¿Nombre nuevo? ¿Vida nueva? Probablemente no. Pero Facebook seguramente pensó que podría ayudar. El proyecto de criptomoneda de Facebook, Libra, recibió un gran rechazo por parte de los reguladores de todo el mundo. Ahora ese mismo proyecto, pero con otro nombre y algunos cambios, ostenta un nuevo nombre: Diem. “Diem” como en Carpe Diem, la máxima romana que significa aprovechar el momento presente sin esperar mucho del futuro. ¿Verá el día este controvertido proyecto en el 2021?  

Por un lado, el tiempo es perfecto para un proyecto así. La digitalización del mundo, acelerada por la crisis del coronavirus, ha impulsado todos los proyectos Fintech. Resulta claro que lo que tenemos es una tendencia. China, que está a años luz de nosotros en materia de pagos digitales, ha servido de inspiración para muchos en Occidente. Y compañías como Facebook no quieren quedarse atrás. Alibaba y, en especial, WeChat llevan años integrando las redes sociales y el comercio en línea con las finanzas. Entonces, lo que tendríamos sería un híbrido. Una especie de Facebook/Mercado libre. Lo que significaría otra fuente de ingresos para Facebook, que reduciría su dependencia de la publicidad. 

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Las grandes compañías tecnológicas se están acercando al mundo de las finanzas. Y el sector financiero se está adoptando a la tecnología. Estos dos sectores se están encontrando en un nuevo sector: Fintech. Si revisamos la lista de las compañías más grandes de los Estados Unidos, veremos que Big Tech y finanzas son sectores predominantes. Y cada una de las compañías ahí presentes cuentan con algún tipo de proyecto fintech. El consumidor está comprando cada vez más en línea y el futuro se muestra como uno muy digital. Las grandes empresas han identificado ese patrón y se están preparado. 

El aumento de popularidad de Bitcoin, las criptomonedas y la tecnología blockchain en general no es casual. Los inversores están viendo en el sector cripto una rama de la revolución fintech. Bitcoin está creciendo, pero no por las razones que muchos bitcoiners creen. Ya está resultando evidente que el capital institucional invirtiendo Bitcoin no lo hace para promover la utopía libertaria y el patrón bitcoin.  Obvio que no se trata de la abolición del dólar, el fin de los bancos centrales, y la separación del Estado y la economía en el contexto de un fundamentalismo de libre mercado. Es decir, la idea no es crear un paraíso anarcocapitalista. El administrador de fondos institucionales no tiene un proyecto político per se. Lo que quiere es hacer dinero. 

Todo parece indicar que la integración es parte vital de todo proyecto fintech. El consumidor quiere muchas opciones. Es posible que Wall Street no esté viendo la visión libertaria de Bitcoin como promovida por los maximalistas y criptoradicales de la contracultura. Seguramente la visión es otra. Bitcoin puede estar viéndose como una herramienta muy útil dentro del universo fintech. 

Ahora bien, volviendo a Diem. Facebook no quiere quedarse por fuera de la revolución fintech. Dijimos anteriormente que el momento era muy bueno. Sin embargo, el momento también es muy malo para un proyecto así. Big Tech se ha convertido en el nuevo villano en la mente del público y los políticos. Muchos consideran que estas compañías tech han acumulado demasiado poder y abusan de él. En otras palabras, deben tener límites. Deben rendir cuentas. Y son demasiado grandes. 

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Facebook, en particular, ha estado en el ojo del huracán debido a sus numerosas transgresiones. Es claro que Facebook abusa de nuestra información. Por otro lado, tiene el poder de influir en los eventos, porque organiza y fragmenta al mundo en pequeñas tribus digitales. Lo que implica que es muy fácil ser “atípico” en Internet. ¿Crees que la Tierra es plana? Bueno, en Facebook hay un grupo para ti. ¿Crees en la teoría de conspiración más absurda del mundo? Bueno, ese grupo está activo en Facebook. El tribalismo digital incentiva el radicalismo y fomenta una desconfianza crónica hacia las autoridades convencionales.  

Es muy difícil que el villano de la película obtenga el permiso para crear su propia moneda. El solo hecho de ser el "villano" nos predispone a desconfiar de sus intenciones. Eso de comienzo. Pero también la creación de una moneda privada es algo muy delicado. Sobre todo, en un mundo con una guerra comercial. Y, mucho más, si tomamos en cuenta el inmenso poder de la red de Facebook. En la actualidad, se considera que el dinero debe estar bajo control democrático. Esto podría sonar extraño en una era de desconfianza total por las autoridades. Pero debemos recordar que el Gobierno es una institución pública y los bancos centrales son entes diseñados para servir al público. Es decir, el público es el dueño de la "impresora de dinero". Cuando se dice que “ellos imprimen dinero de la nada”, en realidad, deberíamos decir que nosotros imprimimos nuestro dinero de manera fiduciario. 

Claro que normalmente nos sentimos enajenados de nuestro propio gobierno y preferimos usar el pronombre “ellos” para enfatizar distancia. Sin embargo, al menos oficialmente, nuestro dinero es democrático. Una moneda privada es peligrosa por varias razones. Está el problema de la fiscalización. Es decir, es más difícil evitar el fraude o la manipulación. Y, por otro lado, es bastante difícil controlar el flujo de capitales. Un sistema de banca libre es terriblemente caótico. He ahí la razón por la cual tenemos una moneda de uso legal. 

Muchas autoridades no consideran a Bitcoin como una moneda per se. Es más un activo o una mercancía. Algo que, pese a su portabilidad, se usa principalmente como vehículo especulativo. Las stablecoins, sin embargo, sí son de cuidado. Y una stablecoin emitida por la red más poderosa del planeta muchísimo más. 

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Claro que es muy positivo que los usuarios de Facebook tengan la posibilidad de tener acceso a servicios financieros. Pero pensemos por un momento en los efectos de eso para el control de capitales. En el tercer mundo, por ejemplo, cualquiera podría colocar sus ahorros en esta nueva moneda. Lo que significaría una gran distorsión para la moneda local. Sería un caos monetario. Y no se podría hacer mucho, porque estamos hablando de una moneda privada. Al ser el dinero democrático, nuestros representantes pueden hacer algo al respecto. Pero, en el caso de una moneda privada, lo privado es privado. 

¿Por qué Facebook insiste en crear su propia moneda? ¿Por qué no usa un sistema como el de PayPal? Es decir, se podría convertir en un banco. O una solución de segunda capa del dólar. Asumo que la creación de una moneda privada es mucho más ventajosa debido a la ausencia de controles. He ahí el problema. La ausencia de controles. Para que Diem obtenga la luz verde por parte de los reguladores deberá demostrar que implementará todos los controles necesarios. Lo que irónicamente convertiría a Diem en un dólar de facto. En otras palabras, otro PayPal. Me parece bien. ¿Por qué no? Sería genial poder comprar Bitcoin con Diem.