Toda crisis necesita sus culpables. Es una trama que se repite con frecuencia. Cuando el sistema colapsa, la culpa recae en los codiciosos. Siempre es más fácil recurrir al resentimiento por explicaciones. En la película Wall Street (1987), Oliver Stone nos presenta a un mundo de avaricia. Por un lado, tenemos al villano, Gordon Gekko, que es la personificación de la codicia. Y, por el otro, tenemos a Carl Fox, el padre del Bud Fox (el protagonista) un hombre honesto y sencillo. Stone es un hombre de izquierdas culpando a Wall Street por los desastres financieros en la década de los 80s. Gordon Gekko es el malo de la película. Pero, seamos francos, casi todos queremos ser como Gordon Gekko. 

Todos queremos ser buenos en algo. Y todos queremos alcanzar nuestros objetivos. El ser competente es admirable. Gordon Gekko es una especie de Batman. No es el mejor de los sujetos y rompe la ley para cumplir con su cometido, pero admiramos sus habilidades. Por otro lado, nadie quiere ser un mediocre. El personaje de Martin Sheen, el mecánico y sindicalista Carl Fox, es presentado por Stone como el modelo a seguir. Pero, para ser honestos, casi nadie quiere ser como Carl Fox. Irónicamente, la película Wall Street no tuvo el efecto deseado. Después de ver la película, todo el mundo quería trabajar en Wall Street. 

Sigue leyendo: Olvidó la clave y está por perder millones. ¿Cómo reacciona el público?

El argumento moral de la película es sencillo. La riqueza y el poder en contra de la simplicidad y honestidad. Es decir, la película es un ataque a la competitividad excesiva que compromete la ética y la ley en nombre de la avaricia. El discurso de la avaricia dado por Gordon ante los accionistas de Teldar Papers ya es leyenda:

“La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amar, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad”.

Tenemos una trama similar en una película más reciente. El lobo de Wall Street de Martin Scorsese. El antihéroe en este caso también nos resulta bastante simpático. Pese a sus excesos y transgresiones, a cierto nivel, todos admiramos a Jordan Belfort. Claro que no aplaudimos lo malo. Pero reconocemos sus habilidades. Sin embargo, el Lobo de Wall Street y Wall Street, ambas películas, son tragedias. Al parecer, la riqueza es la ruina. 

Aparentemente, la única manera de ser noble es siendo pobre y desapegado. El pobre siempre es bueno. Incluso, cuando el pobre es malo, es bueno por el hecho de ser una víctima del sistema. Ahora bien, ¿Qué pasó con el rico honesto? ¿Por qué no hay más películas sobre la persona trabajadora de éxito? 

En la supuesta saga entre los robinhood traders y Wall Street, no hay honestidad por ningún lado. En la posmodernidad, solo hay una moral relativa. Es la política de la identidad. Es decir, lo que mi grupo hace siempre está bien. Pero lo que los demás grupos hacen siempre está mal. Si un fondo de cobertura de Wall Street incurre en actividades fraudulentas, está mal.  Pero si un grupo de robinhood traders con un foro de Reddit incurren en las mismas actividades, está bien y lo llaman revolución. Todo parece indicar que la única codicia que es pecado es la de los poderosos. Si eres pequeño, el pecado no aplica. En tu caso, la avaricia es buena. 

Sigue leyendo: El eterno dilema: ¿Debo comprar ahora o esperar una corrección?

En los últimos meses, varios fondos de cobertura tomaron una posición corta con la compañía GameStop. Un movimiento perfectamente legal. Y, al menos en mi opinión, perfectamente moral. Sin embargo, varios poetas en Reddit decidieron lo contrario. Entonces, organizaron un esquema Pump and Dump con GameStop para hacer dinero en la movida. Claramente, una manipulación. O sea, un fraude. Sin embargo, en la posmodernidad de los milennials, todo se acomoda con una narrativa antisistema. Al parecer, la movida de Gamestop no fue un esquema fraudulento. Según los participantes del fraude, fue una revolución en contra de los poderes establecidos. O sea, un ataque a Wall Street. Entonces, salen en los medios sonrientes y victoriosos jactándose de sus jugosas ganancias. El enemigo es la avaricia en Wall Street. Porque, al parecer, los robinhood traders son unas monjitas que hicieron un voto de pobreza y dieron todo el dinero ganado a los pobres. 

En las redes sociales, hay mucho sinvergüenza. Todos se pintan como grandes héroes usando narrativas acomodaticias, pero son más bandidos que cualquiera. Más que avaricia lo que yo veo es mucha frustración, resentimiento, mediocridad y pereza. Todo se quiere fácil y rápido. Y todo lo malo o inconveniente es culpa de los demás. Si algo resulta difícil o desagradable, se culpa al Gobierno, a los ricos o a las leyes. El populacho siempre tiene la razón. Pero la verdad es que no siempre tiene la razón. En la mayoría de los casos, son unos niños mimados que quieren todo sin dar mucho. 

Los pecados no están exclusivamente en Wall Street. Los vicios están en todos lados. Ser pequeño no te hace más noble. Ser grande no te hace un villano. Las acciones definen el carácter. Eres codicioso, si actúas con codicia. Así de sencillo. 

En lo personal, creo que la avaricia (o codicia) sí es mala, porque termina siendo destructiva. Es sano tener una voluntad para el éxito, pero el éxito no se puede obtener a toda costa. El problema es que la alternativa que se nos presenta ante la avaricia suele ser la mediocridad, como lo vemos en la película Wall Street. Se nos presenta a Gordon Gekko como una figura negativa y, como la figura positiva, nos colocan a Carl Fox, el sindicalista que no tiene para comprarse un traje. Pero nadie quiere ser como el mecánico Carl Fox. ¿Acaso no existe una alternativa? ¿Bandido rico o pobre honesto? ¿Eso es todo? ¿No se puede tener éxito con integridad? 

Sigue leyendo: ¿Por qué Bitcoin ha subido tanto?

“A falta de una palabra mejor”. El trabajo no es avaricia. Ser competente no es avaricia. Querer lograr los objetivos no es avaricia. Ser próspero y productivo no se opone a la ética. Ser una persona con fuerza de voluntad no te convierte en un avaro. En otras palabras, para hacer dinero no se requiere ser un patán. 

En la vida real, la codicia tiende a ser contraproducente, porque te lleva a cometer muchos errores. En la mayoría de los casos, el codicioso pierde mucho dinero por asumir demasiados riesgos. La paciencia, el cálculo, el trabajo, la prudencia y la cabeza fría suelen ser más rentables en el largo plazo. Hay mucho loco haciendo dinero en este boom. Pero eso siempre pasa en los ciclos alcistas. Lamentablemente, esa codicia es de poca duración. Porque los codiciosos siempre son los primeros en caer. ¿Una mejor palabra para definir la voluntad de éxito? No es la avaricia. Hay palabras más adecuadas.  Trabajo, esfuerzo, talento, perseverancia, integridad, paciencia, visión.