Cointelegraph
Cassio GussonCassio Gusson

¿Por qué Bitcoin no está subiendo como el oro, que alcanzó 30 billones de dólares?

El metal avanza con el respaldo de bancos centrales; Bitcoin aún busca espacio como colateral soberano en la infraestructura financiera global.

¿Por qué Bitcoin no está subiendo como el oro, que alcanzó 30 billones de dólares?
Adopción

Resumen de la noticia

  • El oro se dispara con las compras de los bancos centrales y se convierte en refugio.

  • Bitcoin se queda atrás por falta de integración institucional y confianza.

  • El "plumbing" global (SDRs, líneas de swap) aún privilegia el oro y el dólar.

El escenario global parecía perfecto para que Bitcoin se disparara. Las tasas de interés de EE. UU., al señalar una caída, la liquidez internacional abundante y la creciente adopción institucional creaban el telón de fondo ideal para un nuevo ciclo alcista.

Sin embargo, mientras el oro alcanzó la histórica marca de 30 billones de dólares en valor de mercado, la principal criptomoneda del mundo se quedó atrás y cayó a 104.000 dólares, llevando a los traders a perder más de 20.000 millones de dólares en posiciones apalancadas.

La duda entre analistas e inversores es por qué el “oro digital” no reaccionó como el metal precioso?

La respuesta no está solo en los números, sino también en la psicología de los mercados y en las relaciones políticas y monetarias que moldean el mundo financiero.

Durante un podcast de Anthony Pompliano, Jeff Park, Director de Inversiones de Procap BTC, destacó que este desequilibrio entre los dos activos revela algo más profundo. El oro habla el lenguaje de los bancos centrales. Es reconocido como reserva de valor desde hace siglos y está integrado en la estructura financiera global. Bitcoin, aunque nació para ser el “oro digital”, aún lucha por conquistar el mismo estatus de legitimidad institucional.

El oro sigue siendo el refugio preferido

En momentos de incertidumbre, inversores y gobiernos buscan seguridad. Y el oro, silencioso y predecible, cumple ese papel. El metal tiene un historial inquebrantable: resiste guerras, crisis y cambios políticos. Sin embargo, Bitcoin, a pesar de su robustez tecnológica, aún arrastra un elemento de desconfianza, especialmente para quienes no comprenden su complejidad.

“El oro no habla”, dijo Park, destacando la diferencia fundamental entre ambos. “Bitcoin es transparente, abierto, auditable, pero también caótico. Esa apertura genera discusiones, divisiones y ruidos. Para el inversor tradicional, eso asusta.”

De hecho, las disputas internas entre comunidades criptográficas, las divergencias sobre gobernanza y el debate constante sobre descentralización acaban perjudicando la percepción externa de Bitcoin. El oro, en contraste, mantiene un aura de neutralidad.

Además, los bancos centrales continúan comprando oro a un ritmo acelerado. China, por ejemplo, aumentó en un 20% sus reservas solo en los últimos meses, según datos de la Bolsa de Futuros de Shanghái. Esta demanda institucional crea una presión natural de valorización. Mientras tanto, ninguna autoridad monetaria relevante ha añadido Bitcoin a las arcas nacionales de forma significativa.

La política detrás del dinero

El comportamiento de los activos también refleja el ajedrez geopolítico global. En Argentina, por ejemplo, Estados Unidos volvió a operar líneas de swap cambiario para sustentar el peso, incluso después de la victoria del ultraliberal Javier Milei. Esta acción demostró que el Tesoro estadounidense aún utiliza el dólar y el oro como instrumentos de influencia política.

“Lo curioso es que el gobierno estadounidense compró pesos antes de comprar Bitcoin”, ironizó Park. Para él, esto muestra cómo el oro y las monedas fiduciarias aún dominan el “plumbing”, la tubería invisible, del sistema financiero. “Bitcoin aún no forma parte de esta infraestructura. Pero podría.”

El ejecutivo recordó que, en la práctica, el oro funciona como colateral de confianza global. Los Derechos Especiales de Giro (SDRs) del Fondo Monetario Internacional están respaldados precisamente en monedas y reservas de oro. Nada de esto incluye Bitcoin.

Para que el activo digital asuma ese papel, sería necesario que los gobiernos lo usaran como garantía en operaciones internacionales, algo que aún está distante. “Bitcoin puede ser el próximo activo neutro, más eficiente que los SDRs, pero el sistema aún no está listo para aceptarlo”, explicó Park.

El legado histórico favorece al oro

El Banco de Inglaterra, símbolo de la estabilidad financiera moderna, comenzó como empresa privada; durante 250 años, actuó como acreedor del propio gobierno británico, con el oro como base. Solo en 1946 fue nacionalizado. Esta integración entre el metal y el Estado moldeó lo que conocemos hoy como política monetaria moderna.

“Si queremos que Bitcoin siga el mismo camino del oro, necesitamos entender esa historia”, observó Park. “El oro sobrevivió durante siglos porque fue adoptado por bancos y gobiernos. Bitcoin aún está fuera de este ciclo.”

Mientras el oro alimenta el sistema financiero global, Bitcoin sigue siendo visto más como activo de riesgo que como reserva soberana. Para cambiar esto, el criptoactivo necesitaría encontrar un punto de convergencia con el poder público, algo que puede suceder solo después de una caída o un colapso cambiario.

Park cita un paralelo interesante: “Cuando el Banco de Inglaterra fue nacionalizado, la deuda británica equivalía al 250% del PIB. En escenarios extremos, los gobiernos absorben instituciones privadas. Con Bitcoin, un día, lo mismo puede suceder, no por imposición, sino por necesidad.”

El dilema de la visibilidad

Otro factor que limita el avance de Bitcoin es la complejidad de su uso. Para el público común, el sistema todavía parece difícil, técnico y fragmentado. Empresas como Stripe y Circle intentan “hacer el cripto invisible”, es decir, ofrecer servicios en la blockchain sin que el usuario se dé cuenta. Esta estrategia aumenta la adopción, pero también reintroduce elementos de centralización, algo que contradice la esencia de la moneda digital.

“Hay una paradoja ahí”, dijo Park. “Para hacer popular Bitcoin, necesitas esconderlo. Pero al esconderlo, lo centralizas. Es el dilema de la adopción.”

Mientras tanto, el oro sigue siendo simple. No necesita billeteras digitales, claves privadas ni debates sobre hard forks. Existe y punto. Esta simplicidad refuerza su posición de refugio seguro.

El sentimiento del mercado también influye. En las redes sociales, el pesimismo domina las conversaciones sobre Bitcoin. Muchos esperaban una fuerte subida en 2025, pero la criptomoneda decepcionó. El oro, en contrapartida, se beneficia de la psicología del miedo. Cuando el mundo parece incierto, el metal brilla más.

Aun así, Park defiende que la volatilidad de Bitcoin es su mayor activo. “Mientras el oro forma filas en las joyerías y bancos, Bitcoin no necesita filas. Su fila es la volatilidad. Cuando esta aumenta, es señal de vida, de liquidez.”

En su visión, el mercado aún no ha entendido que la inestabilidad es el combustible de la subida a largo plazo. “Si Bitcoin pierde su volatilidad, deja de ser interesante. Es valioso precisamente porque se mueve.”

Jeff Park concluye con una metáfora precisa: “El oro es el valor con raíces. Bitcoin es el oro con alas.”

Mientras las alas aún aprenden a volar en medio de las turbulencias políticas, tecnológicas y sociales, el viejo metal dorado sigue siendo soberano. Pero, para muchos, es solo cuestión de tiempo hasta que Bitcoin encuentre el viento adecuado para despegar y, cuando eso suceda, ningún cofre del mundo será capaz de contenerlo.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.