La subjetividad del valor es algo que siempre sorprende. De hecho, el valor está en el ojo del que observa. Puede ser cualquier cosa. No importa lo insignificante. Pero es posible que para alguien valga millones. A la mayoría de nosotros nos parece increíble el precio de algunas obras de arte. ¿Cómo algo que ha podido crear un niño de 5 años puede valer tanto? El absurdo mundo de los coleccionables puede resultar bastante ridículo, pero nos recuerda que el valor es, esencialmente, relativo. El auge de los tokens no fungibles (NFT) es otra manifestación de este fenómeno tan elemental: El valor es subjetivo. 

En el otro lado del debate tenemos a las personas que encuentran valor solo en la utilidad. Es decir, el valor es utilidad. Y quien paga millones de dólares por algo "inútil" es simplemente un idiota. Pensemos por un momento en todo lo que podemos comprar con un millón de dólares. Podemos comprar comida, automóviles, viajes, medicinas y objetos de distintos tipos. Podríamos comprar cosas concretas. Cosas útiles. Es decir, podemos comprar tecnología que mejore nuestras vidas de algún modo u otro. Lo más altruistas podrían ayudar a los demás. Sin embargo, hay personas que prefieren gastar su dinero en cosas “inútiles”. La foto de un gato. Una banana en una pared. Una mancha de tinta sobre una tela. 

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Para nadie es un secreto que muchos de nosotros gastamos bastante dinero en tonterías. De hecho, se podría decir que la “estupidez” es un negocio sumamente lucrativo. Sin embargo, resulta evidente que hay un fuerte componente psicológico y social en la mayoría de nuestros gastos “absurdos”. Siempre se habla de nuestras necesidades básicas: agua, aire, techo, comida, salud, higiene, y transporte. Sin embargo, un Picasso no solventa ninguna de estas necesidades.  Entonces, ¿Por qué comprar un Picasso? ¿Por qué gastar millones de dólares en un objeto “inútil”? Después de todo, estamos hablando de tinta y tela. En el caso de un token no fungible (NFT), estamos hablando de un código digital. ¿Por qué estas cosas valen tanto dinero? 

Los coleccionables (para utilizar un término) solventan necesidades mucho más intangibles. Supongamos que compramos una pieza a un artista local. La dicha compra puede obedecer a varias razones. Es posible que queramos financiar el trabajo del artista para que pueda seguir con sus labores. También es posible que la obra cuente con propiedades estéticas de nuestro gusto y haría ambiente en alguna habitación de nuestra casa u oficina. Por otro lado, muchos compran arte simplemente, porque pueden darse ese lujo. O sea, comprar arte para ser miembros de un exclusivo club y de esta forma enviar un mensaje a la sociedad: Tenemos gusto, cultura y dinero. Semejante compra grita “éxito”. Y la publicidad puede caerle muy bien al hombre de negocios queriendo enviar una señal a sus posibles socios comerciales. En fin, las compras "absurdas" no son tan absurdas como aparentan ser. 

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Claro que siempre podemos comprar un coleccionable con fines especulativos. O sea, para hacer dinero. Siempre están las personas que quieren ser parte de algo más grande. Quieren ser parte de la historia comprando una reliquia del pasado. O quieren un pedazo de una época y de un estilo de vida determinado. Pero hay otros que simplemente están por el dinero. En fin, la compra de un criptokitty, por ejemplo, puede revelar muchas cosas del comprador. Por capricho, por publicidad, por dinero o por gusto, lo cierto es que hay demanda para los tokens no fungibles. 

A veces no es un asunto de técnica y materiales, en la mayoría de los casos, es un asunto de demanda. Si hay demanda, hay valor. Muchos tokens no fungibles carecen de técnica artística y se podrían reproducir con facilidad. Pero no se trata de eso. En el fondo, el asunto es un gran juego. Se trata de ser parte de un club exclusivo. El token es solo el ticket. Para mucha gente ser el sujeto con el ticket de un millón de dólares es sumamente importante. El ticket puede estar hecho de oro, mármol, papel o códigos de computadora. Eso no importa. Lo importante es lo que el ticket representa. Representa valor. 

¿Por qué tanto escándalo con los NFTs? Bueno, porque aún no estamos acostumbrados a tener coleccionables digitales. Lo digital se puede reproducir con facilidad. Es decir, lo digital es vulnerable a la piratería. Lo que perjudica directamente el carácter único de cualquier pieza. En otras palabras, cualquier puede hacer una copia de una obra digital. ¿Qué sentido tiene pagar miles de dólares por la original pudiendo tener copias exactas? 

Con la tecnología blockchain, la integridad y originalidad de una obra digital puede ser garantizada. El 19 de febrero pasado, el famoso meme de Nyan Cat, de un gato con cuerpo de galleta volando, se vendió por más de $500.000. Pocas semanas después, la cantante canadiense Grimes vendió una colección de obras digitales por más de 6 millones de dólares. Luego, el fundador de Twitter Jack Dorsey vendió su primer tuit por 2,9 millones. Y la subasta de la pieza de Beeple, la primera obra de arte digital jamás ofrecida en Christie's, alcanzó un nuevo récord para el arte digital.

Señores. Estamos ante el surgimiento de un nuevo sustrato de valor. Lo digital. Cuando Marco Polo regresó a Europa de la China y habló del dinero de papel, la idea de que algo tan insignificante como el papel pudiera tener valor resultaba ridícula para una sociedad acostumbra a usar los metales como forma de pago. Tomó un tiempo para que la sociedad se acostumbrara al nuevo sustrato. Bueno, lo digital en el mundo de los coleccionables está en su fase “risible”. Pero con el tiempo irá ganando legitimidad. ¿Cuánto valdrá el primer tuit de Jack Dorsey en 100 años? 

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Bitcoin, las criptomonedas y la tecnología blockchain han desafiado nuestras nociones sobre el valor y el dinero. Nos están recordando que el valor es más subjetivo de lo que pensamos. El valor es una forma de organización social con fuertes elementos psicológicos. De hecho, muy pocas cosas cuentan con valor intrínseco verdadero. El valor, en el fondo, es una abstracción. Y habita principalmente en la mente humana. 

Con el surgimiento de Bitcoin, es muy común escuchar la frase “no está soportado por nada”. La verdad es que muchísimas cosas no están soportadas por nada. La credibilidad, la fama, la confiabilidad, la palabra, la reputación, la fe, la tradición, las ideas, las creencias y la identidad. Todas esas “nadas” sustentan mucho de lo que consideramos valioso. En lo personal, no me parece absurdo el auge de los NFTs. Pero tampoco me parece raro que tanta gente los considere ridículos. Todo fenómeno humano tiene algo de ridículo.