Desde hace algunos años, la idea de que los grandes bancos se encuentran en crisis ha permeado como una idea generalizada desde la crisis de 2008. La llegada de bitcoin y demás criptoactivos, así como el sector fintech, ha levantado alarmas en diferentes países puesto que se considera que estos fenómenos amenazan a los bancos. Sin embargo, es probable que esta idea se encuentre fuera de contexto, puesto que los bancos aún cuentan con una estructura de millones de usuarios los cuáles han logrado obtener durante muchas décadas. 

La idea del uso de tokens para realizar transacciones así como la creación de empresas fintech, podría tener un enfoque positivo para los bancos si se consideran los beneficios y las posibles alianzas comerciales que se pueden establecer en conjunto. De hecho, existen evidencias de que las fintech y los bancos han tenido una sana relación, por ejemplo en España hasta 2018, un estudio reportó que el 48% de 300 fintech eran un complemento de los bancos, el 32% eran colaborativas y el 20% competidoras (KPMG, 2018).

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Creación de criptoactivos para los bancos centrales

Después del auge de los criptoactivos, se ha comenzado un debate sobre si los bancos debieran o no crear sus propios criptoactivos. Las principales instituciones se han pronunciado al respecto, por ejemplo, Christine Lagarde, ex directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) declaró en noviembre de 2018 que la idea de crear un criptoactivo como una forma de que los Estados pudiesen acercar a las personas a la economía digital. En el discurso que ofreció, titulado: “Vientos de cambio: el caso de la nueva moneda digital”, destacó que un token creado por los bancos centrales podría ser una posibilidad para pagos minoristas. 

Si bien es cierto, uno de los mayores riesgos para crear un criptoactivo es la estabilidad financiera y las variaciones. Si consideramos que al día de hoy es posible desarrollar criptoactivos estables mejor conocidos como stablecoins y que se encuentran colateralizados con un activo real y si a eso agregamos la experiencia de la Banca Central en materia de política monetaria y riesgos, es posible reinventar el escenario de inclusión financiera.

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En ese sentido, el desarrollo de un criptoactivo por parte de un banco central podría mejorar de manera importante el manejo del dinero al hacerlo más estable que seguir utilizando el dinero fiduciario puesto que uno de los grandes inconvenientes es el costo de operación el cual resulta bastante alto. De hecho, dentro de las principales ventajas que tendría un Banco Central al crear su propio criptoactivo, pueden reconocerse las siguientes: 

  • En una transacción, no se requeriría la presencia física del beneficiario ni de quien lo envía.

  • Las transacciones podrían hacerse a cualquier hora y en cualquier lugar sin necesidad de que existiese una coordinación entre los involucrados.

  • Transacciones más baratas para las instituciones financieras y los usuarios.

  • Los costos asociados con la emisión del dinero, se reducirían significativamente.

En este último punto, vale la pena destacar que, desde la antigüedad, el costo para operar el dinero siempre ha sido importante, por ejemplo, Estados Unidos gastaba alrededor de 60 mil millones de dólares al año por el manejo de su moneda que involucra el procesamiento, contabilidad, transporte y seguridad (Hayes, 1996). De hecho, una de las razones por las cuáles se ha evolucionado en el uso del dinero, ha sido precisamente los costos de operación. El oro por ejemplo, tuvo que evolucionar a las monedas ya que era bastante costoso transportarlo y mantenerlo seguro, incluso, ese antecedente fue una de las motivaciones de Nick Szabo (precursor de bitcoin) para promover la idea de la creación de Bit Gold.

Lejos de ver la creación de un criptoactivo como algo inconcebible, los beneficios para la Banca Central podrían considerar además, mayor estabilidad en la unidad de cuenta y una reserva de valor más segura. Asimismo, se podría ayudar con el financiamiento del déficit gubernamental así como reducir los índices de evasión fiscal. 

El sector fintech

Otro de los sectores que se ha considerado como una competencia directa para la banca tradicional, ha sido el sector fintech, incluso dicho así por los propios bancos. El discurso de la competencia directa, de los recortes de personal que han existido en grandes bancos como Deutsche Bank o BBVA han generado la idea de que la competencia que tienen por parte de empresas que prestan servicios financieros a través de plataformas digitales. 

Los grandes bancos aún no comenzaban a recuperarse de la gran crisis de 2008 en Estados Unidos, cuando ya tenían otro tema importante que debían atender. El reconocimiento de los bancos tradicionales sobre la competencia que enfrentan, ha señalado directamente al sector fintech. Por ejemplo en 2015, Jamie Dimon, consejero de JP Morgan & Chase mencionó a través de un texto, los grandes retos de la banca en el cual destacaba cómo cientos de startups estaban creando productos financieros alternativos que serían ofrecidos a la población, por ejemplo, créditos en minutos a diferencia de la forma en que lo estaban realizando desde el lado de la banca tradicional. 

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De manera general, la propuesta de valor de cada una de las fintech es especializar alguno de los servicios que presta la banca; es decir, en general, una fintech comienza con algún único producto, por ejemplo crédito y lo digitaliza, de tal forma que se vuelva algo efectivo y además mejore la experiencia del usuario. Uno de los factores de éxito de las fintech es la facilidad con la que pueden ofrecer los mismos servicios que brinda un banco tradicional; es decir, reducir el proceso, que a veces en un banco podía tomar hasta 7 días hace alguno años, tal y como destacó Dimon en el informe para su banco; así como los documentos necesarios para la autorización de dicho crédito. Para lograr este objetivo, las fintech han hecho uso de las tecnologías de tal forma que puedan automatizar y prescindir de ciertos insumos como talento humano o sucursales. 

En este sentido, es importante enfatizar que la banca tradicional y las fintech no son enemigas, sino todo lo contrario, harán comunión puesto que las fintech podrán captar otro sector que posiblemente para los grandes bancos sea costoso en términos operativos y administrativos y que les sea más conveniente delegar a las fintech. Es por ello que, lejos de ser oponentes, es probable que dichas instituciones cuenten con más razones para converger a diferencia de lo que se piensa. Desde 2008, las empresas fintech han contado con inversión por parte de capital de riesgo. Este capital de riesgo, ha sido otorgado por muchos bancos como Citi Group, Goldman Sachs y JP Morgan. Por ejemplo, Citi Group ha participado desde 2012 en rondas de financiamiento; asimismo, Goldman Sachs ha invertido alrededor de 570 millones de dólares en más de 8 empresas fintech principalmente dedicadas a medios de pago. De hecho, en 2018 la inversión para empresas en etapa temprana, pasó de 5 millones de USD en 2017 a 9.2 millones de USD a mitad de 2018 (KPMG, 2019). Con esto, ambas entidades pueden verse altamente beneficiadas puesto que las fintech se ven beneficiadas con el capital y la experiencia con la que cuentan los bancos y  por el otro lado, los bancos apuestan a la creatividad y al desarrollo de nuevos servicios ya creados por las fintech, que podrían generarles rendimientos a mediano o largo plazo.

Los 5 Gigantes

Dejando de lado el sector fintech, algo que es importante reflexionar es, ¿quiénes son la verdadera competencia de los bancos? Para responder esta pregunta, es necesario contextualizar el mundo empresarial y quiénes encabezan la lista de las empresas más poderosas a nivel mundial. Con base en información financiera, las empresas más importantes a nivel mundial por volúmenes de capitalización hace algunas décadas eran los bancos, de algunos años a la fecha, son las empresas de tecnología quienes se han ubicado en los primero lugares, por ejemplo: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook, fueron las que tuvieron mayor valor de mercado en 2018.

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Esta información no es nueva para los bancos, de hecho un reporte de 2012 de Deutsche Bank vaticinaba que estos grandes gigantes de la tecnología tomarían la ruta de competir con los bancos, comenzando por los servicios de pagos móviles. En ese sentido, la gran amenaza se destaca por una variable con la que cuentan y que las fintech no tienen por ahora: volúmenes de mercado. Es decir, empresas como Facebook o Google, tienen grandes cantidades de usuarios de los cuáles pueden identificar perfectamente su comportamiento, puesto que son capaces de obtener información de primera mano al ser los propios usuarios quienes brindan la información. 

Otra ventaja con la que cuentan, es que cada una de estas empresas ya tiene un mercado diversificado y consolidado puesto que, a diferencia de las fintech que sólo ofrecen inicialmente un servicio financiero y a partir de ello van consiguiendo clientes potenciales, estas 5G además de contar con millones de usuarios, ya disponen de un mercado dedicado a la venta de productos o servicios, entretenimiento o motores de búsqueda. Analizando el reporte de Deutsche Bank de 2012 y contrastándolo con el presente, lo que podemos ver es que al día de hoy contamos con un ecosistema bastante avanzado que, aunque aún no permea en su totalidad, ya hemos sido testigos de los primeros indicios sobre cómo evolucionarán los servicios de estas empresas y, probablemente, una vez que se llegue a la consolidación, la masificación será exponencial. 

Respecto a Google, esta empresa desarrolló Google Bank, que desde 2009 ya trabajaban con algunas compañías para el desarrollo de una billetera digital (wallet) con la empresa Mountain View. Posteriormente, en 2013 realizaron el lanzamiento de una tarjeta de débito en convenio con MasterCard para la compra de productos y servicios; y al día de hoy ya prestan servicios de pagos móviles para 25 bancos distribuido entre en Asia, Europa y Nueva Zelanda y ciertos servicios limitados en Irlanda.

Asimismo, Facebook comenzó a dar indicios de sus intenciones de prestar servicios financieros cuando solicitó a los reguladores en Irlanda para prestar servicios financieros en dicho país como la transferencia de dinero entre los usuarios de la red social y sus otras aplicaciones como Whatsapp e Instagram. La idea de Facebook se materializó con el reciente anuncio de Libra, el criptoactivo que tiene planeado lanzar en 2020 y con el cual  se busca materializar dichas transacciones a través de su propio token. 

Por su parte Apple, se lanzará su tarjeta Apple Card, contemplado en este mes, que será útil para realizar pagos en lugares donde el servicio de Apple Pay no está disponible y serpa posible utilizarla en cualquier lugar donde se acepte MasterCard. 

Tampoco olvidemos que en enero de este año, la directiva europea PSD2 o 2015/2366, permitió a compañías como Amazon conectar los pagos de los usuarios directamente con sus bancos y en ese mismo mes, Google pudo obtener su licencia en Lituania para comercializar su producto e-money y con ello, permitir que Google Pay se convierta en un procesador de pagos a través de una billetera digital que contiene las tarjetas de los usuarios y permite hacer transferencias electrónicas. 

 

Conclusión 

Los escenarios planteados contemplan una dinámica de las instituciones financieras basada en volúmenes de usuarios, la experiencia que ofrecen y las alianzas estratégicas que puedan lograr para ofrecer principalmente pagos digitales. Es importante destacar que, si bien es cierto en muchos países ya existen aplicaciones bastante populares como WeChat (propiedad de Tencent) en China, una de las desventajas es que no son populares en otros lugares en el mundo como Latinoamérica, a diferencia de Amazon o Apple.

En este sentido, es probable que el papel de la banca y sus servicios se enfoquen a grandes cuentas o grandes usuarios y que al mismo tiempo se vuelvan proveedores de las empresas fintech para brindar soluciones en gestión o administración de cuentas para personas. Al final, es importante destacar que en muchos países, las empresas fintech seguirán requiriendo el uso de la banca tradicional para segmentación de clientes, por ejemplo la Ley Fintech en México así lo establece. Por lo anterior, las empresas fintech seguirán requiriendo los servicios de los bancarios. 

Finalmente, la banca tradicional sólo debe redefinir sus modelos de negocio, de hecho, fintech puede ser ese elemento digital necesario para que realmente los grandes bancos puedan competir con estos gigantes de la tecnología que poco a poco van dando mayores muestras del potencial que tienen para lograr la masificación de sus servicios financieros. 

Las opiniones expresadas aquí son las del autor y no representan necesariamente las opiniones de Cointelegraph.com