Opinión de: Da Hongfei, fundador de Neo
Descentralizado, sin permisos y transparente. Estos son los principios que nos atrajeron a muchos al ecosistema de la blockchain. Sin embargo, esta visión sigue siendo socavada por una fuerza insidiosa y a menudo invisible: el valor máximo extraíble (MEV).
El MEV no es inevitable; es una elección. Demasiados lo tratan como un subproducto ineludible de las blockchains. No lo es. El MEV está diseñado en función de los incentivos y puede diseñarse para ser eliminado. Si no se controla, se convierte en un impuesto oculto, una forma de censura y un ataque directo a la equidad y la descentralización.
Tolerarlo drena la confianza del usuario y disuade la adopción. Eliminarlo, por el contrario, protege a los usuarios y señala una infraestructura creíble y a prueba de futuro. Construir sistemas justos significa construir ecosistemas más competitivos e invertibles.
Los constructores, desarrolladores, usuarios e inversores deben reconocer esta amenaza y unirse para eliminarla; es tanto un imperativo ético como una necesidad estratégica de la que depende el futuro de Web3.
La censura que se esconde a plena vista
El valor máximo extraíble es el beneficio máximo que un productor de bloques puede capturar manipulando el orden de las transacciones. Algunos argumentan que existen formas neutrales de MEV, como el arbitraje simple en exchanges descentralizados, pero la vastísima mayoría es dañina. Este "MEV tóxico" es censura financiera que socava la seguridad, la falta de permisos y la descentralización.
Los ejemplos más comunes son la retención de bloques, los ataques de "time-bandit", el front-running y los ataques de sándwich. Cada uno reordena las transacciones para extraer valor a expensas del usuario. Estos no son trucos benignos del oficio. Son manipulaciones deliberadas que subvierten la intención del usuario y agotan la confianza. Permitirlos es una elección política, no una ley de la naturaleza.
El impuesto invisible y la centralización no deseada
El MEV tóxico es un síntoma de centralización en sistemas diseñados para resistirla. Ningún actor individual debería controlar el orden de las transacciones. Sin embargo, el MEV consolida el poder entre un puñado de extractores que explotan los resultados.
El resultado es un campo de juego desigual. Cuando los usuarios temen ser objeto de front-running o de ataques de sándwich, pierden la fe en la integridad del sistema. Este déficit de confianza es fatal para la adopción a largo plazo. Peor aún, el MEV distorsiona los incentivos. En lugar de recompensar a los constructores que fortalecen la red, canaliza las recompensas hacia quienes la explotan. Esa desalineación es una amenaza existencial para la credibilidad de la blockchain.
Para los inversores, esto es más que una cuestión técnica. Es una bandera roja de gobernanza. Las cadenas que eligen tolerar el MEV señalan fragilidad. Las cadenas que eligen frenarlo señalan resiliencia. Resolver el MEV no es solo una postura moral, sino una ventaja competitiva.
La escala masiva y la oscuridad deliberada
La etiqueta de "impuesto invisible" es apropiada. Los costos de MEV son ocultos pero reales, ascendiendo a miles de millones silenciosamente drenados de los participantes de las finanzas descentralizadas cada año.
Solo en Ethereum, la extracción de MEV creció de 78 millones de dólares a principios de 2021 a 600 millones de dólares en 2023. En 2022, se desviaron al menos 133 millones de dólares. Estas son estimaciones conservadoras. La escala precisa es mayor gracias a estrategias opacas como el MEV de múltiples bloques, la cobertura off-chain y los ataques de cola larga imposibles de rastrear. Esta oscuridad deliberada agrava el problema. Normaliza el MEV y los usuarios quizás nunca sepan cuánto se les quita. Aceptar esa opacidad es, de nuevo, una elección.
El MEV no es inevitable ni necesario
Algunos argumentan que el MEV es un mal necesario. Esa es una justificación débil para la inacción.
Los defensores afirman que el MEV mejora la liquidez. El arbitraje verdadero y la creación de mercado pueden prosperar en sistemas transparentes que no dependen de un orden de transacciones privilegiado. La eficiencia y la equidad pueden coexistir, como ya han demostrado los experimentos con mempools cifrados y el ordenamiento aleatorio.
Otros argumentan que el MEV incentiva a los productores de bloques. Pero los constructores ya reciben recompensas de bloque y tarifas de transacción. El MEV es excesivo e inmerecido, extraído a expensas de los usuarios.
Quizás el mito más peligroso es la inevitabilidad. Ya existen soluciones. Las transacciones cifradas, los protocolos de ordenamiento justo, la criptografía de umbral y los experimentos de separación entre proponente y constructor muestran que el MEV tóxico puede eliminarse o al menos minimizarse sin perjudicar el rendimiento. Elegir no seguir estos caminos es complacencia disfrazada de realismo.
Un llamado ético y colectivo a la acción
Más allá de lo técnico, esta es una batalla por el alma de la blockchain. Si la descentralización ha de significar algo, el MEV tóxico debe ser afrontado de frente.
Los constructores de capa 1 deben diseñar protocolos que resistan el MEV desde el principio. Los desarrolladores deben evitar plataformas que dependan de la explotación. Los usuarios deben entender que la equidad y la ética no son extras opcionales, sino el fundamento de las redes descentralizadas. Los inversores deben reconocer que apoyar cadenas que eligen resolver el MEV es tanto una cuestión de principios como de prudencia.
Una blockchain más justa no solo es posible, sino esencial. Recompensará a quienes la construyan y la respalden, y determinará si esta tecnología cumple su promesa de confianza y descentralización.
Al final, el MEV no nos definirá, nuestras elecciones sí.
Opinión de: Da Hongfei, fundador de Neo.
Este artículo es solo para fines de información general y no pretende ser ni debe tomarse como asesoramiento legal o de inversión. Los puntos de vista, pensamientos y opiniones expresados aquí pertenecen únicamente al autor y no reflejan ni representan necesariamente los puntos de vista y opiniones de Cointelegraph.
