El ecosistema cripto se encuentra en un punto de inflexión. La adopción de criptomonedas ya no es una novedad tecnológica, sino una realidad económica y política que atraviesa fronteras, modelos de gobernanza y estrategias de inversión. En este escenario, el riesgo regulatorio y operativo adquiere un protagonismo inédito.
El informe 2025 de Coincub aporta una radiografía exhaustiva de cómo cada país gestiona o bloquea el avance de los activos digitales, revelando patrones que ayudan a entender qué jurisdicciones están preparando el terreno para la próxima etapa del crecimiento cripto, y cuáles lo están obstaculizando.
Fuente: Coincub
Estados Unidos: legitimación desde la cúpula
Estados Unidos emerge como uno de los grandes protagonistas del mercado cripto en 2025. Luego de años de ambigüedad y posiciones encontradas entre agencias regulatorias, la aprobación de ETF de Bitcoin y Ethereum marcó un antes y un después. Este paso no sólo habilitó una nueva ola de inversión institucional, sino que también funcionó como una validación simbólica del sector por parte del sistema financiero tradicional.
Según Coincub, este proceso ha transformado el entorno de riesgo del país, reduciéndolo significativamente y posicionando a Estados Unidos como uno de los mercados más seguros y rentables para desarrollar o invertir en activos digitales. La estimación de que el mercado cripto alcanzará los 6 billones de dólares en 2025 habla no sólo de volumen, sino también de confianza.
La clave ha estado en un enfoque pragmático: combinar regulación clara con espacio para la innovación. Grandes gestoras de activos, bancos, plataformas de trading y fondos de capital riesgo han intensificado su presencia en el sector. La interoperabilidad con el sistema financiero tradicional avanza, mientras se debaten marcos más robustos para proteger al consumidor y combatir el lavado de dinero.
Europa: exceso de regulación, falta de tracción
A diferencia del modelo estadounidense, Europa ha optado por una regulación exhaustiva desde una lógica preventiva. El Reglamento de Mercados de Criptoactivos (MiCA), que entró en vigor recientemente, establece requisitos estrictos para las empresas que operan con activos digitales. Si bien el objetivo es brindar seguridad jurídica y proteger a los usuarios, los costos de cumplimiento han resultado más elevados de lo previsto.
Según el informe, esta carga ha derivado en consecuencias preocupantes: una reducción del 90% en los empleos vinculados al sector blockchain y una caída abrupta en la creación de nuevas startups. Más aún, sólo un pequeño porcentaje (14%) de las empresas cripto logra abrir cuentas bancarias sin experimentar interrupciones, cierres o bloqueos, una señal clara de fricción estructural.
Esta combinación de trabas financieras y regulatorias ha generado una "fuga cripto" hacia jurisdicciones más tolerantes. Mientras tanto, Europa corre el riesgo de quedar rezagada en una industria que avanza a gran velocidad.
El Salvador: pionero regional en formalización cripto
En el escenario latinoamericano, El Salvador continúa consolidándose como un caso singular. Su decisión de adoptar Bitcoin como moneda de curso legal en 2021 fue ampliamente debatida a nivel internacional, pero a cuatro años de distancia, los resultados empiezan a visibilizarse con mayor claridad.
La creación de la Comisión Nacional de Activos Digitales (CNAD) y la implementación de un marco regulatorio específico han posicionado al país como el más avanzado de Hispanoamérica en materia de regulación cripto.
Coincub lo ubica como el segundo país con menor riesgo a nivel global, apenas detrás de Suiza. Esto no significa que el experimento salvadoreño esté exento de desafíos, pero sí que ha conseguido ofrecer una estructura legal clara que resulta atractiva tanto para empresas como para usuarios.
Además de fomentar la adopción nacional, el país ha comenzado a atraer capital extranjero e iniciativas tecnológicas interesadas en operar desde una jurisdicción amigable. En un continente donde la regulación suele ser ambigua o inexistente, El Salvador actúa como un punto de referencia disruptivo.
Argentina: la paradoja de la adopción sin regulación
En el otro extremo del continente, Argentina representa una paradoja. Es uno de los países con mayor adopción de criptomonedas per cápita en el mundo, impulsada por la inflación crónica, los controles cambiarios y la desconfianza en el sistema bancario tradicional. Sin embargo, esta adopción masiva se da en un contexto regulatorio desordenado y carente de visión estratégica.
El informe de Coincub advierte que la falta de un marco normativo claro, combinada con la volatilidad económica, coloca a Argentina entre los países con mayor riesgo cripto en 2025. Las empresas que operan en el sector lo hacen muchas veces en un “limbo legal”, sin saber si serán habilitadas, multadas o clausuradas por organismos oficiales.
Esta situación genera un entorno frágil, donde los usuarios no están plenamente protegidos, y los inversores locales y extranjeros enfrentan altos niveles de incertidumbre. Aunque la adopción cripto en Argentina es un testimonio de la resiliencia ciudadana y la innovación desde abajo, su falta de institucionalización limita su impacto estructural.
China y Nigeria: el control como obstáculo
En la categoría de entornos hostiles, China y Nigeria continúan siendo casos emblemáticos. Ambos gobiernos han implementado restricciones severas sobre el uso de criptomonedas, alegando preocupaciones sobre la estabilidad financiera, el lavado de dinero y la evasión fiscal. En el caso de China, la prohibición directa de las actividades cripto ha desplazado buena parte del ecosistema a otros países asiáticos y ha impulsado la actividad en mercados no regulados.
Nigeria, por su parte, ha experimentado una adopción espontánea significativa, pero el marco institucional sigue siendo adverso. Las restricciones del banco central y la falta de infraestructura regulatoria han inhibido el crecimiento formal del sector. En ambos casos, el riesgo es doble: no sólo se inhibe la innovación, sino que se expone a los usuarios a mercados paralelos con escasa o nula protección legal.
El riesgo como termómetro de madurez
El principal aporte del ranking de Coincub es su capacidad para traducir factores cualitativos y cuantitativos en un índice que permite comparar países con realidades distintas. A diferencia de otros rankings centrados exclusivamente en volumen de transacciones o desarrollo tecnológico, Coincub pone el foco en el riesgo asociado a operar en cada jurisdicción. Esto incluye variables como:
- Claridad regulatoria
- Adopción institucional
- Políticas de prevención de lavado de dinero (AML)
- Acceso a servicios bancarios
- Costos regulatorios y fiscales
Este enfoque permite a inversores, empresas y gobiernos tomar decisiones más informadas. Un entorno con bajo riesgo no necesariamente implica alta adopción, pero sí mayor previsibilidad, seguridad jurídica y sostenibilidad a largo plazo.
El año 2025 marca una etapa de madurez para el ecosistema cripto. Ya no se trata sólo de quién adopta primero o quién tiene más usuarios, sino de quién puede ofrecer un entorno estable, transparente y funcional para el desarrollo de activos digitales. En este sentido, la geografía del riesgo cripto está redefiniendo el mapa de oportunidades.
Mientras países como Estados Unidos y El Salvador avanzan con modelos claros y diferenciados, otros como Argentina, Nigeria o China enfrentan tensiones entre control estatal, demanda social e innovación tecnológica. Para quienes operan en este mercado, comprender estas dinámicas no es solo útil: es esencial.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.