existe una gran probabilidad de que el Gobierno prohibirá Bitcoin del mismo modo que se ha prohibido el oro en el pasado. En la actualidad, una supuesta prohibición no está planeada. Lo que quiere decir que Ray Dalio simplemente está especulando. Dalio es un inversor con una inclinación por la filosofía. Es bastante determinista. O sea, piensa que la historia se repite y que el mundo se comporta mecánicamente. Entonces, con frecuencia habla del futuro mencionando el pasado. ¿Habrá una prohibición de Bitcoin?  

En algunos países, dicha prohibición ya existe. En China, por ejemplo, Bitcoin no es exactamente legal. Bitcoin no es legal en todos partes. Pero es legal en la mayoría de los países con un mercado financiero de importancia. Es legal en los Estados Unidos, en el Reino Unido, en Europa y en Japón. Dalio, obviamente, se refiere a una prohibición en los Estados Unidos. Eso sería bastante problemático debido a la gran importancia de dicho mercado. El mercado financiero de los Estados Unidos es el más importante del mundo. Y la mayoría de los actores operando dentro de esa jurisdicción están obligados a cumplir con las normas del lugar. Esto significa que en el caso de una prohibición no podrían invertir en Bitcoin. ¡Ojo! No estamos hablando de una cantidad pequeña de dinero. La pérdida sería gigante.

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Claro que los más técnicos y apasionados podrían argumentar que Bitcoin es imposible de regular o prohibir. Podríamos hablar de la red internacional, de los mineros y los nodos en distintas jurisdicciones. Por supuesto que la naturaleza descentralizada de la red Bitcoin dificulta enormemente el cumplimiento de una prohibición global. La razón es simple. Es muy difícil reforzar una prohibición absoluta. Sin embargo, los Gobiernos cuentan con un poder significativo sobre las empresas legalmente constituidas en sus respectivas jurisdicciones. Es decir, el Tío Sam podría tocar la puerta de Coinbase, Tesla, PayPal, Microstrategy, Square, Grayscale, y Galaxy Digital.

Bitcoin seguramente sobrevivirá a una prohibición masiva. Pero, ¿a qué precio? Los bitcoiners ideológicos están dispuestos a todo por su moneda libertaria. Sin embargo, muchos inversores sí están interesados en el precio del activo. O sea, para muchos el precio sí importa. (Me incluyo). Y una prohibición sería devastadora para el precio. Obvio que es una preocupación. Debido a eso, las mentes más sensatas dentro de la comunidad están abogando por una regulación. Es decir, reglas claras desde el principio. La incertidumbre regulatoria no es buena para el precio. Así de sencillo.

Ray Dalio es el Hegel del mundo financiero. Habla del mundo como una serie de procesos históricos. Se le pregunta de Bitcoin y en segundos se remonta a los años 1930s por respuestas. ¿Por qué? Porque es determinista. Cree que la historia se repite y que el mundo trabaja como una máquina. Es decir, según él, en el pasado yacen las respuestas sobre el futuro. Claro que él bien sabe que no es una ciencia exacta. Por esa razón, es lo suficientemente prudente como para utilizar la palabra “probablemente”. O sea, no es seguro. Pero es probable, porque en el pasado ya ocurrió.

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Ahora bien, ¿qué significa todo esto para el inversor actual? Después de todo, todavía es posible invertir en oro. O sea, el oro sobrevivió a las prohibiciones. Lo otro es la pregunta del cuándo. ¿Cuándo vendrá la prohibición? ¿Estamos hablando de meses, años o décadas? ¿Qué significa esto? ¿Estamos ante las opiniones de un viejo inversor con inclinaciones a filosofar sobre los procesos universales de la historia? ¿O estamos ante una señal de venta concreta debido a una prohibición inminente? Yo diría que estamos tan solo ante una contemplación hipotética. La hipotética prohibición de Bitcoin en un futuro no significa que no debamos invertir ahora. Es decir, la prohibición absoluta de Bitcoin, por los momentos, no está planteada en los Estados Unidos. Ray Dalio simplemente está especulando.

La regulación es un tema de suma importancia. Obvio que necesitamos unas reglas del juego claras. Aquí la posición anarquista es perjudicial, porque los inversores sí requieren certidumbre regulatoria para invertir. Y el precio necesita inversores. El capital institucional quiere invertir en Bitcoin, pero, para hacerlo, necesita de condiciones. O sea, un marco legal. Únicamente una minoría quiere a un Bitcoin disidente operando al margen de la ley. El detalle es que esa minoría no tiene el capital suficiente para elevar el precio a las alturas que muchos de nosotros deseamos. El capital institucional sí.

La palabra prohibición en la boca de Ray Dalio nos podría llegar a pensar en términos absolutos. Es decir, prohibición vs libertad anarquista en una supuesta batalla contra el sistema opresor. Sin embargo, es posible que el futuro se mueva en un entorno algo gris. Me refiero a la regulación. Lo que implicaría ciertas prohibiciones y ciertas libertades. Seguramente, el Gobierno seguirá insistiendo en las reglas contra el lavado del dinero y en la implementación cada vez más escrita del KYC. Acto seguido. Se podrían implementar normas más estrictas en relación a la fuga de capitales y a la evasión de impuestos. Sin embargo, Bitcoin como activo especulativo es bastante popular en los círculos financieros. O sea, tiene muchos amigos en lugares poderosos dispuestos a defenderlo.

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Yo diría que el principal enemigo de Bitcoin en el futuro será la envidia populista. Me explico. En el clima actual de profunda desigualdad, las subsecuentes subidas de Bitcoin crearán una oleada de nuevos millonarios. Estos nuevos criptomillonarios serán los chicos lindos de los próximos locos años 20 de la era poscoronavirus. Carros de lujo, aviones, yates, fiestas, viajes, mansiones, etc. Esto seguramente despertará la envidia y el resentimiento de los populistas de izquierda y de derecha. Es decir, no es descabellado pensar que Bitcoin en un futuro no tan lejano se convierta, irónicamente, en el símbolo de un sistema desigual y en el villano favorito de los militantes antisistema.

Por ahora Bitcoin parece tener más amigos que enemigos. Las grandes firmas en Wall Street son aliados. Y los políticos están ocupados en otras cosas. El coronavirus es la principal preocupación. Sin embargo, el tiempo pasa. Y las cosas cambian. Eventualmente, volveremos a la normalidad.  Y es posible que este boom financiero se recuerde con tanto resentimiento como se recuerda la crisis inmobiliaria del 2008. ¿Están los bitcoiners preparados para convertirse en los futuros villanos de los movimientos antisistema? ¿Un símbolo de la desigualdad?