Bitcoin juega un rol muy importante en el envío de remesas. Claro que eso es muy difícil de demostrar con números precisos, porque no es fácil encontrar la evidencia necesaria para soportar esa afirmación. Sin embargo, existe suficiente evidencia anecdótica para saber que, en efecto, las remesas tienen una presencia muy fuerte en el mercado de las criptomonedas. En Latinoamérica, sobre todo, esa presencia se hace palpable a diario en plataformas como Localbitcoins. Remesas van, remesas vienen y se utiliza a Bitcoin como mula en ese gran universo conocido como el ‘dólar Bitcoin’, tan popular en algunos países de Latinoamérica. Las remesas no componen todo el dólar Bitcoin, pero, sin lugar a dudas, son un parte importante. Entonces, se podría asumir que esta caída de las remesas debido a la crisis del coronavirus tendría un impacto en el intercambio de Bitcoin en algunos países.

Tendemos a subestimar el impacto que tienen las remesas en las economías latinoamericanas. El tema no se toca mucho ni en la prensa ni en el discurso de los políticos, pero no nos engañemos. Las remesas son muy importantes para Latinoamérica. Es más, son tan grandes que superan con creces a la inversión extranjera en muchas regiones. A nivel mundial, el negocio de las remesas asciende a más de 500 mil millones de dólares anuales. Por supuesto, este número no está actualizado, porque el coronavirus bajó esta cifra considerablemente. 

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Ahora bien, se calcula que hay más de 260 millones de migrantes en el mundo. Este número era un 41% menor hace 15 años, pero ahora los migrantes representan un 4% de la humanidad. Si todos los migrantes formaran un país, estaríamos hablando de un país con una población similar a la de Brasil. Claro, no todos los migrantes están en un solo país. Sin embargo, resulta curioso que solo 10 países albergan el 50% de los inmigrantes. Estados Unidos y Europa son los principales destinos. Esto es por el lado de los receptores. Por otro lado, India, México, Rusia y China encabezan la lista de los países con mayor emigración. En el caso latinoamericano, México, Honduras, Colombia, El Salvador y Venezuela cuentan con la mayor tasa de emigración, siendo los Estados Unidos y España los grandes receptores. 

De estos 260 millones de migrantes en todo el mundo, muchos envían dinero a sus familiares en sus países de origen. Antes del coronavirus, el monto promedio de los envíos se ubicaba en 200$ mensuales. No parece mucho, pero este dinero entrante para los países receptores significa un gran aporte y un porcentaje considerable del Producto Interno Bruto (PIB). Las remesas son una ayuda vital, sobre todo, para los hogares más pobres.  

El Banco Mundial calcula que la reducción de las remesas se podría ubicar para el cierre de este año en un 19,3%, en Latinoamérica. Eso se debe por supuesto al coronavirus y su impacto económico en Italia, España y Estados Unidos. Como ya hemos mencionado, estos son países importantes en el envío de remesas para la región y lamentablemente han sido unos de los lugares más afectados en todo esto de la pandemia del coronavirus. Bien sabemos que muchos de los inmigrantes en estos países se encuentran trabajando en la informalidad, sobre todo en la industria de los restaurantes, la hotelería, el turismo y la construcción. Y tristemente estos sectores han sido los más golpeados durante esta crisis. Y para colmo de males, muchos de estos inmigrantes no tienen acceso a las ayudas gubernamentales debido su condición informal. Naturalmente, esta situación reduce su capacidad para enviar dinero a sus países de origen. 

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En los Estados Unidos, la cifra de desempleo alcanzó los 26 millones. Pero este número no cuenta toda la historia, porque no incluye a los inmigrantes que trabajan informalmente, la mayoría de ellos latinoamericanos. En España, la situación es similar o peor que en Estados Unidos, porque el turismo es esencial para la economía española y la cuarentena española ha sido particularmente dura y dolorosa con ese sector. Entonces, hay un problema grave en la fuente de las remesas. La verdad es que no hay dinero. No hay dinero para vivir y mucho menos hay dinero para enviar. Eso significa que el problema es doble. Un inmigrante en apuros económicos significa un hogar en apuros en su país de residencia, pero también un hogar pasando por tiempos difíciles en su país de origen, hogar que depende de las remesas que envía. 

En Venezuela, por ejemplo, la cantidad de migrantes suman más de 4,6 millones. Muchos de ellos envían remesas a sus familiares todavía en el país. La firma Datanálisis asegura que un 25% de los hogares venezolanos cuentan con la ayuda de las remesas para su sustento diario. Diversas fuentes, entre ellas la empresa Ecoanalítica, estiman que el año pasado entraron a la economía venezolana más de 3,7 mil millones de dólares en remesas. Y, bueno, para nadie es un secreto que estas remesas en su mayoría entran al país a través del mercado del dólar paralelo. Y es en el dólar paralelo donde el dólar Bitcoin es una pieza clave. Una cosa lleva a la otra en un efecto dominó. Todo es parte de un gran rompecabezas. 

Más allá de lo que muchos bitcoiners en el extranjero piensan sobre el papel de Bitcoin en Venezuela, lo cierto es que el país caribeño no es una cripto nación como tal. Es decir, a nivel comercial, la adopción Bitcoin no es masiva. En Venezuela, el verdadero rey es el dólar. En los últimos años, la dolarización del país ha sido impresionante. Es ahí donde entran plataformas como Localbitcoins. Bitcoin se ha convertido en un puente de vital importancia en el mercado de intercambio de divisas en Venezuela y la tasa dólar Bitcoin ahora es un referente obligado. Muchos compran Bitcoins con dólares o euros desde sus países de residencia y luego venden esos Bitcoins por Bolívares depositados en las cuentas bancarias de sus familiares todavía en el país. 

Los compradores de estos bitcoins en Venezuela tienden a ser comerciantes, en muchos casos de origen chino y árabe, que necesitan divisas para importar y reponer inventarios. Ellos normalmente utilizan sus Bolívares para adquirir Bitcoin y luego adquieren dólares al vender Bitcoin en Panamá o Estados Unidos. Todo esto ocurre mientras el venezolano promedio solo piensa en dólares. Pero Bitcoin estuvo allí, tras bastidores, para jugar un papel. 

Para muchos en el extranjero esto resulta extraño porque en sus países no existen muchas restricciones para el intercambio de divisas. Pero en países como Venezuela y Argentina, por ejemplo, esto es el pan nuestro de todos los días. 

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La reducción de las remesas profundizará la escasez de dólares en la economía latinoamericana teniendo un impacto negativo. Este dinero entrante genera una presión bajista para el precio del dólar en los países receptores. Al entrar menos dólares en la economía nacional, es posible que el dólar se dispare. Me atrevo a decir que en Venezuela este fenómeno ya se está viendo. Y esta locura ya se refleja en mercados como Localbitcoins. 

Muchos criptoanálistas, ajenos a la realidad latinoamericana, ven el elevado volumen de Localbitcoins y automáticamente relacionan esto con la inflación de Venezuela y Argentina. De pronto, surge una película. Según esto, los ciudadanos en estos países se sentaron en el árbol de la iluminación como un Buda y descubrieron que la única manera de ganarle a la inflación es comprando Bitcoin. Sin embargo, en las calles latinoamericanas, el maní se bate de un modo muy particular. 

En Latinoamérica, la obsesión por el dólar no se cura así de fácil. Y, nos guste o no, “yo no entiende de eso “es una frase muy común entre los latinoamericanos al referirse a Bitcoin. Las remesas, el dólar, y el rol tras bastidores de Bitcoin funcionan como un triángulo amoroso muy complejo. Aún está por verse cómo termina esta historia en tiempos de pandemia, que podríamos llamarla “Lo que el coronavirus se llevó”