Con los nuevos brotes, surgen las preocupaciones de un nuevo confinamiento para el otoño o para la primavera. Claro que la prioridad es la salud, pero, seamos francos, España no soportaría otro confinamiento. El turismo ha sufrido muchísimo. El verano se perdió. Y los nuevos brotes no inspiran mucha confianza. El impacto del coronavirus en España ha sido mayor si se compara con otras economías europeas. Es precisamente por su dependencia al turismo. Las restricciones de la movilidad y el cierre de fronteras han sido golpes muy duros para España. 

El Producto Interno Bruto (PIB) de la zona euro espera un retroceso de 12,1% para este año. Esta es la peor cifra en la historia del club. Pero España lidera el desplome con un colosal -18,5%. En junio la deuda pública marcó un récord al alcanzar los 1,29 billones de euros y superar el 100% del PIB nacional. Por supuesto que la situación no es fácil. La política está muy radicalizada. El Rey emérito Juan Carlos está refugiado en Abu Dhabi huyendo de sus indiscreciones. Y Cataluña continúa con sus sueños separatistas. Obviamente que estamos ante una profunda crisis de liderazgo en un momento en el cual se requiere mucho liderazgo. 

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España no tiene más opción en estos momentos que endeudarse. La deuda pública sigue escalando durante la pandemia y seguramente seguirá escalando en los próximos meses. En junio, la deuda aumentó en 32 mil millones de euros con respecto al mes anterior para alcanzar los 1,29 billones de euros en total, según los datos publicados este martes por el Banco de España. El Fondo Monetario Internacional pronostica que la deuda este año se elevará a un 120% del PIB. 

La gran pregunta aquí es si esta deuda es “buena deuda” o “mala deuda”. No hay dudas de que esta crisis requiere intervención gubernamental. Las inyecciones de liquidez son necesarias. Y, sobre todo, la asistencia es necesaria. Pero el peso futuro de la deuda yace en el uso de ese dinero. ¿Se va a despilfarrar el dinero y se va a invertir? El dinero siempre ayuda a reanimar la economía, pero para crecer de manera sostenible se requiere visión. Es decir, ¿España tiene un plan? ¿Cómo se va a reinventar la economía? El reto es que España se reindustrialice. 

El gran problema de esta generación es la fragmentación de todo. La Unión Europea no está en su mejor momento. Claro que no solo es Brexit. También son las constantes fricciones entre los países del Norte y los del Sur. Es decir, los frugales y los mediterráneos. Los mediterráneos quieren el dinero, pero sin ataduras. Y los frugales simplemente se niegan a firmar un cheque en blanco. Mientras esto pasa, los populistas culpan a la Unión Europea por todos los males y quiere dividir la unión. Siempre han existido roces entre los distintos temperamentos en Europa. Los cálidos, pero despilfarradores sureños y los fríos, pero trabajadores moradores del norte. Eso no es nuevo. 

Si bien es cierto que la Unión Europea creció demasiado rápido en complejidad y tamaño, la unión es mejor para sus partes que la desarticulación. Por supuesto que se tuvo que renunciar a la soberanía en muchos aspectos. Sin embargo, las ventajas son mayores que las desventajas. Y un ejemplo de esto es el Fondo de Recuperación de Europa. Estamos hablando de un paquete económico ideado para el rescate de la economía de 750 mil millones de euros (préstamos y subsidios). 

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No fue fácil aprobar este fondo, pero finalmente se logró el milagro. El financiamiento se obtendrá mediante la emisión de bonos y se pagará con la creación de nuevos impuestos. No es un cheque en blanco. Es un dinero condicionado que exige cambios estructurales. España recibirá 140 mil millones de euros, de los cuales 72,7 mil millones son ayudas directas y el resto son préstamos. España es el segundo beneficiado solo después de Italia

Se han tomado las medidas económicas para una recuperación, pero el aumento de los contagios no deja de ser una gran traba. La cruda verdad es que la pandemia no ha sido controlada del todo. ¿Por qué hay tantos casos? Bueno, al parecer todo es gracias al ocio nocturno, las reuniones familiares y al trabajo agrícola. Es decir, los españoles siendo españoles. La economía no se terminará de recuperar con una apertura a medias. Cerrar las fronteras y limitar la movilidad en un país tan dependiente del turismo es simplemente fatal. Estamos ante una situación realmente complicada. 

Ahora bien, ¿qué ha pasado con las vacunas? La vacuna rusa, la vacuna china, la vacuna de Trump, la vacuna de Bill Gates y los antivacunas. Ahora todo es tan confuso que ya nadie sabe lo que realmente está pasando con la bendita vacuna. Yo estaba bajo la impresión de que al salir la vacuna sería el principio del final para esta pesadilla de pandemia, pero resulta ser que se han anunciado varias vacunas y nada pasa. La desconfianza es tal que ya nadie confía en nada. En conclusión, estamos en las mismas. 

Todos los estimados económicos que se han hecho de España no contemplan los vaivenes del virus. Lo que quiere decir que los números que hemos visto son en realidad optimistas. Para colmo de males, ahora viene el regreso a clases. Lo que significa nuevos brotes. Y nuevos reveses. Ya está resultado obvio que el desconfinamiento fue un completo fracaso. Se tenía que abrir la economía. Ese no fue un error. El error fue que se abrió y la “irresponsabilidad” hizo fiesta. La idea era abrir, pero con prudencia y con los cuidados respectivos. 

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¿Y ahora qué? Bueno, resulta evidente que tenemos un problema de liderazgo en España. El Gobierno no está guiando. A simple vista, Sánchez parece más enredado que los ciudadanos. Todo parece una gran improvisación. Y no hay una visión clara para España. Sabemos que se debe dar una transformación. Pero, ¿cuál es el camino? 

En España, no se sale de un espectáculo político y los ciudadanos, por agotamiento, se han refugiado en la apatía. Las discusiones en el Parlamento son tontas e irrelevantes. Y parece que están más pendientes en ser el próximo gobierno que en construir un futuro como nación. En este caso, tenemos un problema triple. La pandemia incontrolable, la terrible crisis, y la patética situación política.

Ahora bien, ¿qué pueden hacer los ciudadanos?  La solución de toda crisis es trabajar más. Una cosa es realizar un análisis y otra muy distinta es sentarse a llorar. Las crisis están llenas de oportunidades y las oportunidades en España pueden estar en los sectores no turísticos. La economía digital, la industria y la agricultura, por ejemplo. Trabajar más. No ir tanto de fiestas. Comer menos tapas. No gastar tanto. Invertir más. Y estar alerta a las oportunidades.