Los mercados caen debido a los anuncios de la Reserva Federal de los Estados Unidos (la Fed). El “pánico” es una reacción habitual en momentos de incertidumbre. Entonces, el inversor vende anticipando una disminución de precios. Y sus acciones se convierten en una profecía autocumplida que genera, a su vez, más disminuciones. El inversor en estos momentos está consciente de dos cosas. En primer lugar, el mercado actual ha sido inflado artificialmente por la Reserva. En segundo lugar, todo está excesivamente caro. ¿Por qué caen los mercados? 

En este caso, es pertinente contestar otra pregunta: ¿Por qué suben los mercados? Bueno, los mercados pueden subir por varias razones. Pero podríamos decir que en estos momentos los mercados han subido debido a las medidas de emergencia tomadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos. La Reserva obviamente no es el único banco central en el mundo que tomó medidas de esta índole. No obstante, hablamos de esta forma debido a su gran influencia. En otras palabras, la Fed es sumamente influyente. Por un lado, es el banco central de la economía más grande del mundo. Y, por el otro, es el dueño y señor del dólar, la moneda reserva más importante del planeta. El mercado financiero de los Estados Unidos es el más poderoso de todos. Así de sencillo. 

Ahora bien, la Reserva Federal tiene un mandato doble: Garantizar la estabilidad de la moneda y lograr el empleo pleno. Hay que resaltar que el segundo mandato es más importante que el primero. Esto implica que hay ciertas licencias en lo que corresponde a la estabilidad de la moneda en caso de ser necesario para lograr el empleo pleno. 

Cabe descartar que la emisión de moneda por parte de la Fed no es arbitraria. “Imprimir dinero de la nada” es una frase muy utilizada en las distintas peleas políticas. Los escarabajos del oro popularizaron la frase en sus ataques al dinero fiduciario y en su defensa del dinero mercancía. Sin embargo, para efectos de este artículo, me limitaré a describir y me alejaré de la politica. El dinero está estrechamente ligado a la producción, al crédito, al fisco y a los impuestos. Supongamos que retiramos un producto de una bodega con la condición de pagar después. El bodeguero anota nuestra deuda en un cuaderno de papel. Es decir, nos da crédito. Consume hoy y paga mañana. Entonces, se podría decir que se trata de un anticipo de nuestro salario, porque el día de cobro le pagamos a la bodega. Esa transacción, por supuesto, genera impuestos. Hay tres involucrados: Comprador, vendedor, y Estado. 

El Estado es muchas cosas al mismo tiempo. Es empleador, comprador, deudor y acreedor. O sea, tiene la misma potestad de anotar deudas en su cuaderno como el bodeguero de nuestro ejemplo imaginario. Ahora bien, en un ambiente tan politizado con el actual, dicha descripción puede ser tildada de “progresismo keynesiano”. Cálmate, amigo conservador. Mi intención no es defender a tu adversario. La misión es describir el juego para entender mejor el partido. No juzgar sus reglas en busca de reformas. 

Ahora viajemos en el tiempo al primer trimestre del año 2020. Experimentamos una caída importante de la demanda debido a la pandemia del covid-19. Bueno, mejor dicho, debido a las medidas y restricciones asociadas al covid-19. La caída de la demanda generó una caída de los ingresos. La caída de los ingresos generó desempleo. El desempleo, a su vez, profundizó la caída de la demanda. Y una espiral se formó. La situación provocó un colapso bursátil. 

La Reserva Federal se vio en la obligación de inyectar liquidez para subir la demanda. De esta forma, cumplir con sus mandatos. La demanda subió los ingresos y aumentó los precios. Y, de esta manera, se crearon nuevos puestos de trabajo. ¿Cómo lo hicieron? Anotando deudas en su cuaderno de papel. Por un lado, bajaron las tasas de interés. Y, por el otro, compraron bonos soberanos y bonos corporativos. 

Con este crédito, las personas compraron cosas, reactivando así la economía. Muchas compañías, por ejemplo, tomaron el dinero de los bonos para comprar sus propias acciones. Lo que generó un boom alcista en los mercados. Este proceso benefició mucho a los mercados más especulativos. El llamado sector “crecimiento” es especulativo en el sentido que son valoraciones basadas en las ventas futuras. Si bien es cierto que sus fundamentales no justifican esas valoraciones, el mercado ha escogido hacer proyecciones sobre las ventas futuras. Es decir, “son compañías en crecimiento”. Pero las proyecciones de las ventas futuras son meras suposiciones. En el fondo, son especulaciones. Son el resultado de un inversor optimista. 

Las valoraciones de las Big Tech en muchos casos superan sus ventas actuales por siete o más veces. El inversor sabe perfectamente el origen de tanto dinero. El origen es la Fed. En otras palabras, este es, indudablemente, un mercado inflado artificialmente por el crédito. O sea, es más crédito que producto. Bitcoin no es un activo productivo. Bitcoin es un código que representa una tasa de cambio. Es un activo de “transferencia de riquezas” más que un activo de “creación de riquezas”. Palabras más, palabras menos, es un mercado básicamente “especulativo” que se ha beneficiado muchísimo de la liquidez inyectada por la Fed.  

Resulta claro que para el día de hoy estamos experimentando un sobrecalentamiento económico. La Reserva reconoce que ya es momento de retirar liquidez. Eso quiere decir que llegó la hora de cobrar deudas. O sea, subir las tasas y vender bonos. Como resultado inevitable, los deudores requieren dólares para pagarle a su acreedor. Lo que implica que los inversores están tomando de sus ganancias para devolver el préstamo. Por ende, los activos que más crecieron durante el boom especulativo son los más afectados por las medidas de recorte. 

El inversor sabía perfectamente que todo estaba demasiado caro. Sabía muy bien que los precios estaban artificialmente inflados debido a las inyecciones de liquidez de la Fed. Pero la fiesta seguía, porque la Fed nos dijo que la fiesta seguiría. Pero luego nos cambia la seña. Esta fiesta va a terminar antes de lo anticipado. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Y a qué velocidad? Todavía no sabemos. Sabemos que pronto. Pero no sabemos qué tan pronto. Sabemos que habrá recortes, pero todavía no sabemos todos los detalles. Todo es un gran depende. Depende de los datos de inflación. Depende de los datos de empleo. Depende de las cadenas de producción y de las cadenas de distribución. Depende de los nuevos contagios en una pandemia de nunca acabar. 

Invertir es el arte de suponer. El inversor es un intérprete de expectativas. Un alcista es quien piensa que los precios estarán más altos el día de mañana. Entonces, compra hoy esperando una ganancia en el futuro. Una bajista vende hoy porque piensa que ya los precios llegaron a su tope y no quiere perder sus ganancias. En la batalla de los alcistas y los bajistas, es que se descubre el precio. El pánico se genera al no saber a ciencia cierta el precio “justo” de los activos más especulativos en esta nueva realidad de una Fed más moderada. La Fed, nos guste o no, es el actor más influyente de este juego. No es politica. Es finanzas. 

 

Este es un artículo de opinión y Cointelegraph no se adhiere necesariamente a lo expresado aquí por el autor

 

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