No siempre es sencillo entrar en el mundo de las inversiones. Obviamente, no es por falta de información. De hecho, lo que ocurre es exactamente lo opuesto. La información abunda en demasía. De hecho, hay tanta información disponible que todo resulta terriblemente abrumador. Todo el mundo parece promover una agenda y es no fácil identificar las fuentes confiables. ¿A quién escuchamos?

Bitcoin va a subir” no es el mejor consejo financiero. He ahí la gran falla de la mayoría de los llamados “influencers”. Las predicciones del precio no son consejos financieros. Y las ganas de hacerse rico en cuestión de meses no es una estrategia. Las corazonadas del “amigo que sabe mucho de eso” lo único que hacen es alimentar nuestro pensamiento ilusorio. La ingenuidad y la codicia son los vicios predilectos del inversor novato destinado a perder dinero. 

Ahora bien, hablemos de los errores más comunes a la hora de invertir por primera vez. 

La idealización de Bitcoin

Lo he visto mil veces. El joven inteligente que experimentó un encuentro místico con Bitcoin después de ver un documental en Youtube. En cuestión de días, se sumerge totalmente la cultura bitcoiner e invierte mucha emotividad en una narrativa específica. Se convierte en el militante de una causa pseudo-política y, prácticamente, asume la personalidad de un vendedor de Herbalife. Todavía no ha comprado sus primeros satoshis y ya está troleando en Twitter en contra del dólar, los bancos y la Reserva Federal de los Estados Unidos

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Calma, pueblo. Por supuesto que todo el mundo está en su derecho de suscribirse a la causa que más le plazca. No obstante, si de inversiones se trata, es importante mantener las cosas lo más frías posibles para no perder la objetividad. Debemos recordar que Bitcoin no es un mesías que viene a salvarnos de todos los males. Bitcoin es simplemente un código, creado por una persona falible, usado por personas falibles, y promovido por personas falibles. Es un instrumento. Una tecnología. No es un objeto sagrado o mágico. Lo que implica que podemos analizar, criticar, y redefinir. Hacemos bien con desmitificar a Bitcoin desde un principio.  

Poner a Bitcoin en primer lugar

La hora de invertir en Bitcoin no es muy sensato comenzar con Bitcoin. Lo razonable es comenzar por el inversor en cuestión. Piensa en ti primero. ¿Cuáles son tus ingresos? ¿Cuáles son tus egresos? ¿Capital disponible? ¿Deudas? ¿Edad? ¿Cargas y responsabilidades? ¿Experiencia? ¿País de residencia? 

La meta es crecer financieramente. Así de sencillo. Pero para crecer es necesario conocer muy bien nuestra situación financiera. Si mi abuela de 95 años de edad que vive de una modesta pensión y que no entiendo mucho de inversiones me expresa interés en Bitcoin, mi recomendación sería que disfrute la vida y que no piense en esas cosas. Por otro lado, si mi sobrino de 10 años me pregunta sobre inversiones, le abriría una cartera y le donaría algunos satoshis. Diferente situación, diferente solución. Obviamente que la medicina no es la misma para todos. No es lo mismo un joven emprendedor, un desempleado, una ama de casa o un millonario retirado. 

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Para invertir necesitamos capital. ¿Tenemos capital? ¿Cuánto? En primer lugar, debemos entender muy bien de lo que se habla cuando se habla de “capital”. Aquí no estamos hablando de dinero per se. Estamos hablando de capital. Hace referencia a ese dinero que tenemos exclusivamente para invertir. O sea, un dinero ocioso que no necesitamos en lo absoluto. No es el dinero del alquiler. No es el fondo de emergencia. Tampoco es el dinero para pagar la tarjeta de crédito. Es lo que quedó después de realizar todos los gastos. A partir de ahí, diseñamos una estrategia de inversión. 

Invertir con fe

Muchos invierten en Bitcoin, porque piensan que va a subir de precio. Así de simple. Lo que en una primera impresión podría parecer razonable, porque, al fin y al cabo, esa fe es la motivación detrás de toda inversión. No obstante, hay una diferencia abismal entre el piloto que vuela aviones y el loco en el techo de su casa creyéndose Superman. En el primer caso, tenemos una fe científica. En el segundo caso, tenemos un delirio bastante insensato. Fe sin sensatez es pura locura. Podemos tener una ilusión, pero es un error ser un iluso.

Siempre se lo digo a la gente: “Recuerda que Bitcoin puede bajar de precio en cualquier momento”. Al instante, me responden con el ceño fruncido: “No lo creo. Un amigo me dijo (un amigo que sabe mucho de eso) que Bitcoin seguirá subiendo”. Obvio que estamos ante una persona que invierte con pura fe y carece de una estrategia. 

No pensar en el riesgo

Nos equivocamos si pensamos que Bitcoin es una inversión segura. Por definición, toda inversión implica un riesgo. De hecho, la alta rentabilidad de Bitcoin está estrechamente relacionada a su nivel de riesgo. Todo lo que sube puede bajar. Obvio que esto no es una crítica hacia el activo. Es simplemente una descripción. Cuando hablamos de riesgo, estamos hablando de volatilidad. Mientras más sube de precio un activo, más riesgoso es. La idea es minimizar el riesgo. 

El riesgo no es motivo para el desánimo o el miedo. Tampoco significa que el activo es malo por ser riesgoso. El riesgo es algo que debe administrarse. Si compramos caro (cerca de máximo histórico) y utilizamos todos nuestros ahorros esperando duplicar la inversión en un par de meses, aquí el riesgo es alto. Por otro lado, si compramos a buen precio (cerca del mínimo anual) y utilizamos una parte manejable de nuestro capital, teniendo bajas expectativas en cuanto al precio y a los tiempos, estamos ante un inversor mucho más maduro. 

Hay varios factores a considerar en lo que se refiere al riesgo. El capital asignado, la actitud hacia la espera, y el precio de la compra son probablemente las más importantes. Supongamos que tenemos a un inversor paciente y sensato con un portafolio diversificado y balanceado. El inversor que compró temprano a un monto razonable y está dispuesto a esperar años y lustros está en mejor posición que el inversor ingenuo que no administra su riesgo debido a una codicia ingenua e imprudente. 

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Pensar que somos inteligentes

No se trata de inteligencia. Se trata de carácter. Las armas más poderosas de un buen inversor son la paciencia y la objetividad. Los enemigos del inversor son el miedo, el pensamiento fantástico y la codicia. Es la frialdad de la mente metódica contra lo errático del corazón impulsivo. Invertir en un hábito. Digamos que es una rutina. Aburrida y repetitiva. Es algo que se hace por costumbre. No es un esquema para hacerte rico de la noche a la mañana. 

El lector podría encontrar muy obtusas estas recomendaciones. He aquí la ironía de todo esto: Los cabezas calientes y obsesionados del dinero son los primeros en perder su inversión. El éxito requiere de autodisciplina. Es una carrera de fondo. No son los 100 metros planos.