¿Qué vino primero? ¿El huevo o la gallina? ¿La fe o el creyente? Muchos bitcoiners se incorporaron al movimiento debido a una simpatía por la narrativa. Muchos otros adoptaron la narrativa después de la incorporación. Se podría decir que este primer grupo es más antiguo y más estadounidense que el segundo grupo. Y es posible que el segundo grupo sea más reciente y más internacional que el primer grupo. Lo cierto es que la unión de estos dos grupos bajo un mismo paraguas facilitó una mayor cohesión social, ideológica y retórica. Es decir, se formó una nueva subcultura con el apoyo de las redes sociales.

Las tribus digitales son muy propensas al radicalismo gracias al propio proceso de tribalización. Entonces, en muchos casos, se crea la división entre ellos y nosotros. Con frecuencia, surge un espíritu apocalíptico y antisistema. Ellos son los enemigos. Los medios, el Estado, los ricos, las corporaciones, los bancos centrales, los bancos privados, los expertos, y todo lo que no sea “nosotros”. Nosotros somos los buenos. El pueblo injustamente menospreciado por la élite. O sea, los puros e impolutos miembros del equipo de los salvados. Los que pensamos y actuamos igual. Ellos siempre son culpables. Los malvados conspiradores. Nosotros siempre somos inocentes. Unas blancas ovejas. 

Este cuadro conceptual es, particularmente, problemático para los pragmáticos y moderados. En el universo tribal, no hay espacio para las medias tintas. El que no comparte el mismo sesgo automáticamente es calificado como un enemigo interno. Entre extremistas, no hay centro. Siempre se cae en un falso dilema. Eres libertario (escuela austríaca, escuela de Chicago) o eres un malvado progresista de izquierdas, keynesiano y estatista. ¿Qué pasó con el sujeto que simplemente quiere trabajar por su pan de cada día sin mirar para los lados?

Una inversión, a veces, es simplemente una inversión. Es decir, no toda inversión es una declaración política. ¿Acaso ya no se puede invertir por el dinero? Una compra de Bitcoin no es necesariamente una suscripción al movimiento libertario o al anarco-capitalismo. De hecho, muchos de nosotros compramos por razones más prácticas. La tecnología es genial. Sumamente conveniente en muchos casos. Además, Bitcoin como inversión ha demostrado ser una excelente oportunidad. ¿Es obligatorio la cruzada política?

No todos estamos en guerra permanente con el “sistema”. Muchos simplemente estamos trabajando para poner el pan en la mesa. Invertimos con fines de lucro. ¿Es eso un crimen? Pienso que el inversor debe disfrutar de esa libertad. O sea, podemos comprar Bitcoin. Pero eso no significa que obligatoriamente tenemos que estar en campaña permanente contra de la Reserva Federal, el dólar, los bancos y el tío Sam. Algunos simplemente queremos trabajar por dinero, sin agenda política, y ya. ¿Por qué debo ser obligado a utilizar mi dinero para financiar el proyecto político de otros?

Señores y señoras, la tiranía ideológica es una amenaza para nuestra libertad personal. Es una especie de pensamiento planificado. Pensemos que un trabajador que simplemente quiere invertir en su pensión de retiro. Digamos que Pedro (nuestro inversor ficticio) decide invertir en el S&P 500 a través de uno de los tres grandes fondos. Me refiero a BlackRock, Vanguard y State Street. Estas firmas tienen el derecho a voto en las juntas de todas las compañías del S&P 500 gracias al dinero de sus clientes. Las tres han expresado su compromiso con los objetivos de la perspectiva ESG (por sus siglas en inglés “Environmental, social and corporate governance”) ¿Qué significa esto?

Pedro lo que realmente está buscando es libertad financiera para su retiro. En su caso, Pedro invierte únicamente con objetivos financieros en mente. Lo que él quiere es tener comida en la mesa y un techo sobre la cabeza en el ocaso de su vida. Sin embargo, el criterio ESG, que va más allá de lo que exige la ley, impone limitaciones basadas en una ideología que Pedro puede o no compartir. Y esas limitaciones pueden perjudicar sus objetivos financieros. En mi opinión, el amigo Pedro está en su derecho de expresar su descontento.

Ahora, digamos que Pedro, descontento con el S&P 500 y cansado del sesgo ideológico de los grandes fondos, decide invertir en Bitcoin. Bitcoin es un código en una red descentralizada. No hay una junta directiva. Pero sí tiene una comunidad. Y esa comunidad sí tiene líderes, empresas, medios, analistas y usuarios propios del nicho. Con toda probabilidad, nuestro amigo Pedro debe buscar orientación antes de invertir. Entonces, Pedro se va a Twitter por respuestas. ¿Con qué se encontrará nuestro amigo? Bueno, con una subcultura de un sesgo ideológico extremadamente marcado. Los mineros, los desarrolladores, los CEOs de los exchanges, la prensa especializada, los influencers, etc. ¿Qué canción canta ese coro?

Ahora bien, el mundo es un lugar bastante diverso en lo ideológico. Por ejemplo: ¿Qué tan representativo es el maximalismo? ¿Cuántos libertarios, anarcocapitalistas y cypherpunks tiene este planeta? Nos guste o no, estamos hablando de una minoría bastante pequeña. “Bitcoin fix this”. “Tus llaves, tus monedas”. “Bitcoin es el futuro”. Todas las consignas de la propaganda bitcoin son una lenguaje alienígena para un inversor promedio como Pedro. No todos están en busca de una revolución. No todos son militantes de la utopía libertaria. Pedro quiere ganar dinero invirtiendo sus ahorros y nada más. El dinero es un idioma más universal que la ideología.

El precio de Bitcoin es mejor promotor que cualquier ideología. En mi opinión, hacer cosas por dinero no es un pecado. Sin embargo, cada vez que en una entrevista con bitcoiners mencionó que estoy en Bitcoin por el dinero, la reacción habitual es un silencio incómodo o una sonrisa nerviosa. ¿Por qué? De una manera no tan sutil, esta comunidad te exige la adopción de la ideología de la casa en la puerta de entrada. Es prácticamente obligatorio embarcarse en una guerra sin cuartel contra la Reserva Federal, el dólar, los bancos y el tío Sam. Ellos son los enemigos sí o sí. De lo contrario, eres el raro o el terco de la banda. ¿Será un keynesiano infiltrado? ¡Oh, no!

No todos los activos exigen el mismo compromiso ideológico. De hecho, voy más allá, este fuerte sesgo ideológico es contraproducente en lo financiero. En primer lugar, una subcultura tan distintiva espanta a muchas personas. Las personas “normales” no quieren formar parte de un “culto” para poder ganar algo de dinero. Eso significa menos capitales para el ecosistema. En segundo lugar, el sesgo ideológico, con frecuencia, te hace perder dinero debido a un falso sentido de seguridad. Los idealistas caen en la idolatría y en el romanticismo con mucha facilidad. En el proceso, ven únicamente lo que quieren ver. Se pierde la objetividad y la sensatez. Por lo general, la “educación” es simplemente la asimilación sin masticar de los viejos dogmas de la corriente libertaria. Y se descuida la gestión de riesgo debido a un optimismo exagerado, ciego y fanático. ¿Recuerdan a Michael Saylor diciéndole a la gente que hipotecara sus casas para comprar BTC cerca del maximo del año pasado? ¿Recuerdan las celebraciones en Twitter por Bukele “comprando la caída” en $50K y $40K?

Desafortunadamente, la riqueza, el éxito empresarial y el acceso a la información no nos hacen más imparciales. Las personas tienden a llevar sus sesgos a la cima. Eso se intensifica debido a la política de la identidad y al tribalismo de las redes sociales. Entonces, un joven ingenuo descubre que multimillonarios con miles de seguidores están promoviendo ideas y narrativas a través de Twitter y Youtube. Eso puede aportar la suficiente fuerza psicológica para desarrollar una ignorancia confiada. “Ahora entiendo el problema del dinero”, escribe una tuitera. ”Tú no has entendido nada sobre Bitcoin”, escribe otro tuitera a un crítico. ¿Qué piensa un adepto convencido sobre un premio Nobel que contradiga la propaganda de la tribu? Simple y sencillo. Un idiota defendiendo al statu quo. Eso es el tribalismo para ustedes, señores. No hay reflexión, ni duda. Se sigue una línea y ya. 

Hacer cosas por dinero no es inmoral. La motivación económica es legítima. En mi opinión, es perfectamente válido actuar por interés propio en menesteres financieros. De hecho, los mercados son más eficientes sin una policía del pensamiento. El pensamiento propagantístico es titánico e inefectivo. El individuo sabe más sobre su propia realidad que una masa idiosincrática.¿Puede haber una separación entre Bitcoin y la ideología?

Ahora palabras de Adam Smith para el final: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.”

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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