores están en el séptimo cielo. Están felices y contentos. Absolutamente, aman el aterrizaje suave de la Fed.

¿Qué es lo que los inversores están celebrando estos días? ¿Un aterrizaje suave de la economía? ¿O más bien la expectativa de un aterrizaje suave? Porque lo que realmente están festejando es la expectativa de que la economía no se estrelle contra el suelo, sino que aterrice con delicadeza, como una pluma. Y todo gracias a unos datos que parecen respaldar esa posibilidad. Pero no nos engañemos, el optimismo actual no es más que eso: optimismo. El aterrizaje suave aún no está garantizado. Todavía hay muchas cosas que pueden salir mal.

De hecho, hay varios actores que no creen en el aterrizaje suave. Por ejemplo, JP Morgan. El gigante financiero ha advertido que la economía podría sufrir una recesión en 2024, debido al aumento de la inflación, el endurecimiento de la política monetaria y la desaceleración del crecimiento. Así que, mientras los inversores brindan con champán, JP Morgan se prepara para el peor escenario. ¿Quién tiene razón? ¿Los optimistas o los pesimistas? La respuesta la tiene el futuro. Porque nada está escrito todavía. Lo que está claro es que el aterrizaje suave no es una realidad, sino una esperanza. Aunque es posible y probable, no es un hecho.

Obviamente, todos queremos que la economía aterrice suavemente, como un avión que llega a su destino sin sobresaltos. Pero no siempre es fácil conseguirlo. Hay muchos factores que pueden hacer que el aterrizaje se convierta en un desastre. Veamos algunos de ellos:

- La inflación: Es posible que tengamos reveses. Un problema de las cadenas de producción y distribución podría causar inconvenientes en este campo. Y podríamos perder terreno ganado. Esto puede provocar una espiral de subidas de precios y salarios que desestabilice la economía.

- La política monetaria: Tal vez nos estamos engañando. Es posible que los efectos de las tasas todavía no se notan. Pero eso es normal. Siempre tardan en llegar. Quizás estamos en un momento de tranquilidad engañosa, pero pronto los efectos se harán sentir con intensidad y eso podría detener el crecimiento y causar una recesión.

- El crecimiento: La economía está en forma. Pero cuidado, que no dura. El futuro es una incógnita. Quizás la economía se canse, se tome un descanso y nos deje en la ruina.

- Los shocks externos: Se trata de eventos imprevistos que afectan a la economía de forma negativa. Por ejemplo, una guerra, una pandemia, una catástrofe natural o una crisis financiera internacional. Estos shocks pueden alterar el equilibrio de la economía y hacer que el aterrizaje suave se vuelva imposible.

Como ves, el aterrizaje suave no es un paseo por las nubes. Es un reto que requiere de mucha habilidad, prudencia y suerte. Y a veces, ni siquiera eso basta.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.