Ethereum nació para ofrecer una serie de características que Bitcoin no tiene. Hablamos de una blockchain con una gran plasticidad y con herramientas sumamente útiles para la creación de proyectos de diversa índole. Sin embargo, han pasado 4 años y muchos de los objetivos planteados por Vitallik Buterin y compañía aún no se han cumplido o se han desechado. Esta cadena de bloques sigue funcionando pero su desarrollo es cada vez más complejo y las soluciones para sus problemas se vuelven cada vez más lejanas. 

Historia breve

Cuando Buterin comenzó a hablar públicamente de Ethereum, la red pretendía traer a la vida los contratos inteligentes ideados por Nick Szabo, partiendo de las capacidades y características con las que ya contaba Bitcoin, ampliando su programabilidad en este nuevo producto.

Entonces, la moneda nativa de la red, el ether (ETH), iba a ser el “combustible” de esta plataforma, ideada para alojar aplicaciones descentralizadas. Para que los interesados pudieran obtener ETH, se realizó la primera Oferta Inicial de Moneda (ICO) de la historia, aunque entonces fue llamada Venta Génesis (Genesis Sale) en la que solo se podía participar utilizando bitcoins y para la que existían unos 12.000.000 ETH preminados, en posesión de los principales desarrolladores y vocales de Ethereum. 

 

En ningún punto de este lanzamiento ETH se planteó como dinero: Ethereum iba a ser una computadora global y el ether la moneda que permitiría su funcionamiento.

En Ethereum se creó una Organización Autónoma Descentralizada (DAO) que recibió 12,7 millones de ETH para su funcionamiento, que buscaba profundizar el alcance de la red. Sin embargo, la organización sufrió un hackeo y le fueron sustraídos más de 3.6 millones de ETH. La “computadora global” no había cumplido un año aún.

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Los desarrolladores (Buterin incluido) decidieron bifurcar la red para dejar sin efecto el robo, alterando el funcionamiento del protocolo. Esto fue considerado un ataque contra la integridad del protocolo, demostrando que los intereses económicos de los desarrolladores y principales tenedores de ETH están por encima del proyecto y el de los pequeños inversionistas. De la bifurcación nació Ethereum Classic (ETC) que mantiene la cadena de bloques original desde el principio y cuyo lema “el código es ley” contrasta con el conflicto de intereses que llevó a los líderes de Ethereum a bifurcar. 

Ethereum no ha tenido un desarrollo precisamente prolijo. A pesar de que la criptomoneda ha alcanzado una capitalización de mercado sumamente importante (siendo la segunda criptomoneda en este renglón, solo superada por Bitcoin), el protocolo ha atravesado una serie de mejoras que no han terminado de cristalizar y aún está por venir ETH 2.0, la nueva versión de la red que se espera para 2020. 

Además, Buterin y los principales desarrolladores de la red han planteado la necesidad de que el mecanismo de consenso de la red pase de Prueba de Trabajo (PoW) a Prueba de Participación (PoS), un proceso que no ha sido sencillo y que aún no ha rendido frutos. Incluso es imposible mantener una copia completa de la blockchain de esta red, que, a pesar de ser más joven que Bitcoin, ha adquirido un tamaño exagerado.

En cuanto a la recepción del criptoactivo en el mercado, entre 2017 y 2018, en medio del mercado alcista y el bull run que llevó a Bitcoin a su máximo precio histórico, ETH también llegó a su precio máximo. Su red alojó un importante número de ICOs, empujando su precio cada vez más alto. Cada ETH se tranzaba por 1.377 dólares en enero de 2018. Sin embargo, el precio no se mantuvo y la corrección ha sido sumamente fuerte. Actualmente cada ETH tiene un precio de poco más de 220 dólares, es decir casi seis veces menos.

Las aplicaciones descentralizadas, uno de los puntos claves de la “computadora global”, tienen pocos usuarios y la escalabilidad de su red se ha convertido en un problema de difícil solución. Buterin ha planteado crear una solución de segunda capa llamada Casper, utilizar Bitcoin Cash (BCH) para el resguardo de la blockchain de Ethereum e incluso combinar esta red con la solución de segunda capa de Bitcoin, Lightning Network (LN). Una serie de potenciales soluciones que sugieren una deriva preocupante en el proyecto.

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¿A dónde va Ethereum?

El destino de Ethereum solo lo conoce Vitalik Buterin y los principales desarrolladores y tenedores de ETH. ¿Se convertirá en una plataforma de servicios de finanzas descentralizadas (DeFi)? ¿Logrará convertirse en el nuevo Internet? ¿Podremos utilizar la “computadora global”? ¿Cuándo llegará ETH 2.0? ¿Se seguirá reduciendo la recompensa por la creación de bloques? ¿Se establecerá una política monetaria clara sobre el límite de ETH? 

Las respuestas a estas preguntas están en manos de la élite de Ethereum y los usuarios de su red, atraídos por sus características únicas y la ampliación de Bitcoin que ofrece, solo pueden aceptarlas. 

El dejo aristocrático de Vitalik y compañía pone en entredicho el verdadero alcance de Ethereum, cuyo futuro ha sido, está siendo y probablemente siga siendo definido por este grupo, sin tomar en cuenta a los usuarios y tenedores de pequeñas cantidades de ETH. 

La completitud de Turing, el funcionamiento de la máquina virtual de Ethereum (EVM) y todas las características supuestamente superiores a Bitcoin podrían quedar en nada pues los problemas para seguir avanzando son cada vez más tangibles y difíciles de resolver. 

La fase 0 (sí, 0, después de 4 años) de ETH 2.0 se tiene planeada para enero de 2020 pero, de allí en adelante, el panorama es incierto. Sí, en octubre de 2019 se espera que se de la última bifurcación dura de la red (Istambul) antes de esta fase. 

Sin embargo, reducir el gas (monto que se paga por cada byte procesado en la red que se llevará de 60 a 16 gas / byte) o el mejoramiento del procesamiento de los datos en la blockchain parece una medida insuficiente para lograr el gran objetivo inicial de Ethereum: ser una “computadora global”, convertirse en el nuevo Internet o superar definitivamente a Bitcoin.

A día de hoy, relanzar el proyecto no parece ser suficiente, especialmente dejando atrás una ruta de desarrollo que fue el principal aliciente para que Ethereum recibiera inversión. Transformar la red para que sobreviva o, al menos, permita a los tenedores de ETH no perder toda su inversión en un escenario de implosión definitiva parece no ser suficiente para un proyecto tan ambicioso.

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