Bitcoin es una criptomoneda que nació en el año 2009, como una respuesta a la crisis financiera global que sacudió al mundo. Su creador, o creadores, se ocultó bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, y dejó un mensaje en el código fuente del primer bloque de la cadena de bloques de Bitcoin: “The Times 03/Jan/2009 Chancellor on brink of second bailout for banks” (Los Tiempos 03/Ene/2009 Canciller al borde del segundo rescate para los bancos).

Este mensaje revela la intención de Bitcoin de ser una alternativa al sistema monetario tradicional, basado en el dinero fiduciario emitido por los bancos centrales y controlado por los gobiernos. Un sistema que, según muchos críticos, es injusto, corrupto, ineficiente y propenso a la inflación, la deuda y las crisis.

Bitcoin, en cambio, ofrece una moneda digital descentralizada, que no depende de ninguna autoridad central, sino que se basa en un protocolo matemático y en una red de nodos distribuidos que validan las transacciones y mantienen la seguridad. Bitcoin tiene una oferta limitada de 21 millones de unidades, lo que garantiza su escasez. Bitcoin permite a sus usuarios enviar y recibir pagos de forma rápida, barata y anónima, sin intermediarios.

Estas características hacen que Bitcoin se asocie con la libertad, tanto en el sentido económico como en el político y social. El dinero, en general, siempre se ha visto asociado a la libertad, porque el dinero le da al individuo capacidad de intercambio. Por ende, capacidad de negociación. El ser humano es un ser social, pero también es un ser civilizado. Lo que implica que solventa sus necesidades mediante la cooperación con los demás.

Claro que es posible la cooperación sin dinero. Esta es la cooperación que obtenemos de nuestros amigos, familia o altruistas desconocidos. Ciertamente, nuestras relaciones personales son fuente de apoyo, cariño y diversión. Pero también son muy informales, erráticas, e inexactas. Y caemos en el riesgo de dependencia y manipulación emocional. Eso, sin mencionar, la deuda moral que representa el recibir un favor “incondicional”.

El dinero, al permitirnos lidiar con la sociedad toda de un modo más impersonal, nos aporta independencia. Eso lo podemos ver mejor con un ejemplo: Supongamos que vivimos en la casa de nuestros padres. E imaginemos que no nos cuesta nada obtener lo que necesitamos. Eso convierte a nuestros padres en nuestros proveedores. Esto puede ser muy cómodo, pero también nos coloca en una posición difícil. Dependemos de su generosidad. Y recordamos que en los círculos familiares la distribución de poder en raras ocasiones es horizontal y equilibrada. Eso pone en desventaja a los más vulnerables y dependientes. Ahora supongamos que tenemos trabajo y nuestra paga es suficiente para cubrir todos nuestros gastos. Esto nos da opciones. El dinero nos da la capacidad de negociar con un mundo más amplio.

Las transacciones no monetarias son aquellas que se realizan sin el uso de dinero, sino mediante la confianza, la gratitud o la obligación. Estas transacciones pueden tener sus beneficios, como el fortalecimiento de los lazos sociales, la reducción de los costes de transacción o la satisfacción de las necesidades básicas. Sin embargo, también implican problemas y riesgos que pueden limitar nuestra libertad.

Por ejemplo, si alguien nos regala una camisa que no nos gusta o no nos queda bien, no podemos cambiarla por otra cosa que sí queramos, a menos que encontremos a alguien que esté dispuesto a aceptarla. O si alguien nos hace un favor que no podemos devolver, nos quedamos con una deuda moral que nos hace sentir incómodos o culpables.

Otro de los problemas es la falta de transparencia. Las transacciones no monetarias no siempre se realizan de forma explícita, sino que pueden estar implícitas en las relaciones personales, familiares o comunitarias. Esto puede generar confusiones, malentendidos o conflictos. Por ejemplo, si alguien nos invita a cenar, no sabemos si espera que le devolvamos la invitación, o si nos está haciendo un favor, o si nos está cobrando un precio oculto. O si alguien nos presta un libro, no sabemos si podemos quedárnoslo, o si tenemos que devolverlo en un plazo determinado, o si tenemos que cuidarlo de forma especial.

Otro de los problemas es la falta de libertad. Las transacciones no monetarias nos atan a las personas o grupos con los que las realizamos, y nos someten a sus normas, expectativas o intereses. Esto puede limitar nuestra capacidad de elección, de expresión o de acción. Por ejemplo, si alguien nos da un trabajo, no podemos criticar su forma de hacer las cosas, o buscar otro trabajo mejor, o renunciar cuando queramos. O si alguien nos da un consejo, no podemos ignorarlo, o contradecirlo, o hacer lo contrario.

Estos problemas y riesgos nos muestran que las transacciones no monetarias no son tan libres como parecen, sino que pueden ser una forma de dependencia, de manipulación o de opresión.

Claro que el dinero fiduciario actual es emitido por los bancos centrales, y los gobiernos tienen un poder considerable en su emisión, distribución y manejo. Lo que coloca al ciudadano en una posición de desventaja ante el gigante público. Bitcoin, al ser un proyecto ciudadano y descentralizado, representa una opción alternativa al dinero fiduciario. Bitcoin no es una panacea. Bitcoin, al igual que el dinero fiduciario, tiene sus ventajas y desventajas. Los proyectos ciudadanos y descentralizados tampoco son perfectos. Sin embargo, aportan libertad, porque tenemos más opciones con ellos.

Es importante aclarar que la “libertad” no significa adoptar el dogma o el proyecto político de una minoría. Es decir, Bitcoin no se asocia con la “libertad” por el hecho de que haya muchos libertarios en la comunidad cripto que lo usan y lo defienden. Bitcoin es una herramienta poderosa que promueve la libertad personal, pues su diseño y configuración le permiten democratizar las finanzas al brindarle al usuario más opciones y alcances.

Bitcoin es una moneda que nació con un propósito: ser una alternativa al sistema monetario tradicional. Una alternativa que ofrece más libertad, más transparencia, más eficiencia y más innovación. Una alternativa que desafía el status quo y abre nuevas posibilidades. Una alternativa que nos invita a reflexionar sobre el valor y el significado del dinero en nuestras vidas. ¿Por qué Bitcoin se asocia con la libertad? Porque Bitcoin es más que una moneda. Bitcoin es una herramienta. Y las herramientas tienen el poder de cambiar el mundo.

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