Los seres humanos somos unos expertos en encontrar y anticipar patrones. Nos encanta ver formas en las nubes, reconocer caras en las tostadas o predecir el resultado de un partido de fútbol. Los patrones nos ayudan a construir una visión del mundo, a orientarnos y a tomar decisiones. Es una forma de simplificar la complejidad y el caos que nos rodea

Pero no siempre los patrones son reales o fiables. A veces nos engañamos a nosotros mismos y vemos lo que queremos ver, o lo que nos resulta más familiar o cómodo. Esto puede tener consecuencias negativas, especialmente cuando se trata de invertir nuestro dinero.

Por ejemplo, muchos inversores de Bitcoin están emocionados hoy porque asumen que el 2024 será como el 2020. ¿Por qué? Porque en el periodo 2020-2021, Bitcoin tuvo un aumento espectacular de su precio, llegando casi a los $70K. Entonces, ¿es lógico pensar que Bitcoin se disparará de nuevo en 2024?

La respuesta es: no necesariamente. El precio de Bitcoin depende de muchos factores. Hay aspectos técnicos, económicos, políticos, sociales y psicológicos que influyen en la oferta y la demanda de esta criptomoneda. El pasado no garantiza el futuro. Lo que ocurrió en 2020 puede no repetirse en el 2024, o puede hacerlo de forma diferente. En fin, la fe en que el futuro se repite no es garantía de que el futuro se repetirá. El creer no es suficiente.

Por eso, es importante ser críticos y no dejarnos llevar por los patrones que nos parecen evidentes o atractivos. Hay que analizar la información con rigor y sentido común, y no confiar ciegamente en lo que nos dicen los demás. Así podremos tomar mejores decisiones, tanto en la vida como en las inversiones. Y quizás, también podremos disfrutar más de las sorpresas que nos depara el mundo.

Todos hemos vivido alguna vez un momento de euforia colectiva, en el que parece que todo va bien y que nada puede salir mal. Puede ser en el ámbito deportivo, político, social o económico. En esos momentos, la mayoría de la gente se deja llevar por el optimismo y la confianza, y cree que el futuro será igual o mejor que el presente.

Pero hay algunas personas que no se contagian de esa euforia, y que se atreven a cuestionar lo que ven y a pensar por sí mismas. Esas personas son las que dudan, las que no se conforman con lo que les dicen los demás, las que buscan más información y más argumentos. Esas personas no son aguafiestas ni bajistas empedernidos. Son personas racionales y críticas, que saben que la duda es más útil y constructiva que la fe.

Un ejemplo clásico de esta actitud es el de Don Quijote y Sancho Panza. Don Quijote es el idealista que se cree todo lo que lee y que vive en un mundo de fantasía. Sancho Panza es el realista que le pone los pies en la tierra y que le hace ver las cosas como son. Don Quijote necesita a Sancho, porque sin él se metería en muchos problemas y se haría mucho daño.

Lo mismo ocurre en el mundo de las inversiones. El sentimiento alcista ciega a las personas, porque es muy fácil embriagarse por la codicia. Esa ceguera hace que no veamos los riesgos, que confiemos ciegamente en nuestros pronósticos y que no consideremos que nuestros pronósticos simplemente no se cumplan. Eso puede llevarnos a perder mucho dinero y a arrepentirnos de nuestras decisiones.

Por eso, no hay que ser pesimistas cuando todos son optimistas, ni optimistas cuando todos son pesimistas. En su lugar, hay que ser sensatos, y tener en cuenta tanto las oportunidades como las amenazas. Algo así como que esperemos lo mejor, pero nos preparemos para lo peor. Así podremos aprovechar las ventajas de la duda, y evitar las desventajas de la fe. Y quizás, también podremos reírnos un poco de nosotros mismos y de nuestras ilusiones.

¿Por qué el contexto importa? Cuando queremos hacer pronósticos sobre el futuro, una de las herramientas que usamos es el análisis de los patrones del pasado. Es decir, buscamos regularidades, tendencias o ciclos que se hayan repetido a lo largo de la historia, y que nos permitan anticipar lo que puede ocurrir en el futuro.

Pero hay un problema con esta forma de pensar: el pasado no siempre se repite. O, al menos, no se repite de la misma manera. El contexto, es decir, el conjunto de circunstancias que rodean a un hecho o a una situación, puede cambiar mucho de un momento a otro. Y eso puede afectar al resultado de nuestros pronósticos.

Un ejemplo claro de esto es lo que ocurre con el clima. Sabemos que hay cuatro estaciones al año, y que cada una tiene unas características distintas. Pero eso no significa que podamos usar la gráfica de la temperatura de un mes de verano para predecir la temperatura de un mes de invierno. Eso sería absurdo, porque el contexto es diferente. Hay otros factores que influyen en el clima, como la latitud, la altitud, la humedad, el viento, etc.

Lo mismo pasa con el mercado cripto. Muchos inversores se basan en los patrones del pasado para predecir el futuro de Bitcoin u otras criptomonedas. Por ejemplo, algunos creen que el 2024 será un año de gran crecimiento para Bitcoin, exactamente igual que el 2020. Lo cual es posible, pero no es una garantía de que se repita. El contexto de 2020 y el de 2024 son muy diferentes. Entonces, no es insensato asumir que el 2024 será un año diferente.

Por eso, hay que tener cuidado con los pronósticos basados en los patrones del pasado de un modo demasiado literal. No podemos copiar y pegar las líneas de las gráficas, como hacen algunos en las redes sociales. Hay que usar la cabeza, y tener en cuenta el contexto. Así podremos evitar caer en el error de pensar que el futuro será igual que el pasado. 

¿Por qué es posible que el 2024 no será como el 2020? Muchos creen que el 2024 será un año de oro para Bitcoin, porque así fue el 2020. Pero hay que tener en cuenta algunas diferencias. El 2020 también fue un año en el que la Fed inyectó una cantidad récord de dinero en la economía, lo que impulsó el precio de Bitcoin.

Para el 2024, no se espera que la Fed haga lo mismo. Sí, se espera que empiece a recortar las tasas. Y aunque lo hiciera, no sería tan impactante como en 2020. Además, no es lo mismo que el precio de Bitcoin pase de $20K (máximo histórico del 2017) a casi $70K dólares (máximo histórico del 2021), que de $70K a $150K, $250K o más. Cuanto más grande sea el mercado de Bitcoin, más difícil será que crezca al mismo ritmo que antes. Por eso, hay que ser realistas y no dejarse llevar por las ilusiones. En este momento de euforia, es muy sano dudar. De pronto, hay la pequeña posibilidad de que el 2024 no sea una copia al carbón del 2020. Quizás sea mejor, quizás sea peor, o quizás sea diferente.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.