Desde el crash de marzo, los mercados financieros han estado viviendo en “La la land”. Mientras la calle está gritando de agonía debido a una de las peores crisis de la historia reciente, los inversores en Wall Street están de fiesta nadando en dinero disfrutando de una recuperación anticipada. 

El desconfinamiento es, en parte, responsable de eso. Pero, sin lugar a dudas, los planes de rescate de la Reserva Federal se llevan el gran premio. Un océano de liquidez está cayendo sobre los mercados y los inversores han estado surfeando la ola. Pero ya estamos llegando a un punto que la desconexión entre Wall Street y Main Street es simplemente demasiada. No se trata de ser alarmistas. Pero analizamos los desafíos que nos presenta el mes de julio.  

El aumento de los contagios

Antes de la pandemia del coronavirus, la economía estaba muy bien. Eso no se puede negar. Los tiempos no eran malos. Sin embargo, no todo era color de rosas. Ya se estaba sintiendo el pesimismo, porque muchos estaban hablando de un panorama muy sombrío para el futuro. La desaceleración económica era evidente, y los estímulos ya no estaban funcionando como antes. Estábamos “bien”, pero la preocupación era muy grande, porque todos sentíamos que la crisis estaba tocando la puerta. Llegó la pandemia y dio la estocada mortal.  

Desde el punto de vista económico, las medidas que se tomaron fueron fatales. Necesarias, pero fatales. El confinamiento paralizó la actividad economía. La demanda cayó al suelo. La deflación invadió al mundo. Y los mercados, por supuesto, colapsaron. Los negocios cerraron y comenzaron las perdidas y los despidos. Llegó la crisis. 

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Pero, después de unas largas y complicadas semanas, la cuarentena se fue levantando gradualmente y eso trajo un nuevo optimismo. La esperanza invadió a los mercados y los precios comenzaron a subir de nuevo. Ahora bien, esta historia no ha terminado. Los contagios siguen aumentando. Y el epicentro ahora está en el continente americano. Texas y Florida han revertido algunas de sus medidas de apertura, porque el aumento de los contagiados ha sido demasiado últimamente. Esta situación obviamente que preocupa, porque un segundo confinamiento sería mortal para economía. 

El desempleo

Después, lo que tenemos es la dura realidad económica. El desempleo es el gran elefante en el cuarto. Desempleo significa descontento social, tensión política, caída del consumo y bajo crecimiento. Una tasa de desempleo elevada implica que las valoraciones actuales son insostenibles en el tiempo. El desempleo es esencialmente deflacionario. Y la deflación genera desempleo. Abril fue uno de los peores meses de la historia. Estados Unidos pasó de casi tener empleo pleno a su peor tasa desde la Gran Depresión en unas pocas semanas. Mayo, sin embargo, nos sorprendió con una mejoría. De pronto, esta mejoría no está directamente relacionada con una mejora de la economía, sino simplemente a la coyuntura del desconfinamiento. 

Esto lo comprobaremos esta semana. Porque el U.S Labor Department estará publicando su reporte mensual el jueves 2 de julio. Si la mejoría es importante, esto sería genial porque estos datos positivos se completarían con los datos de mayo. Entonces, se respiraría un aire de optimismo, porque, a pesar de que estamos mal, por lo menos, vamos bien. Y el futuro es lo que motiva a los inversores. Por otro lado, si los datos confirman las sospechas de los más pesimistas, se rompería el hechizo y los inversores podrían comenzar a sentir miedo. Y del miedo al pánico hay paso. 

El fin del trimestre y el rebalanceo de los portafolios

Para los inversores, las compañías, los grandes fondos y las pensiones, el corte de trimestre es temporada de reportes y de toma de decisiones. En este momento, cualquier cosa puede pasar, pero algo va a pasar. Si los reportes muestran una realidad peor de la anticipada, esto podría obligar a los grandes administradores de dinero a retirarse de las acciones y a inclinarse más hacia los bonos. Este rebalanceo tendría sus consecuencias en el precio de las acciones. 

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El primer trimestre del año estuvo repleto de preocupaciones. El segundo trimestre estuvo lleno de incertidumbre, improvisación y oportunidad. El tercer trimestre podría convertirse en un periodo de ajustes, reflexión y preparación. Ahora contamos con más información y ya sabemos que nos esperan duros meses por delante. Es posible que muchos escojan tomar sus ganancias ahora para mudarse a un refugio más seguro esperando que pase la tormenta. 

El complicado escenario político

Durante lo peor de la crisis, los planes de rescate recibieron luz verde. La respuesta fue rápida y en parte porque hemos aprendido a responder ante una crisis y en parte porque los políticos saben muy bien que durante una emergencia no se puede estar con divisiones y peleas. La Reserva Federal respondió y recibió apoyo total.  

Sin embargo, el tiempo ha pasado. Los días han dado tiempo para que los políticos quieran volver al campo de batalla. Este es un año electoral en los Estados Unidos y las calles están en llamas. El país está más dividido que nunca y el aire se puede cortar con un cuchillo. Crisis en las calles y bonaza en Wall Street no es un cuadro que la gente puede tolerar por mucho tiempo. El tema de la desigualdad y las heridas del 2008 todavía están a flor de piel. Para nadie es un secreto que los estímulos están beneficiando principalmente a los ricos. En año electoral, inyectar dinero a diestra y siniestra podría frenarse en el Congreso. Esto significaría que se acabó la fiesta en Wall Street. 

Por otro lado, las encuestas han estado favoreciendo con mucha ventaja al demócrata Joe Biden. Los grandes capitales prefieran a Donald Trump, porque el tío Trump significa menos impuestos para los ricos. El problema es que los ricos pagan menos impuestos que la clase media porque sus inversiones supuestamente generan empleos. Pero es un hecho perfectamente demostrable que los ricos han usado sus beneficios fiscales no para invertir en la economía real, sino para comprar sus propias acciones e inflar el mercado. Joe Biden es el aguafiestas que quiere detener esa piñata. Hasta ahora, está ganando en las encuestas y Wall Street se preocupa. 

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Vacaciones de verano

Tradicionalmente, el feriado del 4 de julio significa bajo volumen.  Y lo mismo aplica para los meses de verano. En términos generales, los meses de veranos son de poco volumen. Claro que este verano es atípico. De pronto, mucha gente no salga de viaje esta vez. Y es muy difícil saber el comportamiento de la gente durante este verano después de haber pasado meses en cuarentena. Pero, tomando en cuenta la alta volatilidad de los mercados bursátiles en estos momentos y todos los peligros que he mencionado anteriormente, la llegada del verano preocupa. Históricamente, los junios son buenos, pero también son el inicio de un descenso a partir de julio.

Ahora bien, Bitcoin ha estado en modo lateral por muchas semanas. Y la volatilidad ha sido prácticamente nula. Hemos pasado por varios sustos, pero, de algún modo u otro, hemos logrado mantenernos por encima de los $8.8K. Durante esta crisis, en contra de todos los pronósticos, la correlación entre Bitcoin y el S&P 500 ha sido impresionante. La caída, drástica o gradual, de los mercados podría afectar a Bitcoin. No es un hecho. Pero sí es una posibilidad. No es nada del otro mundo y no son razones para entrar en pánico. Pero no es mala idea estar atentos. Hay que prepararse para lo inesperado porque aquí cualquier cosa puede pasar. ¡Ojo! Guerra avisada no mata soldado. Y si lo mata, es por descuidado.