La economía mexicana ha desafiado las expectativas más pesimistas, mostrando una resiliencia y un dinamismo que han sorprendido a un gran número de analistas y expertos. A pesar de los pronósticos que vaticinaban un desempeño moderado o incluso un estancamiento, la economía de México ha logrado crecer de manera sostenida, superando a muchas de las economías más grandes del mundo. Este inesperado éxito ha puesto en tela de juicio las tradicionales narrativas sobre el desarrollo económico y ha obligado a una reevaluación de los factores que impulsan el crecimiento en un entorno global cambiante. El hecho de que México haya prosperado en un contexto de creciente proteccionismo por parte de su socio comercial más importante, Estados Unidos, es particularmente notable y merece un análisis más detallado.
Tradicionalmente, la economía de México ha estado intrínsecamente ligada al ciclo económico de Estados Unidos. Se ha considerado que cuando la economía estadounidense estornuda, la mexicana se resfría. Sin embargo, en esta ocasión, esta regla no se ha cumplido de la manera esperada. Aunque el proteccionismo ha creado incertidumbre, ha sido la capacidad de México para adaptarse y capitalizar nuevas oportunidades lo que ha marcado la diferencia. Este país ha logrado navegar en un mar de desafíos, transformando lo que podría haber sido un obstáculo en una ventaja estratégica.
Una de las razones fundamentales detrás de la resiliencia de México es el fenómeno del nearshoring. El nearshoring, o la reubicación de las cadenas de suministro a países cercanos, ha cobrado una importancia sin precedentes. A medida que las tensiones geopolíticas y los problemas logísticos han aumentado a nivel mundial, las empresas han buscado alternativas a la producción en regiones lejanas. México, con su proximidad a Estados Unidos, su amplia fuerza laboral y sus tratados comerciales, se ha posicionado como un destino ideal para estas reubicaciones. Numerosas empresas han optado por trasladar parte de su producción a territorio mexicano para reducir costos, acortar los tiempos de entrega y minimizar los riesgos asociados a las interrupciones en la cadena de suministro. Este influjo de inversión extranjera directa ha impulsado la creación de empleo, ha estimulado la actividad industrial y ha diversificado la base productiva del país, lo que ha contribuido de manera significativa a su crecimiento económico.
Además del nearshoring, la economía mexicana se ha beneficiado de una gestión fiscal prudente y una disciplina macroeconómica que han generado confianza en los mercados. A diferencia de lo que ha sucedido en otras naciones, el gobierno mexicano ha mantenido un enfoque conservador en el manejo de su presupuesto. La contención del gasto público y la ausencia de grandes déficits fiscales han transmitido un mensaje de estabilidad a los inversores. Esta solidez financiera ha permitido a México mantener su calificación crediticia, lo que ha facilitado la obtención de préstamos a tasas favorables y ha hecho del país un destino atractivo para el capital extranjero. La estabilidad macroeconómica es un pilar fundamental para el crecimiento a largo plazo y la capacidad de México para mantenerla ha sido un factor clave en su inesperado éxito.
Otro factor que no se puede ignorar es la diversificación de la base exportadora. Si bien las exportaciones a Estados Unidos siguen siendo dominantes, México ha logrado expandir sus lazos comerciales a otras partes del mundo, incluyendo Europa y Asia. Este esfuerzo por reducir la dependencia de un solo mercado ha hecho que la economía sea menos vulnerable a las fluctuaciones en la demanda de su principal socio comercial. La variedad de productos que México exporta también ha aumentado, incluyendo desde productos manufacturados de alta tecnología hasta productos agrícolas y servicios. Esta diversificación ha actuado como un colchón, absorbiendo los choques externos y permitiendo que la economía mantenga su ritmo de crecimiento incluso cuando las condiciones del mercado global han sido desfavorables.
La solidez del mercado laboral también ha jugado un papel importante. A diferencia de otros países donde la creación de empleo ha sido lenta, México ha logrado generar una cantidad considerable de nuevos puestos de trabajo. Este dinamismo en el mercado laboral ha impulsado el consumo interno, que es otro motor fundamental del crecimiento económico. Con más personas empleadas y con mayores ingresos, los ciudadanos tienen un mayor poder adquisitivo, lo que estimula la demanda de bienes y servicios. Este círculo virtuoso de empleo, consumo y crecimiento ha sido un factor crucial en la sorprendente resiliencia de la economía mexicana.
El éxito de México, sin embargo, no está exento de desafíos y riesgos. La dependencia de las remesas enviadas por los ciudadanos mexicanos que trabajan en el extranjero es un factor que ha impulsado la economía, pero que también la hace vulnerable a los cambios en las políticas migratorias y laborales de otros países. Además, la desigualdad en el país sigue siendo un problema persistente, con una gran parte de la población que aún no se ha beneficiado plenamente del crecimiento económico. La falta de inversión en infraestructuras y en sectores clave como la educación y la salud también representa un obstáculo para el desarrollo a largo plazo. Estos desafíos sugieren que el crecimiento de México, aunque notable, puede no ser sostenible si no se abordan las debilidades estructurales que aún persisten.
A pesar de que los expertos se han centrado en la resiliencia y el nearshoring para explicar el éxito de la economía mexicana, es posible que el crecimiento no sea un reflejo de su fortaleza interna, sino un síntoma de una economía global en transición. En este contexto, el desempeño de México podría ser una mera consecuencia de las tendencias globales, más que el resultado de políticas internas efectivas. La inestabilidad en otras partes del mundo, el deseo de las grandes empresas de diversificar sus cadenas de suministro y el aumento de los costos de producción en otras regiones son factores externos que han beneficiado a México. Bajo esta perspectiva, el éxito económico de México podría ser el resultado de una circunstancia favorable, más que de una capacidad inherente para superar los desafíos. En fin, las políticas internas, el nearshoring y la diversificación fueron claves para su resiliencia.
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