Después de varias intensas jornadas, los 27 miembros de la Unión Europea finalmente han llegado a un acuerdo salomónico con respecto al fondo de recuperación. Se trata de un paquete de estímulos ideado para el rescate de la economía. Estamos hablando de 750 mil millones de euros que se inyectarán en la economía como medida de emergencia. Una intervención considerada como necesaria por muchos, pero prejudicial por algunos. Sin embargo, el fondo ya es un hecho. Los políticos lograron un acuerdo. Ahora bien, analizamos los puntos claves del fondo.
¿Es necesario? Sí, este fondo es necesario en muchos sentidos. Primero, porque el desempleo está por las nubes y muchas familias necesitan una mano. Dejar a millones de personas hundirse en la miseria en nombre de la austeridad es simplemente ir demasiado lejos. Ser disciplinado es una cosa, pero es muy fácil confundir la disciplina con mezquindad. No intervenir en este momento no sería sabiduría financiera, sería una crueldad. E, irónicamente, prejudicial para la economía.
No es lo mismo dar dos hamburguesas a un obeso que ya ha comido tres que dar un vaso de leche a un desnutrido. Por muy libertario que uno sea en algún punto hay que entender la diferencia. Pese a que curarse solo siempre es una opción, hasta los conservadores van al médico cuando están enfermos. Hay una medicina para cada momento. Si en alguno punto se aplica mal una medicina, esto no implica que las medicinas son malas en todo momento. En otras palabras, a pesar de que a veces la intervención gubernamental en la economía puede llegar a ser excesiva y perjudicial, en algunos casos la intervención es necesaria.
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Más allá de las ayudas a los desempleados, en este caso, el fondo es necesario para ayudar a subir la demanda, que está por el suelo. No es lo mismo inyectar más dinero en una economía como la de Venezuela o Zimbabue que en una económica atravesando por un grave cuadro deflacionario. Debemos ser lo suficientemente inteligentes para olvidarnos de los dogmas por un momento y reconocer que la deflación debe ser combatida. La meta en este caso no es la inflación sino el equilibrio. Se inyecta dinero no para hundir de agua al jardín, sino para que el desierto florezca.
El fondo también es necesario por razones políticas. Es decir, es lo que la sociedad reclama. En este momento, no sacar ese fondo sería un suicidio político, porque los europeos no se lo perdonarían a sus gobernantes. A muchos de los economistas (académicos y amateurs) se les olvido con demasiada frecuencia que la economía no es solo un asunto meramente técnico. Existen elementos sociopolíticos en juego en todas las decisiones macroeconómicos.
Es decir, una decisión económica puede ser perfecta desde el punto de vista técnico y teórico, pero sin el apoyo del público, lo único que tendremos es una gran crisis de gobernabilidad. E, irónicamente, las crisis de este tipo son nefastas para la economía. Nadie tiene razón con la medida correcta, pero las calles en llamas.
Ahora bien, sentados al frente del teclado, es fácil criticar todas las medidas que se toman. Pero una cosa muy distinta es estar peleando con los leones en la arena del coliseo. En el mundo real, las presiones llegan de todos lados y hay que ser más pragmáticos que dogmáticos. Los comentaristas y los articulistas la tenemos sencillo. Porque el texto lo aguanta todo. Poder ser los dueños de nuestra verdad, pero sin ninguna responsabilidad. Podemos criticar y sentirnos los reyes del mundo, mientras otros hacen el trabajo duro. Es fácil componer al mundo desde Twitter, lo difícil es componerlo en el mundo real. En la vida real, no se puede pensar en absolutos. Hay que dar concesiones.
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Las personas que están luchando en la arena viven en un mundo muy distinto al mundo de las personas en el palco. Por esta razón, considero que este acuerdo es realmente brillante. Y es brillante porque nadie obtuvo lo que quiso. Es decir, todos quedaron parcialmente descontentos. Lo que quiere decir que fue un éxito. De hecho, un milagro. Los europeos escogieron un punto medio en casi todo. Entonces, los extremos fueron los grandes perdedores y el acuerdo cuenta con un apoyo mayoritario. No ganó la austeridad, pero tampoco ganó el despilfarro. No ganó el norte, pero tampoco ganó el sur. Ganó la sensatez. Ni las derechas ni las izquierdas se llevaron el trofeo. Estamos ante una victoria colectiva. Ganó la unidad.
Esta crisis es tan grande que los 750 mil millones de euros no causarán inflación ni devaluación, por la sencilla razón de que la deflación es demasiado grande. O sea, los libertarios de este mundo pueden dejan de llorar por un problema que no existe. Pasen la página. Límpiense las lágrimas. Emisión no es inflación. Suposiciones y conjeturas no son evidencias. Hay que ir a los datos. Este fondo no devaluará al euro. Porque ha sido diseñado con mucho ingenio. Aquí estamos ante un Picasso. ¡Un verdadero poema!
Este fondo no se creará con dinero inorgánico. El financiamiento se conseguirá mediante la emisión de bonos. Y esos bonos se pagarán con nuevos impuestos. Se van a colocar nuevos impuestos a sectores como al de los plásticos no reciclables. Eso significa que no será dinero nuevo per se, pero sí son recursos que vendrán de nuevas fuentes. Básicamente, es una redistribución. No impresión de dinero a lo bruto. No es política monetaria pura al estilo estadounidense. Es decir, no es una lluvia de dinero. Es la canalización de las aguas de un río. ¡Wala!
Tampoco es un cheque en blanco. Este es un dinero condicionado. Un poco menos de la mitad son préstamos (48%) y el resto (52%) son subsidios. Y se exigirán cambios estructurales. Los 750 mil millones es el monto justo. Más grande de lo que el club de los frugales quería, pero mucho menos de lo que los mediterráneos pedían. Y el monto no es tan grande (menos de un 11%) en relación al PIB europeo. Y sí es lo suficientemente grande como para que pueda tener un impacto.
El fondo se ejecutará paulatinamente. Comenzando en el otoño y se desembolsará gradualmente en los próximos 2 años. Es decir, son estímulos progresivos y eso dará tiempo para que la economía se ajuste. O sea, no es un fondo de llegada violenta que distorsionará todo. La medida está diseñada con mucha prudencia.
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España recibirá 140 mil millones de euros, de los cuales 72.7 mil millones son ayudas directas y el resto son préstamos. España es el segundo beneficiado después de Italia. Lo curioso es que este fondo no va directo de las grandes empresas. Entonces, este no es un plan como los planes estadounidenses que primero benefician a las grandes corporaciones y casi todo se va a los mercados financieros, ampliando la brecha de la desigualdad. Este fondo es muy particular en ese sentido también. El fondo de rescate de empresas fue eliminado. Es decir, que el sueño libertario del “dolor temporal” para eliminar a los malos actores sí se dará en parte.
La belleza de este acuerdo es que el club de los frugales y el bloque del sur lograron consolidar dos visiones diametralmente opuestas en un convenio unitario y sin traumas. En una Unión Europea fragmentada, se obtuvo un plan unitario con un apoyo sorpresivamente mayoritario. Es un verdadero triunfo político e institucional. Europa tiene futuro. La liquidez ciertamente ayudará a combatir la deflación y el desempleo. Pero esta nueva unidad también tendrá un impacto positivo en lo económico, porque la fortaleza institucional demostrada con este acuerdo elevará los ánimos y subirá la confianza. Hoy la Unión Europea es más fuerte que ayer. ¡A dejar la lloradera, amigos libertarios! No es momento de dogmas. ¡Está sonando la novena sinfonía! ¡El himno de la alegría! ¡Qué viva Beethoven!