Una criptomoneda, que comenzó como un chiste y ahora cuenta con una capitalización de mercado multimillonaria, nos recuerda lo absurdo que puede llegar a ser el ser humano. O, para decirlo de otro modo, todo tiene un valor, si hay interés. Lo lúdico no siempre es ridículo. De hecho, hay muchas cosas “inútiles” con alto valor monetario. Una banana pegada en la pared tiene un valor de millones de dólares en el mundo de hoy. Parece absurdo. Pero muchas cosas son absurdas. ¿Qué es un diamante después de todo? Una roca. ¿Qué es el oro? Un metal. ¿Qué es un Picasso? Pintura y tela. Muchísimas cosas no tienen valor intrínseco. Su valor está en lo que representan. Dogecoin es un chiste irónico.  

Hay celebridades que son famosas por el simple hecho de ser famosas. En un primer momento, esta lógica nos parece algo circular. ¿Quién es Paris Hilton? ¿Quiénes son las Kardashians? No lo sé. Yo no las conozco y nunca he visto nada de ellas, pero sé que son famosas. Del mismo modo, la obra de un artista puede llegar a tener valor por el simple hecho de tener el interés de muchos coleccionistas. Lamentablemente, el talento no siempre es garantía de éxito. El mundo está repleto de genios incomprendidos. Y me temo que hay muchos artistas mediocres disfrutando de gran éxito comercial. Definidamente, hay gente que sabe vender. 

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Cuando hablamos de Dogecoin, hablamos de algo realmente ridículo. Si una banana en una pared pone en manifiesto el nivel de ridiculez en el mundo del arte, Dogecoin cumple la misma tarea para el mundo de las criptomonedas. Dogecoin es un chiste, pero la gente sigue invirtiendo. ¿Acaso son idiotas? La prensa no lo dice de manera explícita, pero lo insinúa. Eso es lo que saca el lector al leer los titulares sobre Dogecoin. ¿Cómo algo que comenzó siendo un chiste tonto puede valer tanto? Bueno, la gente asume que los compradores son idiotas. 

Lo ridículo es algo absurdo tomado en serio. Un hombre ridículo asume posturas absurdas, pensando que es un genio. Es diferente al charlatán. El hombre ridículo puede llegar a ser estúpido, pero al menos es sincero. El charlatán, por otro lado, engaña. ¿El merchant que vendió la obra de la banana en la pared es un genio, un ridículo o un charlatán? Probablemente, un poco de los tres. El humor es lo que hace difícil ponerle un adjetivo al asunto. Hay algo de seriedad en el chiste. Lo que indica inteligencia. Pero hay humor. O sea, no es una ridiculez sino un chiste. Pero se hizo mucho dinero con una banana en la pared llamándola una obra de arte. Lo que parece el engaño de un charlatán. 

Yo diría que algo muy parecido tenemos con Dogecoin. Es un chiste rentable. En un primer momento, podría parecer algo completamente ridículo. Pero la verdad es que mucha gente ha hecho dinero invirtiendo en Dogecoin. Chiste o no, hay mucho dinero en juego. ¿Qué es el fútbol? Un grupo de personas persiguiendo una pelota. Pero, al mismo tiempo, es un negocio que genera muchos millones de dólares cada año. Por muy ridículo que parezca, si hay interés, hay valor. 

Muchos se han sumado al chiste de Dogecoin. Y esa atención ha incrementado su valor. Elon Musk, el hombre más rico del mundo e ídolo de los millennials, es una de los bromistas más afinados a Dogecoin. La exactriz porno, Mia Khalifa, también es parte de este fenómeno. Muchos coquetean con Dogecoin por humor. Pero otros están participando en un juego de manipulaciones especulativas. Compran Dogecoin y luego expresan su apoyo para inflar el precio. 

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En el mundo de las criptomonedas, casi todo el mundo participa en estos esquemas. La afición a las predicciones es, en gran parte, propaganda. Muchos en el ecosistema bitcoin hacen predicciones optimistas del precio de Bitcoin en gran parte para atraer más compradores. Lo que termina convirtiéndose en una profecía autocumplida. Resulta obvio que muchos de los criptoinflucers no son objetivos. O sea, tienen una agenda. ¿Bitcoin es una buena inversión?  Es como preguntarle a un barbero si necesitas un corte de cabello. 

Claro que invertir en Bitcoin no es lo mismo que invertir en Dogecoin. Debemos ver a una criptomoneda como un pacto social. Tenemos al instrumento como tal. Y tenemos a la comunidad que se suscribe a ese pacto. En lo personal, la comunidad Dogecoin no me inspira confianza. Obtener una ganancia rápida en un juego especulativo sacando un chiste no es un proyecto a largo plazo que me atraiga mucho. Si la persona quiere hacer unos dólares haciendo compras y ventas rápidas, puede hacerlo. Pero no hay que confundirse. Dogecoin no es un proyecto serio. 

Yo diría que se debe entrar y salir rápido. Porque un día Musk va a decir algo despectivo sobre Dogecoin y el precio se va al suelo. En el mundo, casi todo es absurdo. Pero definitivamente hay cosas más absurdas que otras. Lo que me desagrada de Dogecoin es que se glorifica la estupidez. Nos recuerda lo absurdo que pueden llegar a ser los mercados. El dinero es una abstracción. Y de abstracciones en abstracciones se puede llevar a cualquier conclusión. Una banana en una pared con la narrativa adecuada a la gente indicada puede convertirse en una obra de arte valorada en millones de dólares. Del mismo modo, el meme de un perro puede inspirar la creación de una criptomoneda con una capitalización de mercado multimillonario, que aumenta de precio debido a un tweet de Elon Musk y los comentarios de un exactriz porno. 

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Se podría decir que la prensa usa Dogecoin para ridiculizar a los inversores de criptomonedas. Y claro que el proyecto Dogecoin es bastante estupido. Pero, en el fondo, el concepto de valor es bastante disparatado si lo colocamos en una lupa. Después de todo, un futbolista puede ganar más dinero que un médico. Un Picasso podría alimentar a millones de personas. ¿Qué es el dólar? Un papel. ¿Qué es un Bitcoin? Un código. 

Dogecoin se ha convertido en una expresión más del inmenso carisma de Elon Musk. El sujeto es un encantador de serpientes. La gente siempre pone dinero en sus proyectos. Claro que Dogecoin no es uno de sus proyectos. Pero se ha hecho su proyecto debido a sus números de referencias. En mi opinión, la fascinación de muchos por Elon Musk me parece algo exagerado. Seguramente, veremos el día cuando la misma gente que hoy lo adora, lo convierta en un villano.