Han pasado muchos años desde la crisis financiera del 2008 y muchos temen que nuestra suerte se termine muy pronto. Aquella crisis se superó, pero el periodo de bonanza que vivimos después ha durado más de lo esperado. Es posible que se acabe, porque el problema de fondo nunca se solventó. El sistema tiene fallas muy profundas, y durante estos años lo único que se ha hecho es ocultar la mugre debajo de la alfombra. Tarde o temprano, esa bomba explotará. Hemos tapado nuestros problemas con deuda y todos sabemos que esta ilusión de prosperidad no puede seguir eternamente. Pero, ¿cuándo vendrá la próxima crisis? ¿Será el próximo año? Se lleva años anunciando la inmediatez de la crisis, pero, de algún modo, el tiempo pasa y esta no termina de llegar. ¿Cómo la hemos podido evadir? ¿Acaso los ciclos se podrían evitar? Hablemos de esa crisis tan temida, pero que no ha llegado aún. 

Si queremos entender la naturaleza de los ciclos económicos, es necesario estudiar con cierta profundidad el rol de la deuda en la economía. Como bien nos ha enseñado la historia, la economía a veces está bien y a veces está mal. Algo que se considera normal en teoría, porque la economía tiene ciclos, pero en la práctica lo olvidamos con demasiada facilidad. Es decir, cuando la economía está boyante, sentimos que nuestra suerte durará para siempre. Nos dejamos seducir por la codicia y las crisis siempre nos toman por sorpresa. Guerra avisada no mata soldado y si lo mata, es por descuido. Bueno, en materia económica, somos terriblemente descuidados. La historia se repite una y otra vez. Sin embargo, en cada crisis nos preguntamos con perplejidad: ¿Qué pasó? 

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La respuesta es casi siempre la misma. Nos endeudamos hasta el cuello y no podemos pagar. La gente se queja, si no tiene acceso a créditos baratos. Pero la gente también se queja cuando los obtiene y después no tiene para pagarlos. He ahí el detalle. Las deudas hay que pagarlas. Siempre nos hemos endeudado y esto es bueno para la economía. Con oro o dinero fíat, siempre ha existido la deuda y siempre ha sido muy importante para la economía. Sin embargo, crea ciclos. ¿Por qué? Bueno, ¿qué es una deuda? Básicamente, una deuda es una promesa a futuro. Nos dan un dinero y nosotros debemos pagarlo en el futuro. Más intereses, claro. Eso significa que somos ricos hoy, pero pobres mañana. Porque con un crédito podemos consumir más, pero en el momento que debemos devolverlo consumimos menos. Y, como nuestro gasto es el ingreso de otro, la economía crece cuando obtenemos el préstamo y sufre cuando lo devolvemos. Así se forman los ciclos.

Hablando de la crisis del 2008, esta relación crisis/deuda resalta particularmente evidente. Por razones sociales y políticas, el Gobierno de los Estados Unidos incentivó y presionó a los bancos a conceder préstamos a medio mundo. Me refiero a personas que técnicamente no podían devolver los préstamos. Estamos hablando del mercado subprime. Por un tiempo, todo fue bello. Los intereses estaban por el suelo y todo el mundo podía acceder a un préstamo. Por supuesto que esto infló los precios de los inmuebles. Pero luego llegaron las quiebras y el sistema colapsó. Los bajos sueldos, la inflación, el alto precio del petróleo, entre otras cosas, ayudaron mucho a debilitar el bolsillo de la clase asalariada. Entonces, la gente no pudo pagar sus préstamos. Los bancos sufrieron. El valor de los colaterales cayó en picada. El público entró en pánico. Y Wall Street se desplomó. Y naturalmente la crisis se esparció como un virus por todo el mundo.

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La crisis causó deflación. Y la deflación es por supuesto terrible para la economía porque la contrae e impide el crecimiento. Entonces, se tomó la decisión de inyectar dinero a la economía y subir las tasas de interés. La subida de la tasa tiene un efecto deflacionario, pero era necesaria para disminuir la deuda. El estímulo vino de los rescates y la expansión cuantitativa, que es esencialmente otra forma de decir sacar dinero la calle como locos. Y el asunto funcionó de las mil maravillas. Desde entonces, nadamos en la prosperidad. Los datos macroeconómicos están en excelente forma. La deuda por las nubes, pero milagrosamente los niveles de inflación en su rango deseable y el desempleo en sus mínimos históricos. Técnicamente, todo marcha viento en popa. Si tenemos un problema, es social. El tema de la desigualdad, la moral y la tensión política. Pero la economía estos últimos años no ha estado nada mal. Y que Wall Street se encuentre de fiesta y rompiendo sus máximos históricos casi todos los días no es un accidente. 

¿Cómo es posible que esta bonanza haya durado tanto? Durante la crisis pasada, los villanos fueron los bancos. Ahí comenzó todo. Y todo comenzó debido a su importancia en la economía como un todo. Los villanos de la próxima crisis pueden ser los héroes de la anterior. En otras palabras, las grandes firmas tecnológicas. En estos momentos, estos titanes son los “demasiados grandes para caer”. La próxima crisis podría comenzar por ahí. Pero, con todo el dinero que ha inyectado la Reserva Federal, con las tasas de interés tan bajas y la deuda pública y privada tan alta, ¿cómo tenemos tan poca inflación y tan poco desempleo? Bueno, es posible que se lo debamos a las grandes tecnológicas. Ellas son un agujero negro para la liquidez. Son sumamente deflacionarias. De algún modo, le hacen contrapeso a todo el dinero que imprime la Fed. 

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Las grandes tecnológicas: Apple, Amazon, Facebook, Google, Microsoft. Ellas han logrado crear una especie de capitalismo sin capital. Son deflacionarias en dos aspectos. Primero, ejercen en los precios una presión a la baja porque son muy eficientes técnicamente. Amazon, por ejemplo, facilita a sus usuarios encontrar los mejores precios y cosas así. Si unimos esto a los productos chinos que han invadido el mercado estadounidense, y la bajada de los precios del petróleo y otras materias primas debido a la alta producción, entonces tendríamos en parte la respuesta a la pregunta de la inflación. Por otra parte, las grandes tecnológicas son deflacionarias, porque sus activos son, en su mayoría, activos intangibles, como datos, capital humano, patentes y software. Entonces, producen mucho con poco capital. Y pueden darse el lujo de acumular efectivo por montones. En estos momentos, todas ellas están sentadas en una gigantesca pila de efectivo. Las industrias pesadas y los bancos no tienen esas mismas ventajas. 

Las tecnológicas son monopolios en sus nichos y negocios sumamente rentables. Además, disfrutan de poca regulación y muchos beneficios fiscales. Están muy contentas con Donald Trump, porque los recortes y devoluciones tributarias han sido utilizados para adquirir sus propias acciones, dar dividendos, hacer adquisiciones y comprar bonos basura. Es decir, todo ese dinero que se ha impreso en su mayoría no ha tocado a la economía real en la forma de inversiones tangibles. No, ha ido directamente a los mercados financieros. Es por eso que las valoraciones en Wall Street están por las nubes. ¿Recuerdan la gigante pila de efectivo que tienen las empresas tecnológicas? Bueno, están en bonos o en cuentas offshore. Se endeudan a bajo interés y con todo el dinero en efectivo que ha acumulado compran bonos basura de alto retorno. Entonces, el mercado de los bonos está en la estratosfera. Todo está sobrevalorado. Estamos en medio de una inmensa burbuja. 

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Si la economía continúa desacelerándose y los datos macroeconómicos desmejoran, muchas de las compañías que están sobrevaloradas hoy comenzarán a reportar pérdidas. El pánico podría hacer colapsar al mercado de los bonos y las acciones. La crisis será terrible, por el tamaño de las valoraciones en los mercados financieros y por el colosal tamaño de la deuda en relación al producto interno bruto. Y en este mundo tan interconectado, una crisis en EE. UU y se esparcirá por el resto del mundo en cuestión de segundos. ¿Será en el 2020? No lo sé. Por los últimos 5 años, muchos expertos han profetizado la crisis. Pero hasta ahora se ha logrado posponer para otro día. Sin embargo, un día de estos se nos terminará la suerte. 

¿Qué pasaría con Bitcoin? Bueno, Bitcoin se ha beneficiado enormemente de esta bonanza. Pero todavía no tenemos el privilegio de ver cómo se comporta durante una crisis mundial. Muchos están convencidos de que Bitcoin es un activo como el oro y la gente se refugiará en él durante una crisis. Sin embargo, eso aún está por verse. Esas son cosas que se dicen más con el corazón que con el cerebro. Porque está ahora Bitcoin no ha demostrado tener una correlación negativa con la economía. De hecho, tiende a ser un activo no correlacionado. Y existen algunos como Tom Lee, de Fundstrat Global Advisors, que proponen otra cosa. Él argumenta que Bitcoin se correlaciona positivamente con el S&P 500. Y, es más, los datos le podrían dar la razón. Su teoría no es muy popular, pero es cierto que los mejores años de Bitcoin han coincidido por los mejores años del S&P 500. De todos modos, ya sabremos el comportamiento de Bitcoin en una crisis cuando esta llegue. ¿En el 2020?