Con profundo pesar, hemos visto cómo la ciencia y la tecnología viven constantemente enlodadas por los fangos de las pasiones políticas. Claro está que este no es un fenómeno particularmente nuevo. De hecho, es de muy vieja data. A través de la historia, han sido muchos los científicos e innovadores que se han encontrado con una sociedad inferior a sus poderes individuales. El forcejeo entre la razón y la estupidez siempre ha existido. Pero que la estupidez se vuelva de moda con el pasar del tiempo es algo que nunca anticipé en mis años de infancia. Crecí bajo la ingenua noción de que en el futuro seríamos más avanzados. Que el hombre común sea ignorante hasta romántico puede llegar a ser. Pero un liderazgo ignorante no solo es lamentable sino espeluznantemente peligroso. 

Como prueba viva del gigantesco contraste que existe hoy entre el hombre de conocimientos y los cavernícolas de este mundo, solo tendríamos que ir a cualquier universidad del mundo en busca de una referencia. Luego, visitar el Congreso de los Estados Unidos, tomar una muestra aleatoria y realizar una comparación. Bueno, en realidad, cualquier congreso funcionaria, pero escojamos Estados Unidos por eso de que un gran poder conlleva a una gran responsabilidad. Tomemos cualquier tema. Por ejemplo, el cambio climático. Y hagamos una encuesta. Hablemos primero con los expertos en la materia y luego hablemos con los políticos. Buenos, estos sujetos no podrían sostener una conversación de más de dos minutos. Las diferencias son del cielo a la tierra.

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Resulta ser que el honorable congresista X tiene las mismas opiniones que el sujeto que duerme con un rifle de asalto debajo de la almohada, piensa que la Tierra es plana y se protege la cabeza con aluminio para que los alienígenas no puedan leer su mente. Este combo viene con que la Tierra se creó en 7 días, el calentamiento global es un mito, y la homosexualidad causa los terremotos. Ok, el covid-19 no existe. Y todo lo que sucede es por los Iluminati. Encuestas se han hecho y los resueltos son de locura. Nunca llegué a imaginar, ni en mis sueños más salvajes y psicodélicos, que vería lo que estoy viendo hoy en Estados Unidos, el país que colocó a un hombre en la luna en los años 60s. Estados Unidos, la superpotencia del mundo. 

Según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en 2015, solo un 27% de los Republicanos creen que el calentamiento global es causado por los humanos. En claro contraste con los Demócratas que sí creen en un 71%.  Y la lista sigue. Este estudio en particular no es reciente, pero no me sorprendería enterarme que en estos últimos 5 años esos números han empeorado. Podemos hablar de la evolución de las especies, o de temas como el financiamiento de la ciencia y la investigación. Es para quedarse boquiabierto con la cantidad de personas que simplemente piensan que invertir en ciencia y tecnología no vale la pena. Algo sencillamente innecesario. 

Ese rechazo general a la innovación, a la tecnología y a la ciencia se ve en la calle y se ve en las películas.  De hecho, no me acuerdo en estos momentos de alguna película de Hollywood reciente que presente a la tecnología como algo positivo. Todas (o casi todas)  son una versión moderna del monstruo de Frankenstein. O sea, la tecnología como causa de nuestra propia destrucción. Desde la creación de la serie de televisión Star Trek, el futuro en la ficción tiende a ser distópico. Y la ciencia y la tecnología son los grandes culpables. 

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¿Puede EEUU conservar su liderazgo en el mundo siendo hostiles a la ciencia y tecnología?  Big Tech es el sector más importante para su economía en estos momentos. Y, al mismo tiempo, son los villanos de la novela. La innovación es vital para la economía, pero no hay un sistema que la fomente. Todo se reduce a una pequeña minoría con individualidades excepcionales. Claro que una minoría extremadamente influyente, pero minoría al fin. Si nos alejamos mucho de Silicon Valley o Seattle, ya no hay mucho que ver. 

Ahora bien, ¿por qué Harvard, MIT, Microsoft, Google y Facebook denunciaron al tío Sam? Resulta ser que unos genios en Washington pensaron que sería una buena idea enviar a todos los estudiantes extranjeros a sus países de origen debido a que las clases serían en línea por coronavirus. Por supuesto que las universidades dieron un grito al cielo con esta medida absurda y al poco tiempo se sumaron algunas de las compañías de tecnología más importantes del mundo. El recurso humano especializado proviene de todos partes del mundo y limitar la inmigración es frenar el flujo de talentos al país. El populismo y esta nueva ola de nacionalismo en los Estados Unidos están perjudicando de una manera muy directa al desarrollo tecnológico y científico. 

Mientras en los Estados Unidos se está creando un nuevo oscurantismo, China ha convertido al desarrollo tecnológico en su prioridad. Actualmente, China es la gran fábrica del mundo, pero está dando los pasos para convertirse en la Big Tech del mundo. Y está teniendo un éxito abrumador. En estos momentos, China tiene tantos unicornios como Estados Unidos. 

Los beneficios económicos y no económicos de la tecnología son simplemente muchísimos. Y no cabe duda de que el futuro pertenece a los innovadores de hoy.  ¿Puede un súper poder ser antitecnológico y anticientífico? ¿Puede la economía de los Estados Unidos seguir prosperando sin ciencia, sin tecnología, sin inmigración, y sin globalización? ¡Con China, pisándole los talones!

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Cuando el sabio es rechazado por resultar molesto, la ignorancia ha ganado. Cuando el populacho llegar al poder y afirma saber más que los expertos, sabemos que esta historia no terminará bien. Recientemente, desde la Casa Blanca, una vocera de la administración actual dijo, refiriéndose al inicio de las clases en el otoño, “La ciencia no debería interponerse en la reapertura de escuelas”. Hay que sentarse a digerir esta frase con calma. Reflexionar sobre sus significados, sus implicaciones y múltiples lecturas.  

En estos momentos, cualquiera opina lo que quiere. Es la era del instinto y la corazonada. Nadie tiene que justificar sus argumentos en un debate. La lógica, la ciencia, las universidades y la tecnología son parte de la “gran conspiración”. La evidencia pasó de moda y ahora la verdad se construye a capricho. Un sujeto como Bill Gates, por ejemplo, que ha donado millones de dólares como nadie y tiene una fundación dedicada a la salud que ayuda a millones de personas en todo el mundo, es tildado de criminal solo porque unos memes y unos reportajes falsos lo dicen. Y la gente simplemente lo cree. Porque ahora todo el mundo es un detective de la conspiración, atando cabos y descubriendo pistas. Y se afirman cosas con total y plena irresponsabilidad. Pero el político que convoca un evento multitudinario en plena cuarenta y no usa mascarilla es un mesías. Señores, por los vientos que soplan, todo parece indicar que se está imponiendo en el mundo una estúpidocracia.  ¡Sálvese quien pueda! 

Mientras los expertos y estudiosos están encerrados en sus universidades siendo cada vez más ignorados por el gran público, cualquiera afirma cualquier sandez y se cree un experto. Se aplauden medidas como la de sacar a todos los estudiantes extranjeros del país. (Medida que al parecer fue revertida por un juez sensato gracias a los reclamos de las universidades y big tech). Pero la administración actual toma ese tipo de medidas porque obviamente no se comprende que el talento (extranjero y no extranjero) es fundamental para el desarrollo de un país. ¿Puede un país que piensa que el conocimiento y el saber no están estrechamente unidos a su futuro tener un futuro?