Los demócratas obtienen el control del Senado de los Estados Unidos en un sorpresivo giro de los acontecimientos. Los republicanos perdieron la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y, ahora, el Senado. La dramática victoria demócrata en Georgia generó este revés. En un principio, se creyó que el Senado se mantendría en manos republicanas. Sin embargo, las cosas ahora son diferentes. Todo cambia en esta vida. Y en política nada es seguro. Pese a lo lamentable del hecho, el asalto al Capitolio no preocupó a los mercados. Un Senado demócrata, sin embargo, sí preocupa un poco. ¿Por qué? 

En el pasado, se ha demostrado en más de una ocasión que los Gobiernos mixtos son mejores. Es decir, el balance de poderes funciona. El poder legislativo es mucho más útil, cuando frena los excesos del poder ejecutivo. O sea, la fórmula mixta funciona como una especie de balanza. Con los demócratas en la Casa Blanca y los republicanos en el Senado, uno podría esperar un Gobierno limitado. Los demócratas tienden a incrementar demasiado el gasto público y un Senado conservador habría servido de contrapeso, colocando todo en su justo medio. Ahora, la cosa cambia. 

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Históricamente, la economía estadounidense funciona mucho mejor con un demócrata en la Casa Blanca y un Congreso conservador. Los mercados bursátiles, tradicionalmente, han favorecido, por lo menos en el corto plazo, la victoria de los candidatos republicanos. Probablemente, por el tema de los impuestos y la regulación. Sin embargo, se ha comprobado muchas veces que los demócratas son mejores para la economía en el largo plazo. Por otro lado, no es buena idea dejar a un demócrata a rienda suelta. 

El Partido Demócrata actual tiene un ala radical que quiere imponer muchos cambios de manera muy rápida. Esa extrema izquierda dejada libre y sin chequeos sería un gran peligro. ¿Por qué? Bueno, no es un problema de contenido. Ciertamente, la agenda progresiva tiene sus cosas buenas. El problema es de forma. Demasiadas reformas en muy poco tiempo. En un país tan dividido como los Estados Unidos, un progresismo desenfrenado podría crear una gran crisis social. En consecuencia, se tendría un inmenso problema de gobernabilidad. 

La regulación es buena, pero demasiada regulación es fatal. Y una regulación generada desde el resentimiento sería terriblemente destructiva. Mucho cambio genera mucha resistencia. Toda medida tiene perjudicados. Muchas medidas al mismo tiempo generarían más perjudicados que beneficiados. He ahí el problema de fondo con los mesías. Todo en la teoría suena muy bonito, pero una vez que llegan al poder hacen desastre. La verdad es que la realidad es compleja. Entonces, los cambios deben darse de forma gradual y con mucho cuidado. Mucha medicina puede matar al paciente. 

Claro que tampoco estamos hablando de un dominio total del Senado. La mayoría demócrata es muy frágil. 50%+1. No deja de ser una gran ventaja. Sobre todo, para asignar las presidencias de los comités y las mesas de trabajo. Y, por supuesto, muchas cosas se podrán aprobar con mayor facilidad. Sin embargo, no estamos hablando de un poder absoluto. No todo en el Senado se aprueba con mayoría simple. 

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El fin del dominio republicano no implica que los poderes de Biden serán ilimitados. La institucionalidad en los Estados Unidos no es tan débil. Por otro lado, no podemos olvidar que el Partido Demócrata no es muy homogéneo que digamos. No se trata de una agenda política monolítica. De hecho, hay muchas divisiones en el flanco progresista. La oposición a Trump funcionó por mucho tiempo como un elemento unificador. Pero Trump se va muy pronto. Los demócratas ganaron. Con el enemigo en común ido y ahora en el poder, las distintas facciones dentro de las izquierdas podrían comenzar a pelear entre sí. 

¿Qué significa para Bitcoin la victoria demócrata en el Senado? En un principio, el cambio es positivo. Porque seguramente tendremos estímulos más generosos y un incremento en el gasto fiscal. En otras palabras, habrá mucha liquidez en el mercado. Esta liquidez tendrá una repercusión en el precio de Bitcoin. O, al menos, creará las condiciones ideales para que la temporada alcista siga prosperando. 

Durante el 2020, durante los debates en torno a los estímulos, los montos propuestos por los demócratas siempre fueron mucho más elevados que los planeados por los republicanos. Incluso, los montos planteados por el propio Trump siempre estuvieron muy por encima de las propuestas de su partido. Al final, los montos escogidos terminaron siendo un punto medio. La austeridad fiscal y monetaria es una doctrina muy arraigada de los republicanos. La postura austera perdería mucha fuerza con los demócratas en la Cámara, el Senado y la Casa Blanca. Eso no es malo para Bitcoin. De hecho, no es malo para la apreciación de los activos en general. 

El aumento de los impuestos es un asunto que preocupa a muchos inversores. De hecho, Wall Street tiende a favorecer a los cándidos conservadores básicamente por este tema. Sin embargo, la propuesta de Biden en relación a los impuestos no es particularmente insensata. De hecho, es bastante moderada. Nada que ver con las ideas de Elizabeth Warren o Bernie Sanders. Además, este es uno de estos temas que no se puede aprobar con la mayoría simple. 

En mi franca opinión, los demócratas no me preocupan mucho en lo económico. Incluso, creo que la economía estará en mejores manos bajo la tutela demócrata. Mis temores giran en torno al tema regulatorio. Es posible que veamos una cacería de brujas dirigida a la industria tecnológica. Y el criptoespacio podría verse perjudicado en el fervor de la pelea. Cualquier demócrata con aspiraciones podría iniciar una investigación contra las Big Tech para ser el héroe de la película. Aquí podríamos tener una satanización irracional de la industria por efectos teatrales por parte de un político o funcionario ambicioso. 

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Aquí no estoy diciendo que las grandes empresas tecnológicas son unas monjitas de la caridad. Las investigaciones justas son bienvenidas y necesarias. El problema es el ensañamiento. O sea, que la cosa se vuelva de moda. Atacar solo por atacar. Nada frena más al crecimiento natural de una gran compañía que un eterno proceso judicial. En muchos casos, no se llega a nada en concreto. Pero el daño ya está hecho. Microsoft e IBM son ejemplos de esto. Un ataque por todos los lados a la industria tecnológica podría generar mucho daño. Me parece que no sería muy conveniente.

Los procesos justos son positivos. Una regulación adecuada y bien pensada es necesaria. Pero una cacería de brujas, iniciada por políticos o funcionarios ambiciosos, que simplemente quieren cortar cabezas para demostrar fuerza y obtener un trofeo es algo muy distinto. Hay que estar pendientes en cómo el ala de la izquierda radical dentro del Partido Demócrata reacciona ante la toma del Senado. Esperemos que no se vuelvan locos.